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Echo

Feb 2, 2022 | 2 Comentarios

Dejo a continuación un breve avería dedicado a una jugosa anécdota relacionada con la portada de Crocodiles; el primer disco de Echo and The Bunnymenn. El cual recomiendo leer escuchando uno de sus temas: «Monkeys».

Echo

Leyendo el hipnótico KLF. Caos y magia. La banda que quemó un millón de libras de John Higgs me entero de una historia que, aunque supongo bastante célebre, no me resisto a citar en avería. Bueno, en realidad, son varias. Tantas que probablemente cite alguna otra en próximos días. Pero no quería dejar sin mencionar la siguiente.

A principios de los 80, Bill Drummond no era aún el díscolo y alucinado miembro de KLF sino el productor y manager de Echo and The Bunnymen. Pero, en gran medida, ya era un personaje que parecía que se había caído de pequeño en un barreño lleno de LSD, libros ocultistas y obras de arte subversivas. A quien con razón el mismísimo Julian Cope consideraba peligroso.

Bill, por ejemplo, no estaba de acuerdo con las declaraciones que los miembros de Echo and The Bunnymen proporcionaban sobre el significado del nombre del grupo. Aseguraban que Echo era «su caja de ritmos y que ellos eran los Bunnymen -esto es, «conejitos»- de la misma manera que las chicas Playboy eran Bunnygirls o «conejitas».

Para Bill el nombre se encontraba provisto de resonancias mucho más místicas y esotéricas. Al contemplar la portada de su primer single, «The pictures on my Wall», había entrevisto en la silueta roja un conejo. Otra persona tal vez hubiera vislumbrado un singular demonio o un traje desgarbado, pero Drummond detectó un conejo al que atribuyó diversos poderes y con el que, pronto, se obsesionó.

Revisando distinta bibliografía en sus excursiones por la Central Library de Liverpool, conoció la historia de un espíritu procedente de Siberia, el norte de Canadá y Escandinavia. Un ser todopoderoso que, además de encarnarse en un conejo, se llamaba ni más ni menos que Echo. Sí. Como el grupo. Así que cuando los miembros de la banda inglesa aseguraban que The bunnymen tenía que ver con las Bunnygirls del Playboy, él se decía a sí mismo: «No, no y no; no tenéis ni idea. (…) Los Bunnymen son las tribus dispersas que pueblan la costa septentrional del mundo, seguidores de un ser mítico, espíritu divino, el todopoderoso primigenio que adopta la forma terrenal de un conejo». Sin atreverse, claro, a decir su opinión en público para que no lo tacharan de colgado.

El asunto no obstante no quedó aquí. Nadie salió especialmente contento con la sesiones fotográficas realizadas por Brian Griffin en un bosque cercano a Rickmansworth, Hertfordshire, para la carpeta del primer álbum de la banda de Ian McCulloch: Crocodiles. La portada se encontraba a mitad de camino de la desconexión individualista y un cuento de elfos ácido. No terminaba de reflejar el estilo musical de la banda británica. Sobre todo, recibió críticas variadas por su iluminación.

A Drummond tampoco le gustó especialmente. Hubiera deseado algo más místico. Pero cambió repentinamente de opinión al comprobar asombrado, casi extasiado,  que las dos grandes ramas del fresno sobre el que se recostaba el bajista Les Pattinson dibujaban, «roja y malvada, la enorme cabeza de un conejo» que «miraba a Drummond, impertérrito, sin pestañear». Obviamente, el productor y activista artístico «supo al instante quién tenía ante sí. Era Echo». El dios-conejo que deseaba comunicarle un mensaje que, durante posteriores años, se esforzaría por aprehender y llevar a cabo.

Lo mejor de todo es que nadie conocía las obsesiones cósmicas de Drummond. «Habló», por ejemplo «con el fotógrafo para averiguar si era deliberado, y se enteró de que no.  (…) Nadie había visto la cabeza de un conejo en la imagen hasta que Drummont lo comentó». ¡Increíble! ¿No es así?

No acaban por cierto aquí las conexiones entre Drummond, Echo & The Bunnymen y Echo. Existen pocas películas (que no sean de dibujos animados) protagonizadas por conejos. A mí sólo me ocurre ahora mismo una: Donnie Darko. Pues bien, resulta que su director, Richard Kelly, deseaba utilizar en la secuencia inicial un tema («Never tear us apart» de INXS) con cuyos derechos no pudo hacerse y se decidió finalmente por «The killing moon»; la clásica canción de la banda de Liverpool. Más tarde, en versiones posteriores desaparecería del inicio y sonaría en otra parte del metraje. Pero basta ese dato para imaginar el rostro de emoción y sorpresa de Drummond al contemplar el filme. Shalam

الثقة في الرجال تسمح لنفسك أن تُقتل قليلاً

Confiar en los hombres es dejarse matar un poco

2 Comentarios

  1. andresrosiquemoreno

    1ºimagen…..fauve fantasmagorico…..
    2ºimagen….quien sera el enemigo de este con la escopeta y el puro…………..
    3ºimagen…..la silueta esta en-de-mo-nia-da…….sonrisa…..
    4ºimagen….las matujas verdes es perejil, el conejo sabe que si come perejil muere….(dicho agricola)…
    5ºimagen……eligen el mismo fondo en zoom que la imagen propuesta……si la imagen es un garbanzo el fondo elegido seria un cocido con zanahorias………
    6ºimagen….en los cines «conejo» la mascota hace su trabajo ……
    PD…https://www.youtube.com/watch?v=ENNwHI5E-04….bugs bunny, el conejo de la suerte….de los 2:58 minutos solo hay hasta el 2:12, no se por que…..guapo y conciso video…..

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    • Alejandro Hermosilla

      1) Almas de músicos atrapados en el bosque de Echo. 2) Músico homenajeando lo serieales de espías y policíacos de los años 60. 3) Un lienzo que contempla Avelina Lesper en un museo. Toma notas para su programa y hablar de él. 4) Fotografía tomada por David Lynch buscando exteriores para Twin Peaks. 5) Fotogramas perdidos de una secuencia de Twin Peaks en las que aparece Bob 6) Fotograma de película de terror de serie B que de tan serie B que era acabó convirtiéndose en cómico. PD: Sí.. buen vídeo.. aunque me faltan algunos datos y sobre todo «la visión» jjajaaj del que lo hizo.

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Autor: Alejandro Hermosilla

Mi nombre (creo) es Alejandro Hermosilla. Amo la escritura de Thomas Bernhard, Salvador Elizondo, Antonin Artaud, Georges Bataille y Lautreamont.

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