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Violencia y soledad (2)

Abr 17, 2024 | 2 Comentarios

Dejo a continuación el segundo avería dedicado a la primera etapa de la trayectoria de Judas Priest. El cual recomiendo leer escuchando un tema de Sin after sin. Su versión de un tema de Joan Baez: «Diamond and rust».

En próximos días, publicaré el tercero.

Quien desee por cierto leer el primer avería puede hacerlo aquí : https://averiadepollos.com/violencia-y-soledad-1/

Violencia y soledad (2)

Sin after sin es un disco delicioso. Es duro pero posee aún varias de esas notas de sensibilidad que convirtieron a Sad Wings en un telúrico, aéreo poema. CBS apostó por Judas Priest y eso se percibe desde el primer momento. Sad Wings era un disco que sabía a despedida, a epílogo. A pesar de ser el segundo de la banda, existía una triste urgencia en sus surcos que le daba carácter de canto de cisne. Sad Wings era el final de un camino. Tal vez tras su grabación, la banda tan sólo pudiera ya otear los abismos de la derrota y de la confusión. Sin after sin es, sin embargo, todo lo contrario. Es el primer paso en firme de la banda. El primer disco que grabó sabiéndose respaldada por la industria. Una confianza que necesitaban para impulsar su sonido hacia nuevas dimensiones.

Sin after sin es el momento justo en el que Judas Priest encuentran por convicción y valentía el heavy metal. Todavía tantean con el rock progresivo, el rock de batalla, el glam o la fantasía a lo Queen pero han endurecido su sonido. Aunque no sé si esta palabra es exacta del todo. Creo que es más correcto decir que lo han hecho más consistente. Y han sabido adaptarse a los tiempos. Ahora son más directos sin perder por ello ciertas resonancias poéticas y una vertiente épica que, a medida que se sofistica, va transformándose poco a poco en chulesca, barrial y canalla. Las guitarras dobles de Downing y Tripton comienzan a ensamblarse ya no sólo artísticamente sino como si fueran una máquina de acero y la batería se transforma en ciertos momentos en un puntal furioso y demoledor. El bajo de Ian Hill directamente parece encontrarse engrasado con aceite, es parecido al motor de una motocicleta, y Halford hace lo que quiere con su voz. Transforma sus gritos agudos en una marca de estilo (y tal vez también de clase).

Con Sin after sin, Judas comienzan a explorar una veta que les traería muchas alegrías y algún disgusto (aquel juicio por el suicidio de unos jóvenes). Como su título indica, el disco es una exploración veleidosa del mal. Por momentos, una ostentación del pecado. Sad Wings era un disco sobre la caída en el tiempo. Un disco sobre extrañeza, enajenación y exilio. Pero Sin after sin es un poco más agresivo. No deja de lado la tristeza ni la melancolía pero se atreve a internarse en las calles de las ciudades contemporáneas y describir sus vicios como si las mismas fueran Sodoma y Gomorra. El panorama ha cambiado. Ahora Judas no exploran tan sólo la tristeza de tantos y tantos jóvenes durante la semana sino también la violencia. Con ese fin, graban varios temas de considerable dureza (cuyos contornos es posible ver aparecer en los primeros discos de Iron Maiden) y lo hacen con absoluta naturalidad porque se encuentran con una autopista delante para pisar el acelerador. El tiempo (y el público) comienzan a estar de su parte. El rock duro ya es heavy metal. ¡Una nueva generación toma el mando!

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Gracias a su fichaje por una multinacional, Judas Priest comenzó a dar conciertos en medio mundo. Tengo la impresión, en cualquier caso, de que fue su tour por Estados Unidos el que más influyó en sus siguientes pasos y en su progresivo descaro. Norteamérica fue posiblemente una liberación para Judas Priest. El sonido de la banda surgió de la soledad y de la opresión. La banda británica respondió violentamente contra estos condicionantes para no caer en la depresión. Pero, de no haber alzado sus alas más allá de este ambiente, probablemente habrían perecido por asfixia. Inglaterra fue el germen de Judas Priest pero también podía haberse convertido en su entierro.

Sus primeros contactos con EE.UU fueron liberadores y, sobre todo, terminaron de profesionalizar la propuesta del grupo. Algo que queda claro al poco de comenzar a escuchar Stained Class. Una producción llevada a cabo por James Guthrie mucho más elaborada que las anteriores. Llena de detalles que envuelven al sonido dotándolo de todo tipo de matices. Eso no significa que me guste más que las anteriores. Prefiero por momentos la profundidad épica del sonido de Sin after sin (que todavía no había perdido el aire etéreo de Sad Wings) pero esto no es obstáculo para reconocer que la producción de Stained es de una profesionalidad que no admite parangón.

Judas saltan a otro plano con Stained. En «Exciter» aparece un mítico punteo de guitarras dobladas que podría considerarse, ahora sí, el comienzo oficial del heavy metal, aunque algunos van más allá y lo tienen como el lejano germen del speed metal. Una afirmación ante la que no tengo nada que objetar porque, al fin y al cabo, Stained es, en determinados instantes, una puñetera guerra nuclear. Aquí no existe la indefinición que había en anteriores álbumes. Las guitarras son directamente misiles y las canciones bombas. La tensión se puede cortar. Las guitarras y la voz de Halford son tan agresivas que por momentos cortan el aire. Aquí no hay timidez.

Judas se muestran orgullosos. Y demuestran no tener un pelo de tontos. Hay algo en la producción de este disco, que suena a new wave, a discoteca nocturna, sin ser lo suficientemente invasivo como para corromper la metralleta heavy metal. De hecho, Judas no terminan de ser todo lo nocturnos que podrían ser. En Stained hay referencias a la cultura pop, invasiones marcianas y lamentos por rockeros muertos en plena juventud. La portada podría, a su vez, perfectamente ser imagen de una película de ciencia ficción o de un libro futurista que denunciara la deshumanización diaria. Stained class ya no es tanto una obra sobre la extrañeza sino sobre la alineación. No es 1984 ni La fuga de Logan pero tantea algunos de sus temas sin por ello dejar de lado la diversión. Al fin y al cabo, el hedonismo es a veces la respuesta más inteligente ante tiempos de crisis.

La angustia de Sad Wings ya ha desaparecido en gran medida en Stained. Un disco juguetón. O al menos comienza a evaporarse. Sad Wings era heroína y Stained Class es cocaína y sexo. No obstante, hay peligro e himnos imborrables. Cuesta no emocionarse escuchando a Halford cantar algunas de las estrofas de «Better by you, Better than me». Tengo la impresión de que este el momento justo en el que Rob Halford se convierte en un profeta. Antes ya había desarrollado su técnica vocal. Eso no estaba en discusión. Pero creo que es este el momento en el que entona las consonantes y vocales con tal precisión que logra hacer que cada una de sus apariciones sea profética. Halford no canta aquí. Me atrevería a decir que convierte cada canción en un mandamiento y, poco a poco, deja de ser cantante para transformarse en ídolo, en mito. Shalam

وليس هناك شيء أكثر ظلماً من طلب الأجر بالعدل

Nada hay más injusto que buscar premio en la justicia

2 Comentarios

  1. andresrosiquemoreno

    1imagen…casa doroteo, doroteo blanco era el hijo del dueño de la tienda (trabajaba en cueros y en pelotas)…….
    2imagen…templo egipcio…..
    3imagen…..error de trayectoria….
    4imagen….estamos visitando al embajador de los orteroides…..
    5imagen….todos en las termas de oro (poniendo huevos ,echando cañas y viendo cabaret)….
    PD:…https://www.youtube.com/watch?v=T-m-M4hCEPk…cabaret volteire…los electrones en la corriente alterna….sonrisa..

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    • Alejandro Hermosilla

      1) Los chulos del barrio. Hasta el pan lo compran así. 2) Templo romano encontrado en México siglos antes de la llegada de los españoles. 3) Maqueta de androide para un filme inspirado en Star Wars. 4) La primera comunión de un grupo heavy. 5) Escena inspirada en El planeta de los simios. Al rodar se les añaden peludas máscaras. PD: el grito de un espíritu humano enclaustrado en un frigorífico.

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Autor: Alejandro Hermosilla

Mi nombre (creo) es Alejandro Hermosilla. Amo la escritura de Thomas Bernhard, Salvador Elizondo, Antonin Artaud, Georges Bataille y Lautreamont.

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