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Violencia y soledad (1)

Abr 16, 2024 | 2 Comentarios

Dejo a continuación un nuevo avería dedicado a los seis primeros discos en estudio de Judas Priest. El cual recomiendo leer escuchando el primer tema de Sad Wings of Destiny: «Victim of changes«.

Debido a su extensión lo dividiré en tres partes. Hoy publico la primera, mañana la segunda y en próximos días la tercera.

Violencia y soledad (1)

Se suele decir que la primera etapa de la trayectoria de Judas Priest terminó con la grabación del contundente, brutal directo Unleashed in the East. No seré yo, desde luego, quien me oponga a esta afirmación aunque yo extendería este primer ciclo hasta British Steel. El último disco realmente callejero de la banda. El último que sabe a nocturnidad peligrosa y a delincuencia, a sexo en cuartos de baño, peleas de bandas, soledad y rabia. Lo que vendría después sería igualmente bueno, pero ya no tendría el espíritu rebelde, casi lascivo, de aquellos seis primeros discos en los que los componentes de la banda británica inventaron el heavy metal con asombroso descaro juvenil. Con la fuerza de la inconsciencia y el alma juguetona de quienes no se planteaban demasiado lo que hacían. Lo hacían y punto.

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A día de hoy, la banda británica es un mito del rock pero pudo haberse convetido perfectamente en un eslabón perdido. Prueba de ello es que, cansado de continuas decepciones, el primer cantante (Al Atkins) abandonó el barco poco antes de que comenzara sus primeros y tímidos vuelos. En realidad, ninguno de los integrantes de la inicial y remota formación de Judas Priest tuvieron el fuelle suficiente para aguantar hasta la grabación del primer disco. Todos desaparecieron resultado de la indiferencia, la indefinición de su estilo, problemas personales o la abultada competencia. Tan sólo el carismático guitarrista K.K. Downing (llegado un poco después de la fundación del grupo) aguantó y en torno a él se fue configurando una banda por la que no nadie daba un duro. Para empezar porque no procedían de Londres sino de Birmingham. Y justo cuando comenzaron a grabar, el punk estalló golpeándoles en todos los morros.

En realidad, Judas Priest eran tan o más nihilistas que la mayoría de grupos punk. Pero tenían unos referentes musicales muy claros (Queen, Deep Purple o Led Zeppelin) que ayudaron al grupo a esquivar la destructividad punk y a seguir una ruta previamente labrada por los grupos citados, pero que ellos conducirían a extremos de dureza pocas veces vistos hasta entonces. Fue posiblemente la fidelidad de los componentes de Judas al rock la que logró que la agresividad ante la dureza de la situación social desembocara en el heavy metal y no en el corte de mangas punk.  Judas Priest tenían además un gusto por la composición que no les permitía tocar canciones de tres simples acordes. Podían ser tan violentos como los punk pero sin dejar de lado el esfuerzo compositivo. Las baladas y medios tiempos que incluían en sus discos, por ejemplo, solían estar muy trabajadas y, sobre todo, transmitían muy bien la sensación de aislamiento y absoluto desemparo de muchos jóvenes en el mundo contemporáneo. Describían perfectamente la atmósfera de muerte y destrucción que se vivía en plena crisis del petroleo además del triste y opresivo ambiente creado por las fábricas y el mal clima de Birmingham

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Judas Priest empatizaban con la angustia experimentada por sus seguidores. Describían su impotencia. La sobrehumana voluntad que debían tener para sobrevivir en suburbios parecidos a jaulas humanas. Al principio su look era un poco indefinido. Parecían una banda a mitad de camino del rock progresivo, el hippismo y el glam más tímido. Pero a finales de los 70, conforme inventaban el heavy metal, dieron con el estilo adecuado. Esa ropa de cuero que parecía sacada de un show de sadomasoquismo que los conectaba secretamente con la cultura gay o la vanguardia neoyorquina y, al mismo tiempo, ofecía la imagen de dureza que necesitaban transmitir. En cierto sentido, parecían guerreros post-apocalípticos. Jóvenes crecidos en ciudades sometidas a una catástrofe nuclear. Tanto es así que casi se puede decir que se adelantaron al aspecto de los personajes de Mad Max o filmes de John Carpenter como Escape from New York.

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Los  Judas de los 70 tenían una faceta existencial muy marcada. Escuchándolos es fácil sentir la angustia y la colosal incertidumbre de su época. Judas le hablaban directamente al chico del barrio sin trabajo. Hacían odas que eran puñetazos de realidad. Y convertían el día a día de miles de jóvenes en heroísmo épico. Eso también es necesario destacarlo. La vertiente épica de Judas Priest. La cual estaba muy unida a un lirismo descarnado y seco acorde con la violencia de los tiempos vividos. Judas Priest no eran tan sólo un grupo cuyo bestial sonido parecía ser consecuencia de la postguerra tras la Segunda Guerra Mundial. Era una banda que preparaba a sus oyentes para el advenimiento de la Tercera.

En los 80, Judas se conviritió en un supergrupo. Eran impresionantes pero, debido a su popularidad, de tanto en tanto caían en ciertos clichés. Esto no ocurrió en ningún momento en los 70. Una década en la que la banda estaba viva y en proceso de metamorfosis y evolución constante y fueron durante muchos años unos piratas, bandoleros que conectaban perfectamente con jóvenes disfuncionales y marginados que, en algún caso, no los veían como ídolos sino como sus cómplices. Solitarios guerreros que compartían su dolor ante una vida sin destino ni horizontes claros.

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Se suele considerar Rocka Rolla (el primer disco de Judas) una obra menor. Algo que yo al menos matizaría. Ok. Rocka Rolla puede ser menor si lo consideramos con los grandes discos de rock publicados aquel año pero no fue una obra menor para la banda británica. Fue su primer navajazo.

Obviamente, Judas estaban un poco verdes pero, aun así, el disco es bastante disfrutable. Posee ritmo, instinto y ganas. Es cierto que le perjudica cierta indefinición pero eso también lo hace querible. La influencia de Led Zeppelin es estentórea en unos cuantos temas pero existe, a su vez, un delicioso aroma glan al fondo que imprime carisma a la producción. Es curioso al menos escuchar a unos Judas en algún momento cercanos a T. Rex o a Slade que luchan por encontrar su camino y, entre medias, dejan tres o cuatro temas ideales para escuchar a media noche en un bar entre trago y trago de cerveza.

Hay momentos en los que Rocka Rolla suena a pub y otros en que lo hace a flor hippie. A Rocka Rolla le perjudica la indefinición pero esa misma indefinición lo convierte en un bocado apetitoso que, eso sí, casi acaba con la banda. Porque ventas tuvo pocas y además, caminaba a contracorriente de lo que venía: los estornudos punk.

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Sad Wings of Destiny es un clásico. El primero de Judas. No hay muchos fans que lo discutan. El álbum se grabó en medio de una crisis total. El punk ya no era una amenaza sino una realidad con visos de comenzar a ser dictadura en Inglaterra. Unos cuantos dinosaurios del rock (Zeppelin, Black Sabbath, Deep Purple, etc) empezaban a entrar en el ocaso o comenzaban a tener problemas serios. Y, por otro lado, los problemas económicos acuciaban a los componentes de Judas. La banda estaba prácticamente en quiebra. Algunos de los integrantes tenían que combinar su trabajo con el de músico para sobrevivir. En esas condiciones, Sad Wings of Destiny era un ultimátum. Una partida de poker a todo o nada. El último canto del cisne. Algo de esa sensación sobrevuela la magnífica portada realizada por Neil French. Un ángel caído inspirado en las letras de «Dreamer deceiver» que parece salido de El paraíso perdido de Milton o un poema de William Blake y que condensaba magníficamente un disco con sabor a resaca metafísica. A exclusión del cielo y de la vida cotidiana.

Sad Wings of Destiny es un disco angélico, es un vuelo nocturno por una ciudad llena de peligros. Es un llanto emitido en las calles de una civilización a la que no llega el aliento divino y los robos y asesinatos se reproducen por todas partes. Posteriormente, Judas se convertirían en agresivos guerreros capaces de disparar contra quien se pusiera en su camino pero en la era de Sad todavía eran jóvenes caídos que lamentaban el estado de postración del ser humano. Hay mucha soledad en Sad Wings. Un sentimiento de perdida constante que en parte es contrarrestado por la dureza de las guitarras de K.K. Downing y Glen Tripton.

Tal vez a alguien le parezca una herejía, pero creo que Sad wings of Destiny es el disco que Bowie hubiera grabado de sentirse atráido por el hard rock en los 70. En Sad Wings yo al menos percibo la influencia del David Bowie de Diamond dogs convenientemente retorcida por un sonido que imprime dureza pero también melancolía. El lirismo de la obra es por momentos incontenible. Existe una tristeza sepulcral, casi terminal que convierte en trascendente la atmósfera de muchos de sus temas.

Sad Wings es una obra mucho más importante de lo que parece. Yo al menos percibo su influencia incluso en grupos tan aparentemente alejados de Judas como Suede. Sería muy interesante en verdad la audición de Sad Wings of Destiny y de Dog man Star durante una tarde. Hay más concomitancias entre los dos álbumes de los que los puristas estarían dispuestos a reconocer.

Sad Wings es la primera obra completamente personal de Judas. Halford encuentra por primera vez su estilo vocal pleno. Se suelta de tal modo que convierte por momentos su voz en una peligrosa sirena metálica, marcando una ruta seguida por muchos vocalistas de heavy metal posteriores. Hay ritmo y locura en Sad pero, sobre todo, hay épica y pesimismo conmovedores.

Sad Wings es un disco apocalíptico con sabor a profecía bíblica pero también posee un lado callejero y chulesco muy acusado. Eso lo convirtió en su momento en un hito. Pues era difícil encontrar una obra tan dura y cortante y, del mismo modo, fuera del tiempo. Era realmente difícil hallar un disco que combinara con tal naturalidad y pronfudidad su faceta espiritual con otra muy chulesca y barrial. Sad Wings, al fin y al cabo, era un rezo pagano. Una homilía callejera. Un grito de condena a los cielos y, al mismo tiempo, una petición de auxilio. Shalam

لا شيء أسهل من مراقبة الموتى

Nada es más fácil que censurar a los muertos

2 Comentarios

  1. andresrosiquemoreno

    1imagen…the wild one (salvaje-1956-marlon brando)….
    2imagen….surfin u.s.a…(parque ovni)
    3imagen….el ultimo por la derecha a matado a una serpiente y se ha hecho unas botas con ella….
    4imagen….los cincos montados en la misma moto(el policeman alto, documentacion, dejadla ahi, mañana venis a por ella….
    5imagen….llanto de judas sobre chapa de zarzaparrilla..sonrisa..
    6imagen….el colega se quema en pleno parque………
    7imagen….parchis y botas de corsario espadachin……
    PD:.https://www.youtube.com/watch?v=2Q_ZzBGPdqE…observese
    el flequillico de macartney y el del judas central de la 4imagen…

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    • Alejandro Hermosilla

      1) Noches juveniles. ¡Aplauso! El fin de la era mod. 2) Jolgorio en Central Park. ¿Rodamos una peli mejor que tocar? 3) jjjz. serpiente man. Bueno. Este es definitivamente el final de la era hippie. Pero todavía no nos atrevemos a ponerle la estaca. 4) «A la caza. » Al Pacino y colegas. 5) La Pepsi de los pobres. 6) Condenado por amar a no volar. 7) Una mezcla entre unos seguidores cutres de Bowie y la banda de hard rock estadounidense Angel. PD; Los flequillos de todos son totales. Por momentos, los hacen parecer con más kilos de los que tienen. ¡El horror de la Superpop!

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Autor: Alejandro Hermosilla

Mi nombre (creo) es Alejandro Hermosilla. Amo la escritura de Thomas Bernhard, Salvador Elizondo, Antonin Artaud, Georges Bataille y Lautreamont.

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