Dejo a continuación un nuevo avería dedicado en esta ocasión a Space Oddity; el álbum de David Bowie. El cual recomiendo leer escuchando uno de sus temas centrales: «Cygnet Committee».

Una odisea hippy

Debido probablemente al resplandor de su obra posterior, Space Oddity es un álbum que apenas se suele citar entre los imprescindibles de Bowie. Tal vez porque es menos vanguardista que los siguientes y en el artista inglés anidaba aún cierta inocencia que palidece frente a las esquizoides visiones de ocaso y locura que aparecieron en discos posteriores. Pero, a decir verdad, Space es una obra mágica que vuela muy alto. Es una joya folkie que mira con insólito desparpajo a Bob Dylan, a los cantautores franceses y al final de la era psicodélica. Es un Lp que se plantea tanto como epígono del hippismo como coda al mismo. Es un disco en el que Bowie parece levitar. Tanto que tal vez nunca haya tocado tan altas cotas astrales. Demostrando que, incluso en sus años de experimentación juveniles, era capaz de planear libre por los cielos.

Space Oddity es una obra en donde se pueden rastrear influencias o búsquedas similares artísticas a las que, por aquella época, estaban realizando Van Morrison, Donovan, Nino Ferrer, Jacques Brel o Scott Walker. Puede que Bowie no estuviera todavía a la altura de estos gigantes pero no estaba tan lejos. De hecho, sin necesidad de utilizar muchos efectos pero, eso sí, con recursos más sofisticados de lo que pareciera (guitarras acústicas, flautas, melotrón, armónica, recorder y estilofón) logró crear una obra preñada de una inusual atmósfera de naturalidad, pero que también poseía una extrañeza y una sensualidad magnéticas, capaces de enamorar a público de distintas sensibilidades e inquietudes: intelectuales, pintores, filósofos, viajeros.

De la canción que da título al disco no sé si merece la pena hablar porque, a estas alturas, no creo que quede una solo melómano en la tierra que no la tenga como un clásico absoluto. Una composicion de resonancias espectrales y espaciales y enigmático sentido en la que Bowie utiliza el estilofón como nadie y se sacó de la manga uno de los personajes inolvidables, (Major Tom), de su discografía.

«Space Oditty» es una hermosa oda al vacío y a la soledad que lo mismo podría hablar de la incomunicación entre los seres humanos que del miedo a las nuevas dimensiones. Lo mismo podría ilustrar un documental de un alucinaje a la luna o una secuencia de 2001 que servir de banda sonora a filmes tipo Alguien volando sobre el nido del cuco o de un cuelgue de ácido. Es, sí, tal vez el más bello poema esquizoide jamás compuesto. La primera gran lágrima espacial del pop.

En cierto sentido, Bowie traspasó la era hippie con Space. La resumió pero también entrevió su disolución. Bowie, desde luego, iba mucho mas allá que los típicos cantautores de la era. Sus composiciones eran casi cuerzos de cristal. Eran atípicas y frágiles y, a un así, condensaban las intuiciones de su epoca. Podía, de hecho, perfectamente escucharse este disco mientras se leía La mañana de los magos, el libro de Louis Pauwels y Jacques Bergier o mientras se realizaba una tirada de tarot. Las canciones se encontraban llenas de acordes inesperados que las hacían confluir en las alturas. Hay momentos en los que Bowie parecía ir más allá de los Beatles en cuanto a su sentido de la armonía, algunos en los que parecía adentrarse en los alógenos territorios internos transitados por Syd Barrett y otros en los que podíamos imaginarlo dialogando con Twiggy (la modelo) en un bar avizorando entre ambos el look artístico que asombraría al mundo en los 70. Por otra parte, si bien es cierto que el Bowie teatral no había surgido aún con fuerza en Space Oditty, también lo es que iba poco a poco dejando su huella por aquí y por allá. Así que, a pesar de la sensación de fluidez del disco, pueden vislumbrase al fondo granos de opereta que completan este disco libre y sensual que, por momentos, parece la sublimación perfecta del hippismo.

Se suele decir de Bowie que siempre iba por delante de las modas y tendencias o que se adelantaba unos minutos a su eclosión. Obviamente, ese no es el caso de Space. Un disco grabado justo cuando la era hippie comenzaba (aún sin saberlo la mayoría) a disgregarse. Pero lo que sí se puede afirmar en este caso es que Bowie la resumió y despidió como nadie. Space, de hecho, es eso: tanto entronización como sentido adiós a una era. Shalam

بدون حجارة لا يوجد قوس

Sin piedras no hay arco