Decía Freud que cuando deseamos, buscamos un objeto fantasmagórico. Algo que nunca existió y que probablemente idealizamos. Por lo que siempre, de algún modo, caminamos tras un paraíso perdido y nos encontramos condenados inexorablemente a la insatisfacción.
Obviamente, no seré yo quien le quite la razón. Menos aún hoy, que estoy atravesando uno de esos días vacíos que de tanto en tanto todos tenemos. Razón por la que me he entretenido realizando una pequeña lista de deseos que nunca podré cumplir sin trascendencia alguna. Tan sólo para pasar el rato y dejar constancia de algunas de esas eternas insatisfacciones que probablemente nos retratan mejor que los escasos o muchos logros que conseguimos.
Ahí van:
1) Asistir al rodaje completo de un filme de Stanley Kubrick.
2) Ver a la selección húngara jugar durante el Mundial de 1954.
3) Asistir al proceso de grabación de un disco producido por Phil Spector.
4) Pasar un mes en una oficina de Marvel durante los 60 o los 70.
5) Charlar con Johan Cruyff durante varios fines de semana.
6) Mantener correspondencia con Alan Moore y Andrei Tarkovski.
7) Viajar en barco a América durante la conquista.
8) Tener la televisión encendida la noche en que Elvis Presley apareció por primera vez en ella.
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