Acaba el año y debo continuar escribiendo Puercos. Por lo que estaré varios días sin publicar ningún Avería. No soy mucho de hacer recuentos anuales pero en esta ocasión haré uno muy breve.
2016 se encuentra marcado por la pérdida de dos personas importantes en mi vida. A una de ellas la conocí personalmente y a la otra no. Comenzó con la muerte de David Bowie y terminó con la de don Felipe. Dos hombres grandes. De aquellos por los que merece la pena vivir. Pero, sobre todo, se encuentra y encontrará grabado en mi piel para siempre por la llegada a mi vida de una mujer fascinante: Susana. No tengo palabras para describirla. Sólo decir que creo que al fin encontré la persona junto a la que me moriré. Y no deseo separarme jamás de ella. Sólo por eso, 2016 ya ha merecido la pena.
Un año por cierto en que llevé a cabo mi primera búsqueda de visión, aluciné con la poesía de Juan García Román y de nuevo, caí rendido ante la escritura de Thomas Bernhard, las salvajadas musicales de Opeth, ciertas composiciones de Alfred Schnittke y el cine de Bela Tarr y Paradjanov.
Además, Avería pasó de blog a página web y di a conocer la segunda parte de la trilogía onírica: Bruja. Un libro siniestro, raro y esquizofrénico que me parece milagroso (y maravilloso) que esté en el mercado. Y continué respirando, sí, respirando. Que a veces es lo esencial. Lo más difícil y lo esencial.
En fin. Realmente, no tengo ningún deseo para el 2017. Quisiera conservar a mis seres queridos con vida, terminar Puercos, seguir escribiendo en Avería, continuar Tormenta, dar a conocer en más lugares Bruja y unirme más si cabe a ese ángel mortífero que dios tuvo a bien poner en mi camino: Susana. Estando mi madre sana, cerca Susana y pudiendo escribir, me es más que suficiente para encontrarme bien. ¡Feliz 2017! Shalam
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