AVERÍA DE POLLOS: Inicio E Música E El sonido perfecto

El sonido perfecto

Jul 21, 2023 | 2 Comentarios

Dejo a continuación un breve avería dedicado a las disquisiciones realizadas por Giles Smith en su desenfadado y divertido Lost in music. Una odisea pop sobre el paso del vinilo del CD. El cual recomiendo leer escuchando uno de los temas de la interesante banda de la que Giles formó parte, Cleaners from Venus. Concretamente, el tema que abre Going to England: «Julie Profumo».

 

El sonido perfecto

La verdad es que estoy disfrutando mucho de la lectura de Lost in music. Resulta difícil encontrar libros en los que su autor demuestre tan pocos prejuicios y escasa vergüenza. En realidad, el texto tiene como claro referente los realizados por Nick Hornby. Giles Smith realiza una apasionada biografía de su vida musical atendiendo a hechos aparentemente banales en los que, sin embargo, podemos reconocernos todos sus lectores. El libro es un ataque al snobismo pero, al mismo tiempo, una reflexión divertida sobre el mismo. Por ejemplo, expone con claridad cómo todos (en mayor o menor medida) falseamos de uno u otro modo determinados hechos y actos como el primer disco que nos marcó (siempre elegimos uno apropiado culturalmente), el primer concierto al que fuimos o aquellas bandas juveniles de las que formamos parte en nuestra adolescencia de cuyo rastro no se acuerda nadie. Tampoco afortunadamente oculta su pasión de fan que le hizo reverenciar músicos actualmente opacados por el paso del tiempo, (de esos cuyo nombre da vergüenza citar), como es el caso de Nik Kershaw, a quien Giles admiraba hasta el punto de no perderse un solo concierto suyo y llegar a tener una cita con él en su casa (que probablemente pensara que transformaría el mundo de la música (y su vida) para siempre).

Lo mejor del libro de Giles Smith radica, a mi entender, en dos aspectos.  En primer lugar, en que quien nos habla no es sólo un fan de la música, un joven abducido por el mundo pop, sino alguien que formó parte del mismo con Cleaners from Venus. Una banda con resonancias a XTC, Beatles, Aztec Camera y al esteriotipado pop inglés de los 80 que me ha resultado bastante interesante. Al menos mucho mejor que otras que consiguieron el éxito en su momento. De hecho, incluso por momentos me ha recordado a los mágicos It Bites. Lamentablemente, Cleaners (a pesar del interés que despertaron en Alemania) se quedaron en territorio de nadie. Lo que no fue obstáculo para que Giles extrayera lúcidas conclusiones sobre el negocio de la música que merece la pena leer. Y en segundo lugar, tengo muy claro que si Lost in music destaca es, sin duda, por los gustos musicales de Giles. ¡Joder! Es díficil encontrar (incluso en la mitad de los 80) alguien que diga sin ningún reparo que sus músicos favoritos son Steely Dan, Rickie Lee Jones, Blue Nile, Stevie Wonder, Prefab Sprout, XTC o Randy Newman. No tanto por la calidad de todos ellos (indiscutible en casi todos los casos) sino porque, salvo excepciones, ninguno de ellos se caracteriza por utilizar las guitarras eléctricas de forma desaforada, todos ellos conceden una importancia desmesurada a la melodía y ninguno de ellos forma parte del canon principal que habitualmente citan los comentaristas del pop y el rock. Ok, sí, ¿Quién no ama a Randy Newman o a Stevie Wonder? Pero ¿quién los tiene como influencia principal en su obra? ¿Qué periodista los escucha y cita una y otra vez con la insistencia con la que se suele aludir a otros grupos de culto?

En resumidas cuentas, Giles es un heterodoxo, lo suficientemente lúcido como para mostrar al desnudo sus vergüenzas y bromear sobre sus miserias. Y a partir de allí, realizar un recorrido sobre la música moderna que precisamente destaca por no tener nada de épico ni de memorable. Por retratar al ciudadano vulgar de cualquier época. A nuestro yo adolescente que cantaba con orgullo y se revolcaba en el barro para defender auténticas nimiedades y a nuestro yo adulto entrenado en maquillar todas nuestras debilidades. Acostumbrado a citar la influencia justa en el debido momento ante el auditorio correcto.

En cualquier caso, hoy no deseaba hablar tanto del divertido (y necesario) libro de Giles sino de una nutrida reflexión que aparece en el mismo sobre la introducción del CD en la industria musical que no me resisto a citar en avería: «en algún momento de 1987, un amigo se convirtió en la primera  persona que conocíamos en tener un reproductor de CD, así que un grupo de personas cumplimos con el ritual de ir a su casa una tarde y subir a su dormitorio  para ver cómo sonaba.  —Escuchad esto —dijo.  —¿El qué? —pregunté, porque no oía nada.  —¡Exacto! —exclamó.  Fue ese «nada» lo que quería justamente que oyera, el silencio entre un tema y otro. Y era impresionante esa ausencia total de ruido: ninguna aguja chasqueando por la presencia de polvo en los surcos, ningún sonido ni chisporroteo por la típica mota incrustada y ningún cíclico golpeteo cuando el maldito extremo de plástico de la aguja roza la superficie del vinilo, lo cual sucedía cuando ponía algunos de mis singles más combados. Y entonces llegó la deducción que trajo consigo  una neurosis: si todo ese ruido se estaba produciendo entre una canción y otra,  también se producía durante las canciones. Quedó claro que todo lo que escuchabas en vinilo luchaba por liberarse de una fina de capa de pelusa o siseaba para  llegar a ti, de forma que su inmediatez se reducía de manera drástica. El CD —un  milagro— ofrecía sonido a secas, tal como Dios nuestro Señor lo creó: limpio y pulido, fantásticamente engrasado, reluciente y presentándose ante ti desde ese  silencio digital perfecto».

Exactamente, en estas pocas líneas, se puede encontrar el motivo por el que cientos de miles de melómanos cayeron en la trampa de la industria y se lanzaron, como posesos, a sustituir sus viejos vinilos por los modernos y eficientes CDs, mandando a la mierda un formato que tal vez no fuese capaz de ofrecer el mejor sonido pero, en lo que se refiere al tamaño de las carpetas y al apartado gráfico, era uno de los mayores propulsores de imaginación conocidos.

El problema posterior (siguiendo con el sonido) al que se enfrentaron los melómanos se encuentra también muy bien descrito en el libro de Gilles: «Si eres un verdadero fetichista del vinilo, esta perfección perpetua provoca en ti  sentimientos encontrados. Un amigo mío tiene el single que regalaban con las primeras copias de Armed Forces de Elvis Costello y los Attractions, y un día —sin  duda durante alguna fiesta intempestiva de estudiantes a la luz de las velas— le  cayó una gota de cera. Desde entonces, la aguja del tocadiscos a veces se atasca  en la cera y otras la franquea, según se le antoje. Lejos de enfadarse, todo el mundo sabe que a mi amigo le encanta alardear de esta interrupción como si fuera una especie de herida de guerra. Así es como sabe que es su disco y no el de otra persona; y, lo que es más importante, funciona como marcador de la antigüedad de su relación con Elvis Costello. (…) esas marcas (rayones, trozos de cera seca, restos de cerveza derramada…) son un sumario histórico crucial. Los discos te marcaron y tú, para no ser menos, dejaste tu marca en ellos. ¿Qué esperanzas hay para esta reciprocidad si los CD tienen el don de la eterna juventud?»

2 Comentarios

  1. andresrosiquemoreno

    1imagen…..asi no se posaran las palomas en mi balcon…..
    2imagen…..el refrito y los saltos por las protuberancias de las manos de cubatas……
    3imagen…..pandereta y los otros dos con arpa y flautilla dulce en barca a remos….
    4imagen…..yo primero y detras la magnifica fuente(de agua)(agua volando)….
    5imagen..portada la antipropaganda…mucho contenido…..
    6imagen…..en el corte ingles a 99pesetas(rebajas)….
    PD…https://www.youtube.com/watch?v=PXly2VZepxI…prince live..3 años antes de su muerte…me cago en tóooo!..mierda!…los dos primeros minut aprox la seccion de vientos parace despegar del aeropuerto…..
    PD2….con permiso de dusty sprinfield…
    https://www.youtube.com/watch?v=MsTIuNikq4w
    The Tourists – I Only Want To Be With You (1979)……

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  2. Alejandro Hermosilla

    1) Espejos de discoteca de house. Anuncio de noche discotequera infernal. 2) Posavasos para poner las copas de whisky y cerveza en el balcón 3) Romanticismo ochentero. Una banda que puede homenajear tanto a Scritti Politi como a Jack el destripador y William Blake. 4) Podría ser perfectamente Paul Auster de joven, un poco más arisco de lo normal. 5) una mediocre imitación de Stg Pepper’s. Disco típico que uno se pillaba en e Discoplay. 6) Discos Carrots. PD: 1) Impresionante. No sólo estaba en forma sino que iba más allá. Rozaba lo divino. 2) No sabía que Annie Lenox había estado en una banda antes de Eurithmics. ¡Sorpresa!

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Autor: Alejandro Hermosilla

Mi nombre (creo) es Alejandro Hermosilla. Amo la escritura de Thomas Bernhard, Salvador Elizondo, Antonin Artaud, Georges Bataille y Lautreamont.

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