Hace poco tuve la desgracia de ver The Northman. Si la terminé fue porque se encuentra dirigida por Robert Eggers. Soy, como he dejado claro en varias ocasiones en Avería, un enamorado de La Bruja. Ese filme parecido a un mantra pagano o a una sinalefa de rock progresivo. Un oscuro acertijo. Pero The Northman tiene muy poco que ver con aquel sombrío, arcaico filme. Lo que en La Bruja era sutileza, ambiguedad y sugerencia, en The Norhtman es confusión y artificiosidad. Tópico tras tópico. Es un filme impostado que copia sin talento ni inspiración alguna de las clásicas historias de Conan, la estética de Juegos de Tronos o Vikingos y no duda incluso en citar el combate entre Obi Wan Kenobi y Anakin Skywalker de La venganza de los sith, en la disputa final.

Ya El faro me dejó un sabor difuso. No me terminó de convencer. A pesar de que su esquizoide contextura lovecraftiana era por lo menos sugerente, interesante. Pero preferí esperar. No decir nada. Porque hay obras que ganan con los años y revelan sus sinuosas oscuridades tras volver a verlas. Tal vez El Faro sea de esas. Pero estoy seguro de que ese no es el caso de The Northman. Una película en la que  sabemos en todo momento lo que va a ocurrir. No hay clímax. No hay tensión. No hay misterio. Las dos horas parecen diez. En el fondo, seamos sinceros, The Northman no es una película sino un telefilme. Basta señalar que la mejor y más certera crítica que he leído sobre este soporífero medallón nórdico la he encontrado en google (la firma un señor llamado Cristian Saavedra) para entender el cariz de esta obra que tanto me ha dolido ver porque yo al menos confiaba en el talento de Eggers. Lo tenía arriba desde La bruja.

En fin, la única explicación que se me ocurre sobre este marasmo es que Eggers sufriera presiones de todo tipo por parte de los productores. O que, como gran parte de las óperas primas, Eggers hubiera concebido La Bruja con mimo y cuidado durante muchos años. Lo que le habría permitido pulir cada detalle del guión y tener bien definidas en su cabeza las escenas mucho antes del rodaje. Tengo muy claro que no ha sido este el caso en The Northman. Una pena porque Eggers era aparentemente un director ideal para rodar un profundo, abstracto y psicodélico filme basado en la odisea del príncipe Amleth. The Northman, eso sí, tal vez impresione a un adolescente despistado. No lo dudo. Más aún, si decide probar una pizca de hachís antes de acceder al cine. Shalam

وبقدر ما نعيش مع الناس، فإننا لسنا أكثر مما يعتقده الناس عنا.

En la medida en que vivimos con la gente, no somos más que lo que la gente piensa que somos