Debido a que hoy estaré firmando ejemplares en la Fnac de Murcia de El jardinero y un Reino oscuro a quien lo desee, dejo a continuación un pasaje de esta última novela. En el mismo aludo a esa tendencia a la queja de tantos ciudadanos del Occidente contemporáneo. Y, sobre todo, a cómo por haber olvidado a Dios, por haber dejado de lado a Dios no nos hemos hecho más fuertes sino que hemos sucumbido a las tentaciones de la sociedad de consumo y nos hemos tornado débiles. Tanto que se diría que a la menor contrariedad pensamos en suicidarnos, acabar con nuestra vida. Una vida que hace mucho dejamos de considerar sagrada
Crepúsculos
Dios era un crepúsculo y, como consecuencia de esa inmensa tormenta crepuscular, todos los integrantes de nuestro reino nos habíamos convertido en suicidas potenciales, ciudadanos sin orgullo, carácter ni sentimiento religioso que podíamos acabar con nuestra vida en cualquier momento por los motivos más superficiales. Alguien realizaba un comentario negativo sobre nuestro aspecto y pensábamos en suicidarnos. Engordábamos unos kilos y pensábamos en suicidarnos. Adelgazábamos unos kilos y pensábamos en suicidarnos. Alguien criticaba uno de nuestros poemas y pensábamos en suicidarnos. Caminábamos por bosques oscuros unos minutos más de lo previsto y pensábamos en suicidarnos. Descansábamos en negros sillones y pensábamos en suicidarnos. Exactamente, afirmaba el paisajista, ya no había más que masas de ciudadanos débiles y crepusculares. Suicidas potenciales condenados a vivir en el crepúsculo. Las madres paseando a sus hijos por los mercados eran suicidas potenciales. Los labradores, embajadores, payasos y músicos eran suicidas potenciales. Los pajes, bufones, sastres y panaderos eran suicidas potenciales. Los criados, guerreros, pintores y tapiceros eran también suicidas potenciales. Y la realidad era, a su vez, una suicida potencial. Porque todo, aseveraba con espanto el paisajista, se encontraba destruido. Los bosques estaban destruidos, los ríos estaban destruidos, las montañas estaban destruidas, la naturaleza se encontraba destruida, y los seres humanos no vislumbraban otro horizonte que el crepúsculo. Un crepúsculo sin amanecer. Un crepúsculo feroz. Un crepúsculo terrible. Un crepúsculo agotador. La existencia, de hecho, no era ya más que un crepuscular y feroz suicidio. Un suicidio feroz y crepuscular. Una decrépita obra de arte crepuscular. Shalam
andresrosiquemoreno
el mayo 3, 2024 a las 11:47 am
1imagen….suciedad, cera y linea conceptuales (tres luces en el camino)…….
2imagen….7000 robles plantados y en la base de cada uno de ellos una piedra mojon….joshep beuys..1982…(art land)
PD….el primer «taxi lluvioso», 1938, paris…… https://www.youtube.com/watch?v=ILzZsg1TpiQ…..un dia en verona
Alejandro Hermosilla
el mayo 4, 2024 a las 1:49 am
1) Difuminación de los horizontes. Nubes golosas. El panel de niebla. Una nube un poco tarkovskiana. 2) Sonando todo el tiempo las obras de Beethoven, en bucle. Todo es Beethoven aquí. PD: Delicioso Dalí. El ritornello marianista de un tipo que convirtió a los artistas surrealistas en criminales.
1imagen….suciedad, cera y linea conceptuales (tres luces en el camino)…….
2imagen….7000 robles plantados y en la base de cada uno de ellos una piedra mojon….joshep beuys..1982…(art land)
PD….el primer «taxi lluvioso», 1938, paris……
https://www.youtube.com/watch?v=ILzZsg1TpiQ…..un dia en verona
1) Difuminación de los horizontes. Nubes golosas. El panel de niebla. Una nube un poco tarkovskiana. 2) Sonando todo el tiempo las obras de Beethoven, en bucle. Todo es Beethoven aquí. PD: Delicioso Dalí. El ritornello marianista de un tipo que convirtió a los artistas surrealistas en criminales.