En Como un espejo, Karin, la joven esquizofrénica interpretada por Harriet Andersson, asegura en una estremecedora escena haber visto el rostro de Dios. Pero su faz no es bondadosa sino horrible y fría porque se corresponde con la de una araña que además desea penetrarla.
Ingmar Bergman se centra en el monólogo y en resaltar los gestos descompuestos de su protagonista. Hasta ahí llega el director sueco. Eso le basta para transmitir mares de angustia. ¿Qué haría David Lynch de filmar un concepto parecido? Filmaría a Dios. Retrataría la araña y luego veríamos a Harriet Andersson en medio de calles inhóspitas, vagando sin rumbo. Viviendo una pesadilla en la que de tanto en tanto aparecerían telarañas y se escucharían ecos y bufidos de un animal desconocido entre notas evanescentes del piano de Angelo Badalamenti. ¿Y Kafka? Algún personaje preguntaría dónde está Dios y el resto se pondrían a buscarlo con insecticidas. Shalam
ما الشياطين مثل أفضل هو أنك البقاء في المنزل مع أقدام باردة
Lo que más les gusta a los demonios es que permanezcas en casa con los pies fríos
Dejo a continuación un nuevo avería sobre el filme de David Lean, Lawrence de Arabia, el cual por su extensión dividiré en dos partes. La primera la...
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