Que el rock ‘n’ roll es, ante y sobre todo, actitud, lo dejan claro determinados discos, conciertos, videos, instantes de la carrera de The Stooges, Plasmatics, Dogs D’Amour o The Replacements.

Si tuviera que explicarle a alguien lo que es el rock, le pondría algunas imágenes de Iggy Pop cortándose la piel con una botella de vidrio recién rota, las de Wendy O. William arrojándose de un autobús segundos antes de que estalle en llamas, le haría rememorar varias cantinelas de Tyla entre trago y trago a la botella o le colocaría debajo de un escenario para sentir la energía con la que Paul Westerberg rasga su guitarra como si la estuviera golpeando contra el suelo. Y, por supuesto, le haría leer esta confesión de uno de esos escasos músicos, Jesús Hita Ruiz, que han hecho de su existencia una caótica gira musical por medio mundo. Han comprendido que, más allá del éxito, el rock más que música es un estilo de vida. Se lo han creído y lo han vivido. Probablemente porque, en este caso, lo que siempre ha tenido (y nunca ha perdido) Jesús es lo más importante. Repito, actitud. Sentido del humor nihilista. Las ganas de alzar los brazos aunque el mundo se derrumbara.

Ahí va: «La verdad que no hay nada mas balsámico que tocar para los punks…te insultan, los insultas, te gritan, les gritas, te hacen gestos amenazantes, te tiran sus cachis de cerveza, se los devuelves de una patada, te vienen después diciéndote que no te parten la cabeza porque has tocado de puta madre… en definitiva un intercambio de energía que hace de estos conciertos una experiencia inolvidable». Shalam

الحرب تجعل المنتصر غبيا

La guerra vuelve estúpido al vencedor