The unwritten, la creación de Mike Carey y Peter Gross, es un cómic tan original como extremo. De hecho, lo definiría como una investigación por la vertiente vacía de la literatura. Su grado cero. Una incursión por la página no escrita, el boceto y los capítulos decisivos de las grandes novelas que conocemos. Una explosión, en definitiva, de metaliteratura que intenta encontrar la raíz de los mitos clásicos. Mirarles de frente y hacerles cosquillas en el estómago. Sacarlos a pasear, tomar el aire y extraerles más jugo si es posible, haciéndoles participar en un inmenso relato épico donde malos y buenos luchan por el tesoro más preciado: hacerse con el control de todas la historias y libros para así dominar el mundo.
The unwritten es un cómic que se sube a la ola del maremoto deconstruccionista actual. Ese foso en el que la cultura actual se encuentra instalada donde reviven constantemente personajes antiguos mezclados con nuevos con tanta naturalidad como artificio. Un símbolo tal vez de que el fin está cerca -al menos el de la escritura- y de que es necesario volver al origen para encontrar un sentido único que se imponga a los múltiples significados procedentes de la narrativa contemporánea. Un universo colapsado por la presencia de tantos referentes que no es posible asimilarlos sin que este hecho genere un caos. Esos cruces continuos entre realidad y fantasía que disuelven las fronteras del mundo actual y han convertido nuestro presente en un infinito Génesis y el futuro, en promesa destructiva.
The unwritten es una lunática aventura que mezcla los mimbres de la novela de misterio y de magia con los de la de fantasía de manera equilibrada y desbordante. Es una obra que no habla tanto de lo que sucede en los grandes libros sino del instinto que los hizo brotar. Lo que se encuentra detrás de ellos.
La creación de Carey y Gross es una explosión pop. Un intrincado pastiche repleto de colores pastel, varitas, sombreros de copa y sortilegios mágicos pronunciados en idiomas antiguos. Es el libro de aventuras infantil que Jorge Luis Borges imaginaba en sus sueños cuando descansaba de su lectura de los relatos de Robert Louis Stevenson o sus excursiones por la literatura medieval. Un caramelo deslizándose por la lengua de Alicia en los instantes previos a caer por las rampas del país de las maravillas.
En The unwritten late el espíritu de Charles Dickens, George Orwell, Joseph Heller, Wilkie Collins, Lord Byron y un triste y desamparado Rudyard Kipling que protagoniza uno de los capítulos más logrados, perturbadores y evocadores de una colección repleta de hitos. Llena de momentos que resuenan en lectores que tienen la fortuna de encontrarse de frente con el inconsciente de la literatura. Deslizarse por la puerta de atrás de un cómic parecido a la negra habitación de un mago aficionado a la lectura.
The unwritten es un viaje marítimo y aéreo, casi un crucero alado, por la bestia literaria. Un cómic en el que las historias se confunden y los personajes viven otras vidas. Tanto las posibles como las imposibles. Entre sus páginas, por ejemplo, Moby Dick sobrevive, Orlando es asesinado como un perro tras quebrar las reglas de caballería, la bajada a los infiernos de Gilgamesh parece la de un vecino loco y nadie es capaz de decidir sobre su destino, teniendo en cuenta que la mayoría de vidas se encuentran determinadas por los avances literarios de Wilson Taylor: el misterioso escritor que se encuentra detrás de todo lo que leemos en el cómic y también de lo no escrito. Sobre todo, de esto último.
En realidad, la magia en The unwritten no se encuentra tanto en los trucos clásicos de fantasía que aparecen de tanto en tanto a lo largo de sus páginas sino en la osadía con la que sus creadores se atreven a describir lo que se esconde tras el telón del teatro. El atrevimiento con el que superan los experimentos de Pirandello o Grant Morrison para investigar cómo se sienten los personajes no tanto al reconocerse como personajes sino al interactuar con el autor y comprender que su vida se encuentra en peligro porque, aparentemente, ni siquiera el escritor conoce cómo acabará la historia. Por lo que deben obrar en uno u otro sentido para condicionar los movimientos del demiurgo literario.
The unwritten es un homenaje a los relatos que acabaron transformando la realidad. La convirtieron en un espejo de la quebradiza fantasía, haciendo saltar por los aires, como bombas terroristas, nuestra seguridad. Ciertamente, capta muy bien el zeitgeist de nuestra época. De hecho, en muchos de sus fragmentos es posible escuchar resonar las antiutopías de George Orwell y Franz Kafka. Además, la maligna cábala de orígenes ocultos cuya misión es controlar el mundo no remite únicamente a sociedades masónicas o illuminati sino directa o indirectamene al NWO. Esa entelequia que los afines a las teorías de la conspiración afirman que podría estar detrás de la crisis de valores y económica actual y dirigir secretamente los destinos de la civilización.
Exista o no en la realidad, esta organización secreta aparece en el cómic formando parte de un plan divino (y diabólico). Es un entramado malvado necesario para justificar, por ejemplo, la transformación en mago y guerrero dimensional de Tom Taylor además de su metamorfosis en el personaje Tommy Taylor. No obstante, la asociación no será más que un pliegue del vientre del bestial y eterno Leviatán en cuyo hígado se encuentran contenidos todos los libros que existieron y existirán.
Debo reconocer que me ha fascinado The unwritten. Un cómic dedicado a ensalzar las páginas en blanco de la historia y los borrones y tachones realizados por los escritores cuando narraban las hazañas épicas de su época. Una obra llena de voces de personajes parecida a un rayo esquizofrénico. Un homenaje a las hojas arrancadas de ensayos, las páginas arañadas y cortadas de los libros clásicos y los capítulos inconclusos y erratas de las de novelas inmortales.
Hay demasiado que decir sobre The unwritten puesto que, sin dejar de ser absolutamente disfrutable, la obra es un experimento. Unas escaleras que conducen a una biblioteca repleta de libros vacíos que, al abrirlos, muestran imágenes en movimiento. Espejos y hendiduras que conducen a habitaciones, playas, montañas que no son más que acaso el producto de la mala digestión de un demiurgo insomne.
Ciertamente, The unwritten es una descripción pormenorizada y maravillosa del fantasma de la literatura. Una demostración de que el mundo es puro delirio. Un símbolo abierto del que no cesan de surgir palabras. Cientos de personajes en busca de decenas de escritores. Shalam
أَدَبُ الْمَرْءِ خَيْرٌ مِنْ ذَهَبِهِ
La virtud no habita en la soledad sino que debe tener vecinos
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