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La voz del trueno

Abr 20, 2023 | 2 Comentarios

Dejo a continuación un nuevo avería dedicado a una de las mayores resurrecciones acaecidas en el mundo del pop y el rock: la que llevó a cabo Tina Turner en los 80. El cual recomiendo leer escuchando el tema que abre Break every rule: «Typical male».

 

La voz del trueno

Siempre es un placer (en absoluto culpable) escuchar a la Tina Turner de los 80. Private dancer y Break every rule eran un par de discos demoledores. Lo tenían todo. Eran radiables, coquetos y estimulantes. Eran perfectos para escuchar en un descapotable a todo volumen o en una tienda de ropa pero también para bailar desenfrenadamente en un bar y también en un discoteca. Private y Break estaban llenos de temas de esos que uno debe necesariamente escuchar para comenzar bien el día. En ambos discos había clásicos soul que habían sido remodelados, temas funky vigorosamente atractivos y pegadizas melodías ideales para hacer el amor en horas nocturnas. En realidad, ambas obras no parecían discos sino colecciones de primaverales singles. Algo lógico porque cada tema estaba producido por alguien distinto que se encargaba de desarrollar el sonido y el contorno melódico al máximo. Es cierto que eso provocaba en ocasiones que algunas partes de las canciones parecieran sobreproducidas pero el aliento carnal y el vozarrón de Tina terminaba por insuflarles alma.

Ciertamente, Tina turner poseía tal magnetismo que, incluso sin tener suficientes dotes como actriz, logró ser el centro de todas las miradas en su maravillosa aparición en Mad Max 3 como jefa de Negociudad. Además, era muy difícil que le cayese a alguien mal. Tina sonreía y sonreía el mundo. Se movía y el mundo comenzaba a girar. Y, por si fuera poco, parecía haber mejorado sus prestaciones como cantante. El tiempo no había pasado por ella y cuando su voz sonaba a todo volumen parecía que lo hacía también la naturaleza. Que estallaban truenos en medio de los cielos y se abría un hueco por el que caía lluvia a raudales.

En aquellos 80, sólo una mujer podía compararse con Tina: Grace Jones. Aunque tal vez habría que incluir también a Annie Lennox. Por más que, a raíz del éxito de Tina, esta última así como artistas mucho más veteranos, como fue el caso de Mick Jagger, intentaron en parte emular el sonido nasal que la leona del soul extraía de su garganta con una naturalidad pasmosa. Por si quedaban algunas dudas, pronto, todos comprendieron el motivo por el que Ike no quería dejar bajo ningún concepto escapar de sus garras a Tina. Esa voz era sobrenatural. No existia una igual. Tina era capaz de dejar sin armas a la mismísima Diana Ross en pocos segundos, podía convertir el mundo del soul en su corrala y propulsar al infinito las colaboraciones de los rockeros con los que se marcaba excitantes duetos.

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Pocos artistas existían con tanta energía como la Tina Turner de los 80. Bastaba verla en un vídeo o en un escenario para ponerse a bailar. De hecho, daba la sensación de que había que pararla, frenarla un poco, porque Tina se comía todo lo que le ponían por delante: la pantalla, el escenario o el mundo del pop y el rock al que había llegado como una advenediza, ayudada por un bien intencionado aprendiz de agente, Roger Davies, y una serie de estrellas (Mick Jagger, Rod Stewart o David Bowie) que, sabedores de su talento, le ayudaron a convencer a los empresarios de la Capitol para que le abrieran paso en su compañía de discos y no escatimaran en disponer medios a su disposición para conducir a Tina al estrellato.

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En realidad, a pesar de que tanto Private Dancer como Break every rule eran enormes, deliciosas masas de confetti y laca, la experiencia Tina Turner no acababa en ambos sino que para valorar el trabajo de la intérprete había, sobre todo, que asistir a uno de sus conciertos. De hecho, con mucha vista, antes de su estallido, Bowie había invitado a uno de sus recitales a los empresarios de la Capitol, convencido de que quedarían extasiados ante una fuerza de la naturaleza de tal calibre.

Eso es lo que era, en esencia, Tina: una leona. Una mujer con la capacidad de reconvertirse en artista chic y cool que no por ello desestimaba su embrujo ancestral. Había algo torrencial, de hecho, en aquella Tina. Sofisticado, sí, pero también chamánico. Lujoso pero también barrial. Y la medida para valorar su personalidad artística en su conjunto eran, sin dudas, sus conciertos. Por eso, si tuviera que recomendar uno de sus discos de aquella época, ese sería, sin duda, el mágico Live in Europe. Una obra tersa, bella y bien medida que servía de magnífico compendio entre la Tina del pasado y la actual, en la que no sobra ningún tema.

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Obviamente, el gran éxito de Tina fue producto de su fascinante talento.  Pero no cabe duda de que a medida que el gran público conocía su historia personal, empatizaba más con ella. Los malos tratos que había sufrido durante su relación con Ike la hacían querible. Más allá de su impresionante temperamento, había algo triste en Tina que tenía mucho que ver con su historia de desamor con su compañero de andanzas musicales y las constantes manipulaciones que había sufrido de parte de éste y de la industria musical. Por eso, su resurrección resultó tan impresionante. Un visceral puñetazo en la mesa que la erigía como reina victoriosa del pop. Más aún porque Tina no parecía un espíritu rencoroso ni mostraba ser demasiado vengativa. Tan sólo deseaba triunfar a su manera. Y por eso, en gran medida, su éxito fue celebrado por medio mundo. Era, repito, prácticamente imposible encontrar personas que la detestaran.

En cualquier caso, es cierto que antes de que el visionario Roger Davies la salvara del ostracismo y trazara un meditado plan para conquistar los territorios del pop, Tina Turner estaba un poco en fuera de juego. Pero eso no significa que artísticamente fuera un cero a la izquierda. El par de discos que había grabado tras la separación de Ike, Rough y Love explosion, estaban llenos de buenos momentos. Eran una deliciosa mezcla de soul y música disco sesentera. Tan sólo les faltaba algo de definición. Apuntar claramente a qué dirección tomar. Puesto que, por momentos, Tina parecía un émulo de Gloria Gaynor o de alguna de las componentes de Chic. Demasiado poco para la reina ácida ya que, como un lustro después se comprobaría, Tina no estaba hecha para ser la sombra de nadie. Podía liderar todo un movimiento y poner patas arriba cualquier lugar donde apareciese. Su lugar no eran los casinos ni los decadentes clubs sino los grandes estadios y escenarios. Más que nada porque su temperamento y fuerza eran sobrenaturales, casi divinos, hacían estallar corazones y conmover a medio mundo. Tina no era, sí, patrimonio del mundo del pop y el rock sino de la humanidad. Su voz, como muy bien había comprendido Phil Spector en su momento, era tan amplia y personal como para entonar los graves como agudos y viceversa. Para sonar universal sin dejar de ser personal.

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Lo fascinante de Tina es que incluso en los ámbitos más esteriotipados sacaba su faceta más salvaje y personal. A nadie le cabía duda de que era una fiera. Y por eso resultaba tan subyugante verla cantar medios tiempos de esos que el protagonista de American Psycho no hubiera dudado escuchar en su walkman. De entre todos ellos, me quedo con el mágico «Private dancer», (un tema que le cedió Mark Knopfler y que hizo suyo inmediatamente) en el que cantaba con convicción y cierta tristeza los avatares experimentados por una prostituta de lujo. Más que nada porque hay algo en la dicción de Tina que huele a verdad. La canción, de hecho, suena a recuento de aquellos años en los que era tratada como una máquina de hacer dinero por la industria y su marido. La perfecta meretriz del soul.

De todas maneras, también amo el desgarrador tema que interpretó para la banda sonora de Mad Max III: «We don’t need another hero». Y siempre muevo mis pies y me pongo de buen humor cuando escucho «Typical male», «Two people», «Girls» o «What’s love got to do whit it». Canciones hermosas y potentes que no importa dónde y cuándo se escuchen siempre aportan ganas de vivir. La clave, al fin y al cabo, de un vendaval escénico como Tina Turner: que su voz siempre daba ganas de vivir. Era un potente y eficaz antidepresivo. Shalam

غالبًا ما يكون تعددالقوانين أعذارًا للرذائل

La multitud de leyes frecuentemente presta excusas a los vicios

2 Comentarios

  1. andresrosiquemoreno

    1imagen….amigos, corto cristales con mis pezones…..
    2imagen…. obligada a chillar….
    3imagen…..dama de elche con hombreras…..
    4imagen..el ladron por ahi…….(y lo habia hecho hacia el lado contrario)
    5imagen….giro elsa pataky…..jajajj
    6imagen…guardia real inglesa……..
    PD….https://www.youtube.com/watch?v=qzc7vY9VTnk…..las barbaridades negras…1941….degenerados!!!!!

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    • Alejandro Hermosilla

      1) Metro Goldwin Mayer. El león presenta el filme. 2) Corte de vestido vanguardista. Todo es posible. 3) Minotauro femenino. Trueno y laberinto. 4) Besémonos todos en la playa. 5) La bien pagá. 6) Portada del ¡Hola! PD: Buenísimo. Escena deliciosa que supongo que provocaría el enojo en un Miles Davis y gente así hartos de ver cómo tratan a los negros en cocina. Pero al mismo tiempo inspirada. Gran Musical.

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Autor: Alejandro Hermosilla

Mi nombre (creo) es Alejandro Hermosilla. Amo la escritura de Thomas Bernhard, Salvador Elizondo, Antonin Artaud, Georges Bataille y Lautreamont.

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