Dejo a continuación un nuevo avería dedicado en este caso a las dos versiones del clásico «Here I go again» realizadas por Whitesnake. El cual recomiendo lógicamente leer escuchando ambas interpretaciones. La primera, que apareció en 1982 dentro del album Saints & Sinners, la dejo aquí:

Y la segunda, que apareció en 1987 en el Lp Whitesnake, a continuación:

Here I go again

Here I go again es una de las canciones que más he escuchado en mi vida. Cuando tras un tiempo hundido, ofuscado y confuso, vuelvo a reencontrarme con la vida y abrazar con fuerza las oportunidades que ésta ofrece, suelo pincharla. Existen escasos reconstituyentes vitales como el clásico compuesto por David Coverdale y Bernie Marsden. Una inyección de energía letal. No voy a citar la letra aquí, pero me parece de una belleza sin igual. Pura poesía para quienes -no importa cuántas veces caigan al suelo- vuelven a levantarse una y otra vez.

Como acabo de indicar, suelo escuchar «Here I go again» a menudo. A veces sin ningún motivo en especial. Tan sólo para celebrar que sigo con vida y continuó luchando. Pero debo reconocer que siempre me cuesta decidirme por cuál de las dos versiones que David Coverdale realizó del tema, escuchar.

La primera, la de 1982, es una oda a la soledad de los obreros y de los rockeros. Es fácil imaginar, mientras la escuchamos, a un muchacho que ha trabajado en un bar durante todo un verano, partiendo hacia una nueva ciudad sin saber lo que encontrará.

Esta versión posee un toque bluesy. Puedo vislumbrar a un viejo músico entonando la melodía en la puerta de su casa con ayuda únicamente de su voz y de su guitarra. Es un poema dedicado a los solitarios. A quienes, aunque lo han perdido todo, continúan resistiendo. Buscando sus sueños. Es un himno de clase y de identidad. Le habla directamente a los jóvenes ansiosos de buscar aventuras y con poco dinero para los que sobrevivir es un desafío. Es una canción hecha para escuchar en moto o en el autobús y tal vez en un coche de segunda mano. Rezuma autenticidad. Sabe a chaqueta de cuero y a pantalón vaquero desgastado. A Litrona que pasa de mano en mano en una fiesta y a concierto celebrado en medio de la lluvia. Sabe a sudor y a trabajo. Invoca el esfuerzo de cientos de jóvenes derrotados, con escasa esperanza, que aún así, continúan levantándose diariamente. Caminando con orgullo en medio del arenal cotidiano.

Por contra, la segunda versión nació directamente para ser escuchada a todo volumen en un coche de lujo. Es una oda capitalista a la inmensa capacidad de reinvención del ser humano. Es una canción ideal para las FM y para quienes, a pesar de los reveses de la vida, saben internamente que se encuentran destinados a triunfar.

En realidad, esta versión es para triunfadores, para gente exitosa. Gente que viste ropa elegante, folla con asiduidad y si se emborracha, lo hace con bebidas caras. La primera versión estaba destinada a garitos y bares oscuros y ésta perfectamente podría sonar en gimnasios y centros comerciales. En cualquier caso, siendo menos auténtica y sucia que la de 1982, también sabe a gloria. Es una píldora que transmite optimismo y grandeza. No nació para ser escuchada en una habitación a solas sino en una montaña o en una playa o en medio de la mansión Playboy. En una isla con una caipiriña en las manos. Es ideal para correr por parajes naturales a su ritmo y para entrar a un bar con la actitud adecuada. Preparados para lo que venga. De haber aparecido en uno de los míticos capítulos de Los Soprano, no existiría nadie que no la tuviera interiorizada. Sería reconocida como un himno mundial que lo mismo sonaría en combates decisivos de boxeo que en partidos de fútbol americano o de la NBA. Shalam

كل شيء في الهواء هو طائر

Todo en el aire es pájaro