Nunca he considerado la carta de El emperador como símbolo de poder. Existe cierta tristeza y nostalgia en el rostro de El emperador que me hace pensar que más bien, es alguien que perdió su posición de privilegio y mando. Pero aún así tiene la capacidad de recuperar su reino.
El emperador es un hombre que gobernó y ordenó. Fue el señor de un condado. Un hombre dueño de sí mismo, pero determinadas circunstancias, lo hicieron fracasar. Sin embargo, no ha perdido su capacidad de raciocinio ni su fortaleza. Es sólo cuestión de tiempo que vuelva a ocupar el lugar que le corresponde. Aunque lo hará sólo si actúa con astucia. Si en esta ocasión, es lo suficientemente perspicaz para estudiar a las personas que le rodean y la situación con templanza. Tal vez el problema de El Emperador radique en que es un hombre excesivamente material. Su afán de riquezas y poder lo cegaron. Mandaba sin tener en cuenta los dictados espirituales. Un comportamiento que le hizo perder su situación de privilegio. Y por ello, la carta que le sigue en el Tarot de Marsella es El papa. Alguien que representa el poder divino en la tierra y nos recuerda la necesidad de vincular nuestra faz terrenal con la mística. Que el dinero ha de ganarse éticamente.
Desde luego, El emperador tiene aún una enorme fuerza. Es alguien capaz de ponerse al frente de una empresa y hacerla llegar a buen puerto. No es, en ningún caso, un hombre derrotado sino más bien, un señor exiliado temporalmente. El pueblo judío en Egipto o el Cid lejos de Castilla y León. Una persona que se está tomando un tiempo para cavilar y actuar con eficacia y contundencia. Y cuando vuelva a la batalla, probablemente triunfará.
El emperador es una persona que debe reflexionar sobre su vida. Sobre las consecuencias que implica el poder. Debe aprender a controlar su sexualidad y manejar mejor su voluntad para así poder gobernar más justamente y hacer que su reinado se alargue durante muchos años. Tiene por ello un bastón de mando con una cruz en su mano derecha y se apoya en un escudo en el que se encuentra grabado el dibujo de un águila. Símbolo de que para volver a reinar debe aprender a unir sus dotes de guerrero con las de santón. La religión y las armas. Pues ningún reino material resiste mucho tiempo en pie sin leyes espirituales que lo sustenten ni es posible que un reino espiritual se consolide sin soldados dispuestos a dejar la vida por defenderlo.
El emperador es una figura masculina que, en cierto modo, invoca la paternidad. Alguien que tal vez sea padre pronto y necesite reflexionar sobre cómo serlo de la mejor de las maneras. O tal vez se refiera a un padre que debe modificar en cierto modo su actitud y actuar con más justicia y fortaleza con sus hijos. Este arcano se refiere a un señor que no es tanto un líder sino un hombre que ejerce su poder en las sombras. Silenciosamente. Pero antes o después, pasará al primer plano y es conveniente que su voz sea mesurada y fuerte. Ni tímida ni oscura.
El emperador tiene aún muchas armas en su poder para ganar la guerra. Puede que haya perdido alguna batalla pero si afina su estrategia, conseguirá lo que se propone. De todas formas -repito- esta carta nos advierte que el trabajo no consiste tanto en recuperar nuestra casa o en convertirnos en padres sino en saber qué hacer con nuestra casa cuando volvamos a atravesar su puerta y con nuestros hijos cuando seamos padres. Es un arcano que nos sugiere, en definitiva, que el poder no es algo únicamente que se ejerce sino sobre lo que también se reflexiona. Shalam
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