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Fumeta galáctica

May 24, 2023 | 2 Comentarios

Dejo a continuación un nuevo avería dedicado en esta ocasión a una de esas inclasificables bandas que de tanto en tanto emergen en el planeta pop: The Beta Band. El cual recomiendo leer escuchando el mítico tema perteneciente a su primer EP (Champion Versions): «Dry the rain».

 

Fumeta galáctica

The Beta Band eran una pasada. Sus discos parecían fruto de una mezcla entre un cuelgue de marihuana y una noche de indigestión jugando a videojuegos. En cierto sentido, sus deliciosas idas de olla anticiparon la llegada de grupos como Animal Collective que convirtieron la improvisación y la locura en rutina y transformaron la tecnología en sierva de sus inacabable imaginación. The Beta Band, eso sí, apuntaban más hacia el pasado y, concretamente, hacia la década de los 60 que el grupo de Panda Bear. De hecho, había momentos en los que parecían estar homenajeando a su manera a Iron Butterfly, Grateful Dead y, sobre todo, al ánimo de experimentación de las bandas hippies. Aunque en ocasiones les bastaba con inspirarse en todos esos psicodélicos viajes mentales de antaño para ponerse a tocar y componer sin una serie de patrones claros. Dejando que cada instrumento y melodía fluyese según el estado de ánimo de los músicos.

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En realidad, The Beta Band funcionaban como una comuna musical. Eran anarquistas artísticos. Parecían músicos de Bop por su capacidad de improvisar y de desaparecer en servicio del tema a desarrollar. Creo que es precisamente el carácter Bop de su estilo el responsable de que siempre descubramos algo nuevo en sus LPs. No importa cuántas veces los hayamos oído que muy pocas veces tenemos la sensación de haber transitado ya por esos caminos musicales.

The Beta Band tenían esa virtud. Lograban que cada escucha de uno de sus discos fuera única sin necesidad de ser ariscos ni de desvariar demasiado. No obstante, cuando lo hacían y se les iba la olla completamente, merecía también la pena seguirles porque, cuando menos lo esperábamos, nos sorprendían con imágenes, retales de canciones, estribillos, samplers que parecían retazos de pensamientos surgidos durante una ingesta de hachís o setas en medio de un bosque. Viñetas de cómic desperdigadas por la calle.

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The Beta Band fueron producto del encuentro fortuito entre el dadaísmo, el rock, la marihuana y los ordenadores. Si el mundo fuera un lugar justo, en las chillouts de todos los festivales  hubieran debido pincharse sus temas una y otra vez. Si alguna vez vuelvo a drogarme (que no lo creo), lo haré con sus obras. Todas esas canciones (u odas augurales) que permitían pensar tanto en las maquinas de marcianitos como en los monumentos megalíticos y, al mismo tiempo, describían perfectamente el final de la era del confort.

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Los miembros de The Beta Band tocaban como si estuvieran tomándose un Martini con Syd Barret. Si Pink Floyd eran un cohete, la banda escocesa cimentó su discografía esnifando el humo que emergía cuando el artefacto despegaba. Lo mejor de todo es que iban completamente a su olla tanto músical como socialmente. Las listas de éxito les importaban tanto como el listín telefónico. Parecían estar fuera de la realidad pero eran detallitas al extremo. No temían contradecirse. Tenían, por ejemplo, actitudes de estrella snob pero si algo no soportaban era precisamente a las estrellas snobs y, aunque parecían disfrutar el anonimato, luchaban por diferenciarse lo más posible de los músicos de su generación.

En verdad, The Beta Band estaban varios cuerpos siderales de grupos del cariz de Gorky’s Zygotic Mynci con los que podía perfectamente comparárseles de no ser porque su arte era infinito. Mucho más complejo y elaborado. Lleno de matices. Sus discos eran como acuarios. No cesaban de moverse hacia otras dimensiones. A veces hacían folk, otras parecían haberse despertado en medio de un filme de David Lynch o que quisieran recrear lo realizado por The Who en Sell out, en ocasiones grababan temas que podrían haber surgido de un interminable ensayo con miembros de The Stones Roses, también podían pasar perfectamente como primos hermanos de The Residents e incluso (por el uso de samplers y los sintetizadores) podían presumir de hacer post pop y captar la atonía depresiva del Siglo XXI en Occidente.

Lo curioso de todo es que transmitían cierta armonía. Un halo a misterio griego y a rock progresivo perfectamente integrado con una personal manera de captar la incertidumbre propia del mundo contemporáneo. En este sentido, su discografía no es tanto un viaje espacial como uno interior. Sus discos no invitan tanto a volar como a reflexionar con cierto sentido del humor sobre nuestra existencia.

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Obviamente, The Beta Band estaban condenados a desaparecer pronto. No tanto por la música que hacían como por su locas actitudes. Por ejemplo, exigieron a los periodistas de Mojo que les hicieran las mismas pregunta que a los Beatles antes de su concierto en el Shea Stadium de 1966, dispararon en ciertos momentos contra la MTV y los Q Awards y no dudaron en realizar declaraciones suicidas en los momentos más inoportunos. Curiosamente, se separaron cuando grabaron su disco más compacto. Muchos de los críticos los acusaban de dispersos y se alegraron de que la banda escocesa entregara un disco como Heroes to Zeroes. Su álbum más pop y digerible. Pero yo he de reconocer que (aun gustándome) es el que menos suelo escuchar de ellos. Me fascinan precisamente los discontinuos dos primeros Lps y, por supuesto, que adoro sus tres primeros EPS. Una sinfonía psicofónica de ingrávidos sonidos e ideas alocadas que habría hecho las delicias de Brian Wilson de haberlo escuchado durante su juventud. Una fascinante locura llena de sorpresas sonoras dignas de un grupo que salía al escenario vestido o bien con trajes de karate o con tocados de indígenas americanos, tal y como correspondía a unos músicos que me hubiera creído perfectamente que, de pequeños, hubieran caído en un barril de LSD o hubieran crecido contemplando viejos episodios de La dimensión desconocida en una granja situada en medio de ninguna parte. Shalam

لا إله أعظم من الحق

No hay dios más grande que la verdad

2 Comentarios

  1. andresrosiquemoreno

    1imagen….los humanos han conseguido que los hombres puedan quedar embarazados……
    2imagen……un big bang androide…..
    3imagen….una procesion muy muy muy flipante………
    4imagen….en cada calle hay un tiovivo…..(rodeado de un paracaidista y de un antiaereo)….(la 1º- la 2º g.m.)……
    5imagen…..la imaginacion de la imaginacion ….(meta)……(sabroso golpe a las experiencias)……..jajajjj…..
    PD….https://www.youtube.com/watch?v=a77yHpjdUtU….mucho traffico en los zapatos con un agujero….jajajj….

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  2. Alejandro Hermosilla

    1) Podría ser la portada o la contraportada de un disco como «We are floating in the space» de Spiritualized. 2) Peli de robots que se convierte en serie y también en videojuego. 3) Homenaje al Bob y a los cuelgues psicodélicos de Brian Jones. 4) Homenaje a los muñecos Geyperman. 5) Budistas y sagrados. Unos tíos flipaos que dicen que la música es su religión. PD: Dios.. qué buenos que eran estos tíos. De hecho, encajan perfectamente con Beta Band. ¡¡¡Bien!!!

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Autor: Alejandro Hermosilla

Mi nombre (creo) es Alejandro Hermosilla. Amo la escritura de Thomas Bernhard, Salvador Elizondo, Antonin Artaud, Georges Bataille y Lautreamont.

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