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Un círculo de heces

Feb 8, 2024 | 2 Comentarios

Casi una década antes de que Evaristo Páramo (el cantante de La Polla Records) cantara a voz en grito aquello de «Come mierda vitaminada, Come mierda concentrada, Come mierda deliciosa, Come mierda y págala», Pier Paolo Pasolini terminó de rodar Saló, su escalofriante testamento fílmico. Una película violenta y sagrada, absolutamente estremecedora, que todavía hoy en día puede ser considerada el mayor alegato artístico contra el consumismo jamás realizado.

Significativamente, una de sus partes se denominaba Círculo de la Mierda. En la misma, una pobre muchacha que se lamentaba por el asesinato de su madre, era forzada a comer las excreciones de uno de sus captores. Concretamente, el duque. Posteriormente, se llevaba a cabo un banquete coprofágico entre los muchachos apresados por el grupo de nobles que resulta difícil contemplar sin cerrar los ojos en algún momento o sentir ganas de vomitar. Yo concretamente fui al baño la primera vez que vi la escena y tardé un tiempo considerable en recuperarme.

Entiendo que esta experiencia fue compartida por muchos espectadores. Pasolini es tan directo y veraz que resulta difícil mantenerse incólume ante la truculenta escena por mucho que sepamos, como nos explica Miguel Dalmau, que «las heces (…) eran en realidad unos deliciosos cilindros de chocolate suizo con galleta picada y leche condensada, encargados en la mejor pastelería de Mantua».

Si Pasolini deseaba golpearnos, desde luego lo logró como casi nadie lo ha hecho. Sin embargo, fue precisamente ese latigazo (entre decenas más que brotaban de la pantalla) lo que provocó que muchos espectadores fueran incapaces de reflexionar sobre aquello que habían visto. Así que se tendió a lo fácil. Se analizó lo explícito. Y, por lo general, Saló fue considerada (con simpleza) una terrible sátira y metáfora contra el fascismo.

Parecía que Pasolini ajustaba cuentas con el pasado de su patria y al mismo tiempo advertía sobre el futuro. Pero, en realidad, Pasolini utilizaba el pasado en Saló no para cerrar ninguna herida sobre el mismo (de hecho, en realidad, la reabría) sino sobre todo para hablar sobre el porvenir de Italia (y de paso del resto de Europa). Para advertir sobre el nuevo cáncer inoculado desde los centros de poder por el capitalismo industrial y el fascismo: el consumismo.

El mismo Pasolini aclararía mucho esta idea en una impresionante entrevista realizada por Gideon Bachmann: «Se ha difundido entre los italianos la ideología del hedonismo consumista, que es, a su manera, estúpidamente laica y racional, miope y estrecha. Esta ideología toca a todos los italianos, intelectuales incluidos. (…) La enorme masa de los italianos ha caído en este mecanismo. Han caído los valores y han sido sustituidos por otros. Han caído los modelos de conducta y han sido sustituidos por otros. Esta sustitución no era el deseo de la gente de abajo, sino que ha sido impuesta por el Poder consumista, es decir la gran industria italiana multinacional y también la nacional, hecha de pseudoindustriales, que querían que los italianos consumieran ciertos bienes de cierta manera. Y para consumirlos, debían crear otro modelo humano. Un viejo campesino, tradicionalista y religioso, no consumía la comida basura que anuncian en la televisión. Había que encontrar un modo de que la consumiera. En verdad, los productores fuerzan a los consumidores a comer mierda. Nos dan cosas adulteradas, malas…; los quesos robiola, los quesitos para bebés… son todo cosas horribles que son mierda».

Gracias, por tanto, a las declaraciones de Pasolini podemos vislumbrar que los cuatro nobles  (Presidente, Duque, Obispo y Magistrado) que encerraban con ayuda del brazo militar a los muchachos en un palacio cercano al pueblo de Marzabotto no eran tanto vestigios del pasado sino fuerzas omnipotentes que, con su debida reconversión, continuarían castrando la vida de los italianos (y resto de occidentales) en las mal llamada democracias modernas (en realidad, partitocracias).

De hecho, lo mejor de Saló es que, a diferencia de esa especie de comerciales televisivos que son los telediarios o las ruedas de prensa, aquí los poderosos no visten como protagonistas de un anuncio de Martini o de una película de Tarantino sino que se muestran en toda su crudeza. Con esa viscosidad inherente a los que pueden hacer lo que les de la gana con total y absoluta impunidad: mentir, asesinar, robar o torturar. Y, por supuesto, pueden lograr que los jóvenes follen con deseo con sus verdugos, entre ellos mismos o con cualquiera que se cruce en su camino, que coman mierda, que griten contra sus hermanos o que canten goles de millonarios cuyos orines no dudarían en beber si se los vendieran debidamente embotellados con aspecto de gaseosa. Con razón decía Pasolini, de acuerdo en esto con Sade, que si había algo anárquico era el poder.

La prueba más flagrante de que Pasolini dio en el centro de la diana fue su asesinato. Tras el rostro de los comerciantes se encontraba el de los mercaderes del templo de Cristo aliados con el ejército romano, la nobleza, los jerarcas eclesiásticos, los nobles reconvertidos en demócratas y el habitual tropel de sumisos y temerosos periodistas y funcionarios dispuestos a cualquier cosa por participar del botín. La juventud europea estaba en cierto modo condenada a la esclavitud y, lo peor de todo, es que (engañada, manipulada o adocenada) levantaría sus copas entusiasmada para brindar por la libertad.

En fin, a día de hoy, cualquiera que mantenga una cierta distancia (si es que esto es posible) con los mass-media y el poder, convendrá que tal vez la mayor lacra humana jamás existente, sí, sea el consumismo: una nueva peste que incide en la desmemoria y aniquila el júbilo vital y el riego sanguineo cerebral lentamente. Una ideología peligrosa y vacía (como todas lo son en un tiempo en el que la única ley moral es la del dinero) que logra que (no hay más que ver los rostros de los compradores en los centros comerciales) sus víctimas vayan al matadero con dicha y alegría. Que entreguen su alma (sin necesidad de pacto faústico) o su inocencia sexual a desconocidos en nombre de la diversidad. Y que todos en general comamos mierda (hamburguesas,  gaseosas, bebidas carbonatadas, keptchup, café en cápsulas, yogures pasteurizados) con un gesto de tonta satisfacción mientras nuestras costumbres y tesoros (cultura, arte, religión, agricultura) languidecen vejados sin rubor en el potro de tortura mediático. Shalam

من الأفضل أن تكون تعيسًا وعقلانيًا من أن تكون سعيدًا وتفتقر إلى العقل.

Vale más ser desgraciado y racional que feliz y falto de razón

2 Comentarios

  1. andresrosiquemoreno

    1imagen….esto huele a modernismo, a alegro vivace…jajaj…a uniformidad, a pasar revista en la mili….
    2imagen….familia unidad jamas sera vencida….
    3imagen….performance (subversiva para la epoca en los 70)….
    4imagen…yo un grafitero, aqui la madre santisima (banksy)…..
    PD…https://www.youtube.com/watch?v=srz8p10XawE&list=PLrRADUHpQ4h6R69E_6GsYSwlExjJQRbTF&index=14….bela bartok..string quarter nº5..1935…alegro vivace…..sonrisa

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    • Alejandro Hermosilla

      1) Años antes de lo ocurrido al principio de Novecento. Bertolucci. 2) Una pantomina sobre la Belle Epoque. El germen de un filme como «Funny Games». 3) Paraíso salvaje a punto de saltar por los aires. Sacrificios carnales. 4) Cristo redemptore. PD: Bartok. Cámara, música diabólica y perversiones.

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Autor: Alejandro Hermosilla

Mi nombre (creo) es Alejandro Hermosilla. Amo la escritura de Thomas Bernhard, Salvador Elizondo, Antonin Artaud, Georges Bataille y Lautreamont.

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