Qatar 2022 ha sido, digan lo que digan, un Mundial insípido. Si Argentina hubiera sido eliminada en octavos de final o en cuartos, ya no nos acordaríamos del mismo. En eso me recuerda al de Corea y Japón, que algunos recordamos más por los errores arbitrales que por el juego allí desplegado. El fútbol (tal y como lo demostraron argentinos y holandeses) es mucho más que una buena organización, unas lujosas instalaciones para entrenar o unos campos en perfecto estado. De hecho, la locura y la pasión suelen emerger de los barrios y lugares donde se tienen esfuerzos para comprar un balón o unos deportivos. Y son precisamente esos atributos los que dan contenido a un deporte que continúa demostrando que nada le afecta. Ni crisis económicas, ni guerras, ni críticas, ni el VAR ni lo inimaginable. De hecho, a estas alturas, tengo la impresión de que si una especie extraterrestre nos conquistara, no tardarían en liberar a nuestros mejores futbolistas de sus prisiones para divertirse contemplándolos.

Obviamente, un Mundial es un Mundial y siempre deja momentos para el recuerdo. Destellos. Iluminaciones. Temas que comentar. En este caso, unos pocos a los que me gustaría aludir antes de despedirme de él para siempre.

Ahí dejo estas breves reflexiones (más bien puntualizaciones).

1) Japón ha sido, sin dudas, una de las agradables sorpresas del Mundial. No sé dónde leí que sus técnicos están siguiendo un programa informático con el objetivo de conquistar el Mundial del 2090 o el 2094. Visto lo visto, no van desencaminados. Les falta una estrella y la pasión. También la inspiración. El orden ya lo tienen. También la voluntad y la disciplina. A poco que combinen un poco de furia yakuza con entramados tácticos perfectamente ensamblados por infalibles computadoras pueden ser un equipo temible en futuras décadas.

2) Además de por Argentina, este Mundial será recordado por Marruecos. El Mundial, sí, necesitó de Argentina para hacerse un hueco en la historia. Pero en el caso de Marruecos, fue el conjunto africano el que necesitó del Mundial para hacerse un lugar en la historia. A día de hoy, ya lo tiene. Si hubo una selección que enamoró a casi todos fue la marroquí. No tanto por el juego desplegado sino por la entrega. Su fe.

Marruecos es posiblemente la selección que mejor ha defendido en el Mundial. A los españoles y los portugueses los desquició. Jugar con un gol en contra ante Marruecos era un verdadero dolor de cabeza. Los marroquíes eran guerreros. Soldados inmensamente disciplinados que, de tener un delantero letal, podían haber aspirado aún a cotas más altas. Su partido contra Francia fue poético. Faltaba verlos desplegarse en el campo en desventaja y su actitud fue sobresaliente. Su partido enamoró a cientos de miles de aficionados, agarrando y superando al fin el testigo de la entrañable Camerún de Roger Milla.

3) Lo de Luis Enrique y la prensa española es directamente de manicomio. De psicólogo. Hasta antes del Mundial, el asturiano había gestionado muy inteligentemente esta relación. Había tenido ciertos desplantes y algunas salidas de tono ante los irrespetuosos medios, pero más o menos lo había sabido llevar. Sin embargo, en el Mundial se pasó de frenada. Creo que realizar emisiones de twitch es una buena idea. Pero como todo, si se sabe llevar. Una a la semana, me parece una genialidad. Una al día, una ida de olla. Una irresponsabilidad.

De hecho, Luis Enrique terminó acaparando el foco mediático por encima de los jugadores a tal nivel que muchos ya ni sabían a qué jugaba España y deseaban que la selección fuera eliminada para perderlo de vista. Algo se rompió entre Luis Enrique y la selección española. Una pena porque es un técnico impresionante que ha gestionado como pocos una etapa en la que España no posee jugadores de primer nivel. Los tendrá, pero todavía no porque están en formación. De hecho, es a su pubertad que podemos achacar que se dejaran empatar contra Alemania en un partido que tenían bien dominado, que se dejaran sorprender por Japón y que no supieran encontrarle la vuelta en ningún momento a su partido contra Marruecos. La selección africana era mucho más fiera de como la pintaban pero España debió haber sabido encontrarle algún punto débil.

4) Francia dio miedo todo el Mundial. No tanto por cómo jugaba sino por la impresión que daba de imbatibilidad. La pregunta a hacerse ante la selección gala no era si ganaba el Mundial sino si habría alguien capaz de ganarle. Francia, en cierto modo, jugó como el Madrid de Ancelotti. Sin riesgos y con las ideas claras. Pero Francia no tiene la mística del Madrid y por eso perdió la final. Brasil o Argentina ansiaban, deseaban, necesitaban más la copa.

5) Argentina tuvo la suerte del campeón en dos ocasiones. Perdió su primer partido contra Arabia Saudita. Se vio fuera del torneo. Sintió la guadaña en el cuello. Contempló el abismo de frente y se hizo fuerte y más fuerte y más fuerte. Después de superar a los holandeses, se convenció de que el Mundial era suyo. No había un equipo mentalmente más poderoso. Lo de Arabia Saudita fue un regalo. Aunque no fue el único. Entre medias, Argentina tuvo la fortuna de que Croacia eliminara a Brasil por penaltis. De haberse cruzado contra la selección carioca en semifinales, ta vez ahora no estarían festejando el título. Brasil -y más después de la Copa América- le tenía muchas ganas a Argentina. Muchísimas. Y además, tenía con Francia el mejor equipo del Mundial.

6) Modric tuvo la despedida que merecía un artista de su categoría. Modric no es un futbolista. Es un pintor. Es un escritor. Convierte cada partido en una novela. Ha hecho de los mundiales, una epopeya y debía despedirse como lo hizo. En plan heroico. Sólo Messi y Mbappé pueden igualar su tono de leyeda en este torneo.

A diferencia de Cristiano Ronaldo, Modric destacó siempre por interpretar como nadie el juego colectivo. Ha sido alguien en el fútbol por su tremenda capacidad de asociación. De Modric se recuerdan más sus pases y su inteligencia que sus goles. Modric entendió pronto que él ganaba si ganaba su equipo y siempre se puso al servicio del colectivo. Muy distinta, repito, ha sido la actitud de Cristiano. Un excelente jugador que casi llega a tocar el cielo gracias a su ego pero al que el ego ha terminado traicionándolo en su triste, casi patética despedida de los Mundiales. En vez de poner su impresionante talento al servicio de su selección (aceptando que ya no debía ser protagonista), Cristiano fue un foco continuo de problemas. Todo lo contrario que Modric. Darle el balón a él era un desahogo para sus compañeros. Encontrar la mejor solución en el momento adecuado.

7) El fútbol, como dije al principio, sigue su camino imparable. De momento, parece indestructible. Tanto que sólo veo una forma de que su reinado caiga: la autodestrucción. De hecho, ni el VAR (necesario y bueno en su justa medida) ni muchas de las absurdas normas actuales le han hecho un poco de pupa. En realidad,  todo es posible. Pronto, supongo, se hará un Mundial cada dos años, se terminarán jugando partidos en la luna y entiendo que, finalmente, algunos clásicos se jugarán casi en horario de madrugada para que todo el planeta los pueda ver en directo. Todo, todo es posible con tal de que siga el negocio. Y pocos como éste. Shalam

الصمت هو الصديق الوحيد الذي لا يخون أبدًا

El silencio es el único amigo que jamás traiciona