Creo que Null Island es la mejor novela de Javier Moreno desde Alma. Recuerdo que tuve el privilegio de presentar este último libro junto a Alfonso Gacía Villalba en Murcia y que vaticiné que en el plazo de diez o quince años el escritor cartagenero podría ofrecernos textos vastos y hondos. Grandes. Todavía no he leído Omega pero, tras leer Null Island y El hombre transparente, tengo claro que Moreno ha alcanzado al fin la madurez como escritor.
En realidad, el problema (si es que esto puede ser llamado un problema) de Moreno radicaba, a mi entender, en que las tramas de sus novelas no solían estar a la altura de sus continuas reflexiones filosóficas. Como narrador de historias, Moreno era interesante, sí, bueno, pero uno más. Si a Moreno le hubieran encargado realizar una novela de aventuras, la habría realizado con solvencia y eficacia. Pero no hubiera transmitido mucho. Sin embargo, en caso de reflexionar sobre esa misma novela, sí que probablemente habría logrado emocionar. La aventura en las novelas de Moreno no es su argumento sino las lúcidas divagaciones parecidas a virus que se encuentran en ellas.
Tengo la impresión de que Javier escribe novelas para poder meditar sobre ellas y el mundo que le rodea. No le interesa tanto contarnos algo como sus reflexiones sobre ese «algo». Un proceso lógico porque como ensayista, aforista, filósofo (o como se lo quiera llamar) Moreno es un superdotado. Moreno es capaz de poner de manifiesto la belleza de complejos problemas en una o dos frases, de vislumbrar el «aura» contemporáneo en objetos y gestos cotidianos sin aparente importancia y de otear el signo de los tiempos en los comportamientos más livianos y habituales.
En fin, probablemente me ocupe mañana o pasado de El hombre transparente, pero hoy, de momento, lo haré de Null Island. Y lo haré a mi manera. Lo que significa que no analizaré tanto la novela sino que mencionaré una serie de aspectos que me han interesado de la misma. Ahí los dejo.
Null Island
Me gusta mucho que Null Island se encuentre protagonizada por un escritor con problemas de impotencia. Un tema tabú que apenas se suele tratar en ninguna parte y que, en resumidas cuentas, sirve de cruel metáfora de nuestra época. Tenemos todo al alcance de un click pero esto no nos garantiza mayor felicidad. De hecho, al contrario, ahonda en nuestro desamparo y soledad. La omnipotencia de la era internet como trasunto simbólico de la impotencia individual.
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Yo también, como el escritor que protagoniza Null Island, me pregunto si continúamos masturbándonos en soledad, bajo las sábanas, sin necesidad de ver páginas porno. Si queda alguien proclive a masturbarse sin una imagen grabada frente a él.
Aquí Moreno nos pone de frente con otra de las habituales paradojas de nuestro tiempo. La libertad para contemplar todas las imágenes y fantasías sexuales posibles termina por esclavizar. El orgasmo está preso de la compulsión virtual. De las imágenes (no ya soñadas) sino grabadas por otros. Una reflexión que me hace acordarme de la versión fílmica llevada a cabo por Pier Paolo Pasolini de Las 1001 noches. Allí el cineasta italiano nos presentaba imágenes sexuales llenas de vida y alegría. Nos colocaba delante del sexo natural. El sexo del alma. Ese que, pronfundizando en el mismo, nos conduce al orgasmo cósmico.
En Null Island, sin embargo, apenas hay orgamos. Y si los hay, son solitarios. Tristes. Famélicos. Asexuales. Aburridos. Muestras de hastío.
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Sería muy interesante contrastar las frases de Javier Moreno sobre el sexo con las que Louis C.K. vierte sobre este tema en muchos de sus espectáculos. Ante todo, porque creo que ambos coinciden en muchos aspectos. Sólo que los abordan con objetivos diferentes. Louis C.k. profundiza en la sexualidad masculina para descojonarse de la estupidez humana. Para montar un esperpento. Louis C.K. se fija en detalles como el tamaño de la barriga en relación al pene para conducirnos al infierno cotidiano y hacernos reír de nuestra puta vida. Javier Moreno, sin embargo, lo hace movido por la perplejidad y la curiosidad, por su afán de estudiarlo todo, y termina en la tristeza y la soledad. No provoca risas sino desazón.
Por cierto que aquel triste episodio por el que Louis C.K. fue cancelado culturalmente durante unos años podría formar parte perfectamente de un apéndice de Null Island. También, claro, de una de las novelas de Alfonso García Villalba. Escritor que no por casualidad presentó Omega en Murcia. Un libro que tengo muchas ganas de leer pero que, al ritmo que voy, posiblemente no abra hasta dentro de dos o tres años.
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Estoy muy de acuerdo con el narrador de Null Island en que la escritura de Marcel Proust alarga el orgasmo. Eso mismo he sentido cada vez que leía al escritor francés. Proust escribía con frases largas, redondas, que no parecían terminar nunca porque odiaba concluir el acto sexual. Era un esteta del deseo. Amaba (como pone de manifiesto su célebre novela) regocijarse contemplando a su ser amado. No ansiaba culminar sino seguir amando hasta el infinito. Motivo por el que En busca del tiempo perdido es tan extenso y parece no terminar nunca. Proust es un cigarrillo de hachís que multiplica el ritmo de las horas y los días como una composición de Debussy.
La escritura de Javier Moreno sin embargo se divide entre el vértigo y el sosiego. Sus análisis son rápidos y vertiginosos, parecidos a estelas, a la navegación en internet, al pulso de un automovilista al volante de un Formula 1 y, por contra, la realidad que narra prosigue su obstinado ritmo semejante al que ha tenido desde que el hombre es hombre.
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No he podido evitar escuchar la célebre «Camino Soria» de Gabinete Caligari cuando el escritor de Null Island se dirigía en tren a un Congreso al que había sido invitado en la ciudad manchega. Me hubiera encantado que Javier Moreno analizara esta canción en este pasaje de su novela. Aunque entiendo que podría decir tantas cosas sobre la misma que posiblemente esta empresa le conduciría a escribir un breve ensayo sobre el desamparo de la Generación del 98 y la de nuestra época que, en realidad, es otro de los temas internos de Null Island. Título muy certero de una novela que desazona porque, sin ser nihilista, realiza una radiografía feroz sobre nuestra era. La soledad total que reina en el mundo de la comunicación total. Absoluta.
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Me gusta mucho este pasaje de Null Island que da para análisis psicológico: «Ocurre que en los momentos de mayor efusividad literaria, cuando uno sabe que lo está haciendo bien, el instante en el que el artesano encuentra aun tiempo el mayor placer y la máxima disolución en su trabajo, algo me incita sin lógica alguna a abandonar la escritura para dedicarme a no se sabe qué actividad, buscar una factura o mirar zapatos en internet oabrir mi cuenta de Facebook o afilar lapiceros. Es un gesto incomprensible, falto de explicación».
Puedo entender perfectamente al narrador. A mí era algo que me ocurría hace varios años. Sobre todo, antes de escribir en averíadepollos. Cuando escribía un manuscrito que no sabía si publicaría, sufría más cuando poseía la certeza de estar escribiendo algo interesante que cuando dudaba. Desde que escribo en avería, ya no me ocurre. Lo bueno y lo malo que escribo aparece cada día en una pantalla a la que prácticamente todos los seres del planeta tienen acceso. Mis dudas ya no son mías sino de todos.
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Me han resultado muy interesantes las reflexiones sobre los actores y su relación con los escritores que aparecen en Null Island. Puedo también entenderlas perfectamente.
En realidad, hay algo fascinante en alguien que se sabe escritor. Todo lo que dice y hace se encuentra marcado por ese estigma. Eso es algo que me encanta de este libro. Una novela que puede leer cualquier persona, pero que probablemente sólo entenderán con profundidad los escritores. De hecho, aunque en ningún caso, Moreno se refiere a ello, creo que uno de los temas esenciales de Null Island es cómo ser escritor en la era internet. Probablemente la obsesión central de la literatura del siglo XXI hasta el momento. Shalam
السياسة جعلت الأمية مرغوبة ومشرفة
La política ha convertido el analfabetismo en algo deseable y honroso
1ºimagen….portadas de coleccion de musica blues editadas en españa……profesor longhair…..
2ºimagen…..javier moreno de frente, la isla cero de lado (foto policial)…sonrisa…
3ºimagen…..rembrandt hacia el penhouse de la epoca……
4ºimagen…..averiguamos el norte el sur el este y el oeste y despues ponemos grifos de agua en el sur…..jajajj
5ºimagen….un canguro lleva en sus espaldas la isla 0º,0º………(el canguro es javier moreno?)…..
PD….https://www.youtube.com/watch?v=SCwp6mOCOQ0…tipitina..profesor longhair…vegetales, carne y postre gorro de moscu……
1) jjja..muy bueno lo de las portadas. Mapa pegado en la ciudad de Nueva York de un mal imitador de Bansky. 2) Javier Moreno. Foto de pintor renacentista. Al lado un graffit de un mal imitador de Bandsky. 3) El rey de Nueva York. Documental de Scorsese sobre Louise C. K. Un sueño loco. 4) Un comercial en que se anuncia la nueva temporada de Lost. 5) Un videojuego sobre Lost para la nueva promoción de máquinas Arcade. Puro Remember. PD: no conocía al profesor Longhair. Me ha gustado bastante. ¿Alguna referencia en particular a escuchar?
Me entero de que David Bowie le pidió a su pianista tocar al estilo del Profesor Longhari para la canción TVC15. Joder. Sí suena a eso. Exacto. Ahí está…..¡Descubrimiento nuevo! https://www.youtube.com/watch?v=Dh8RDktOdnc&ab_channel=DavidBowie-Topic