Hoy estaré firmando ejemplares de 5 a 8 de la tarde de El jardinero y Un reino oscuro a quien lo desee en la FNAC de Murcia. Así que como suele ocurrir cuando participo en eventos de este tipo, dejo a continuación un pasaje de una de las dos novelas. En este caso de Un reino.
Aprovechando la noticia relacionada con la «falsa» muerte de Noam Chomsky, me ha parecido ideal introducir esta secuencia en la que los dos arquitectos que protagonizan la novela departen con un duque que realiza un disección cruel sobre los ilustrados que desean acabar con la monarquía y con Dios y terminan entronizando una serie de creencias que, por lo que sea, aceptamos actualmente con total naturalidad. Obviamente, no resulta difícil intuir aquí una sátira a todos esos abismos a los que se nos conduce cuando convertimos la conocida máxima «igualdad, fraternidad y libertad» en dioses al servicio del egoísmo.
Crédulos ateos
El duque aseguraba con desprecio que no había quien supiera el ideal al que aspiraban esos frívolos amantes del placer y el lujo, aunque resultaba obvio que la sinfonía de amor de la que tanto se jactaban, se encontraba llena de rencor puesto que, entre otros hechos deleznables, los ciudadanos demócratas e ilustrados que seguían sus dictados estaban dispuestos a hacer realidad cada una de sus oscuras ideas. Básicamente, subrayaba el duque, porque los ciudadanos ilustrados y demócratas eran completamente crédulos. Eran muy fáciles de engañar. Eran absolutamente crédulos. La credulidad en persona. La crédula estupidez personificada. Los ciudadanos y trabajadores demócratas e ilustrados se lo creían todo. Se habían creído, sin ir más lejos, que tal y como los nobles ilustrados sostenían, Dios no existía. Así que todo lo que se saliera de su control —lluvias, tormentas, accidentes— les enojaba porque ellos mismos aspiraban a ser dioses. Querían ser divinidades airadas ilustradas, dioses de la venganza ilustrada, dioses del ateísmo ilustrado, dioses nihilistas ilustrados. Cada mañana, de hecho, todos los ciudadanos demócratas e ilustrados insultaban al mismo tiempo a los árboles y a los cielos. Constantemente, los ciudadanos demócratas e ilustrados aullaban, gritaban, levantaban su voz contra el mundo natural. Se enojaban intensamente con las tormentas y temporales, con todo aquello que no pudieran controlar y con todo aquel que no pensara como ellos y dijera una sola palabra distinta de la que ellos consideraran que era apropiado pronunciar. Porque, en el fondo, ni tan siquiera se conformaban con gobernar o ser reyes. Deseaban ser divinidades vengativas con la capacidad de dominarlo todo, absolutamente todo. Tanto la fuerza a la que el viento debería soplar como quién debía nacer y quién morir. Por lo que sus semblantes se llenaban de alegría cuando los seguidores de sus oscuras ideas ilustradas y ateas asesinaban a niños que aún no habían salido del vientre de sus madres en nombre de la libertad y la fraternidad. Muchos de ellos querían, asimismo, que en los negros océanos sólo hubiera moluscos pequeños y se sentían tremendamente perjudicados y desfavorecidos cuando veían nadar a su lado a un pez espada. Alguien que les recordaba al instante sus enormes defectos y les hacía sentir inferiores. Razón por la que no soportaban la presencia de los grandes artistas a su lado ni de ningún rey.
No faltaban, de hecho, decía el duque, quienes culpaban a nuestro monarca de su locura, de su pobreza, de sus heridas, de su tristeza, de su débil carácter, de sus dudas, de sus dolores, de sus sufrimientos y de sus penas. Aunque si nuestro soberano se hubiera aparecido ante ellos y se lo hubiera exigido, se hubieran arrodillado inmediatamente ante él buscando su perdón y aprobación. Porque eran hombres muy cobardes. Eran seres medianos. Víctimas que se creían moralmente superiores al resto de sus semejantes. Eran individuos átonos y abúlicos que no se atrevían a incinerarse para defender a un rey ni tampoco a traicionarlo. Pues todo en ellos era comedia. Tanto era así que, aunque no cesaban de sonreír, vivían eternamente en guerra. Peleados con el mundo. Siempre airados, siempre enojados, siempre estreñidos. Y si, por un lado, aseguraban que había que acabar con todos los reyes, por otro, vociferaban en secreto, que nada era imaginable sin los reyes más que negras fronteras vacías, puentes colgantes vacíos y negros abismos vacíos». Shalam
الشخص الممل هو الذي يتحدث عندما تريده أن يستمع إليك.
Una persona aburrida es la que habla cuando deseas que te escuche
andresrosiquemoreno
el junio 22, 2024 a las 11:58 am
1imagen….querida cayetana, tendras dinero suficiente (moño de billetes) para comprarte a uno de estos dos mozos o a los dos?…
2imagen….ay dios meu y mi hija con 14 años…….
3imagen….sueño de «senderos de gloria»-1957….
PD….https://www.youtube.com/watch?v=n9I8_Ya5ccw….boccherini..
..fandango….goya en burdeos-1999……
Alejandro Hermosilla
el junio 24, 2024 a las 12:25 am
1) ¿Soy la guapa o la bruja de la fiesta? 2) El sexo no sabe lo que es al amor. 3) El mercader de Bagdag sueña con un ejército que cuide sus tesoros. PD: Goya y los ilustrados. Una relación de amor-odio. Tortuosa.
1imagen….querida cayetana, tendras dinero suficiente (moño de billetes) para comprarte a uno de estos dos mozos o a los dos?…
2imagen….ay dios meu y mi hija con 14 años…….
3imagen….sueño de «senderos de gloria»-1957….
PD….https://www.youtube.com/watch?v=n9I8_Ya5ccw….boccherini..
..fandango….goya en burdeos-1999……
1) ¿Soy la guapa o la bruja de la fiesta? 2) El sexo no sabe lo que es al amor. 3) El mercader de Bagdag sueña con un ejército que cuide sus tesoros. PD: Goya y los ilustrados. Una relación de amor-odio. Tortuosa.