
Jorge Ibergüengoitia: las leyes de Herodes
En suma, sí, lo que aprendemos con Ibargüengoitia, es que la ley como tal en México no existe. Toda ella es fantasía. O se encuentra regida por individuos con amplia billetera. Y si bien es cierto que por poner en primer plano este hecho, no debería ser considerado un escritor de primera categoría, su mérito radica, como manifestara con lucidez Sergio Pitol, en haber podido extraer una sonrisa a sus lectores al contemplar esta triste situación y en haberla sabido novelar y diagramar como nadie desde su más radical cotidianeidad. En haber removido el polvo trágico y marcial que, hasta entonces, caracterizaba a buena parte de la literatura mexicana y le concedía un rictus de seriedad tan inusitado como, en muchos casos, estéril y ridículo. En definitiva, en haber podido hacer arte de lo grotesco y haber sublimado el horror, los asesinatos, las guerras y la lucha por el poder –véase Maten al león- permitiendo a sus lectores contemplar la violenta realidad de los países americanos con absoluta veracidad.

Autor: Alejandro Hermosilla
Mi nombre (creo) es Alejandro Hermosilla. Amo la escritura de Thomas Bernhard, Salvador Elizondo, Antonin Artaud, Georges Bataille y Lautreamont.
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