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Fehérlófia

Oct 13, 2014 | 0 Comentarios

Ayer vi Fehérlófia. Una película que es una verdadera «rara avis» incluso en un ámbito que ha probado tener sus propias reglas y ser tan elástico como el de la animación. Probablemente porque este homenaje sincero y sentido al mundo de los mitos y las leyendas tiene origen húngaro. Fue realizado concretamente entre el año 1979 y 1981 por Marcell Jankovics. Un enamorado y apasionado del folklore capaz de recrear un mágico y absorbente arco iris en la gran pantalla con inusual cariño. Fehérlófia, sí, no es ninguna obra maestra. Pero sí que es un film de los que contribuye a mejorar el mundo y sin el cual habría unas cuantas sonrisas menos. Es, sin duda, una obra que contribuye a recuperar cierta inocencia de esa que en el cínico Occidente se echa demasiado en falta y a la que le importan mucho menos los resultados que las intenciones.


Fehérlofia es irregular y no se encuentra del todo lograda. Pero esto es algo que no creo que importe demasiado. Porque el mero hecho de haberse atrevido a recrear la bella historia de un héroe épico a través de una lente que se complace en jugar una y otra vez con los colores, es todo un logro. Un acontecimiento digno de los máximos elogios. Podemos de hecho, abstraernos de la historia que se nos narra y contemplar únicamente el continuo vaivén, baile infinito de los colores y obtener un gran deleite. Porque Jankovics es un adulto que no ha olvidado al niño. Al contrario, lo ha cuidado y guardado dentro suya. Y analiza las desgracias del mundo contemporáneo a través de las historias que iluminaron su infancia y probablemente escuchara de boca de su madre o alguna hermana mayor. Siendo su película, una prueba fehaciente de que tal vez el arte psicodélico podría haberse desarrollado mucho más de haber recibido los apoyos necesarios y de que posiblemente sus mayores logros, hemos de buscarlos en el extrarradio y no tanto en sus obras canónicas.

Ayer también escuché una impresionante nueva canción de David Bowie, Sue (or in a season of crime) y por algún motivo que no puedo explicarme, he sentido cierta esperanza. Como si un pájaro verde estuviera rodando por mi corazón y emergiendo de mi boca sin cesar de piar o si algún ángel oculto quisiera advertirme de algo. Tal vez la necesidad de mantenerme creativo y no perder la fe por más que la oscuridad nos rodee. Aunque entiendo que, llegado al punto límite en el que me encuentro, únicamente ver a unos cuantos políticos sin cabeza colgados de un paredón, creo que podría tranquilizarme un poco. Hacerme sonreír. Por más que a tanto ha llegado el cinismo y la paranoia actuales que ni siquiera pienso que, viendo en el paredón a algunos de nuestros torturadores habituales, pudiera relajarme.

En cualquier caso, se agradece mucho, ¿cómo no?, el fascinante tema de David Bowie. Un barco que convoca incertidumbres sin despejarlas. Se regodea en las dudas y sin saber bien hacia dónde dirigirse, alza el vuelo sobre las ciudades, satisfecho por el mero hecho de planear a través de monumentos, edificios y gárgolas de catedrales sin ser abatido por los disparos de cualquiera de los nobles encargados de custodiar la cárcel social. Shalam

كُنْ ذكورا إذا كُنْت كذوبا

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Autor: Alejandro Hermosilla

Mi nombre (creo) es Alejandro Hermosilla. Amo la escritura de Thomas Bernhard, Salvador Elizondo, Antonin Artaud, Georges Bataille y Lautreamont.

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