Una de las consecuencias de la muerte de Dios fue la sustitución de los sacerdotes por psicólogos y profesores. Y la del advenimiento de Internet ha sido la de la destrucción de los secretos. Hemos dejado de confesarnos en las iglesias y despachos médicos para hacerlo en las redes. Con lo cual nuestras amistades virtuales se han convertido en curas. No nos apoyan ni nos denigran. Nos absuelven y nos condenan. Shalam
En su ensayo El arte de la fuga, el psicoanalista Adam Philips intenta clarificar las razones de una evasión perpetua: la del famoso escapista Harry...
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