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Carrera con el diablo

Dic 10, 2022 | 4 Comentarios

Este año es probablemente el que menos he leído de los últimos veinte o treinta. No voy a contar las circunstancias personales que me han obligado a ello. No es este ni el momento ni el sitio. Pero sí creo que puedo confesar que, durante varios meses, mis prioridades cambiaron y vi cómo se acumulaban en mis estantes innumerables libros que hasta esta semana no he tenido tiempo de comenzar a leer. La publicación de Un reino oscuro ha coincidido con el fin de unas reformas en casa y una serie de cambios vitales que me permiten estar (¡Ya era hora!) en condiciones de poder dedicar horas no sólo a escribir sino también a leer. Algo que me hace feliz. Así que a nadie le extrañe que, durante las próximas semanas, aparezcan más averías de los habituales sobre diversos libros. Tengo mucho material acumulado al que deseo hincarle el diente y creo que podré hacerlo sin que eso suponga ninguna alteración seria en mi vida. Todo lo contrario.

De momento, comienzo realizando un breve avería sobre un poemario que sabe a vaso sucio de whisky, pantalón baquero y bilis. Me refiero a Carrera con el diablo de Luis Sánchez Martín. El cual recomiendo leer mientras se escucha el tema de Gene Vincent que da título al libro: «Race with the devil».

Carrera con el diablo

Lo que más me gusta de Carrera con el diablo es que transpira verdad. Uno no tiene la sensación en ningún momento de lo que cuente allí el autor sea mentira. Al contrario. Ante todo, porque es un libro que transmite actitud. Es un viejo y orgulloso tocadiscos en el que suena una y otra vez la misma canción. Un mueble de esos que aparecen de tanto en una casa que alquilamos que nadie sabe qué hace allí pero nadie quiere tirar. Porque, ante todo, tiene personalidad. Un aroma a humedad y años que le confiere fortaleza.

Repito. Para hacer rock and roll y entiendo que también poesía se necesita actitud. A veces es más importante la actitud que el talento y el oficio. Eso es lo que ha mantenido viva hasta ahora a una revista tan «alejada de todo» como Popular 1 y eso es lo que hace que merezca la pena la lectura de Carrera con el diablo. La actitud de un tipo que no tiene miedo a contar sus penurias y traumas y tampoco tiene miedo de mimetizarse con los tópicos de la literatura sucia y el rock porque, al fin y al cabo, no dejan de ser los condimentos para contar su propia vida. Para decir su verdad. Las obsesivas noches escuchando a los viejos rockeros de los 50, los días de soledad y de dolor, los años arrastrándose por un sitio u otro realizando trabajos mal pagados y, sobre todo, los traumas familiares. Esos punzantes, desoladores problemas con su padre, su hermano o su madre de los que Luis Sánchez Martín da cuenta en varios poemas que son estremecedores por verdaderos. Son brutales por ser descarnados. Viscerales actos de contricción realizados a ritmo de Gene Vincent, Jerry Lee Lewis y Eddie  Cochran. Heridas sin costra.

Me queda claro, tras leer este libro, que Luis Sánchez se encuentra entre aquellos a los que rock le ha salvado la vida. Probablemente también la literatura. Y, concretamente, la de Charles Bukowski. Influencias que, en su caso, son más que influencias. Son casi el aire que respira cada una de las palabras que aparecen en Carrera por el diablo. Son salvavidas. Botellines de agua para un náufrago que ha intentado hacer belleza con su dolor. Convertir la marea y el caos en un baile rockero.

Hace unos meses, Luis Sánchez Martín protagonizó unas cuantas peleas con un crítico literario por internet. La mayoría de escritores y editores (Luis es también editor) hubieran mantenido la boca callada y se hubieran dedicado a otra cosa. Pero leyendo este poemario tengo muy claro que este no iba a ser el caso de un tipo que creció en los 90 sin saber quién coño era Soundgarden y que rompió de tanto escucharlos sus discos y cintas de cassette de Elvis Presley y Johnny Cash. Luis, de hecho, se lanzó en plan kamikaze al ruedo. Pues, al fin y al cabo, su alma (y eso queda muy claro en el libro) es la del rockero. La del escritor que prefiere morir antes que callar y que intenta hacer de cada declaración y poema un peligroso concierto. Un incendio.

En suma, eso es Carrera con el diablo. Un manifiesto de vida. Un cigarrillo negro. Un poemario que deja claro a quien desee entenderlo que la vida es un combate de boxeo y quien no lo entienda, merece un puñetazo (a poder ser a ritmo de rock and roll). Porque, antes o después, todos vamos a ser golpeados. Vamos a morir y a despedirnos de nuestros seres queridos para siempre. Todos acabaremos diciendo adiós a nuestros ídolos musicales y a esa habitación en la que crecimos escuchándolos. Shalam

الثقافة هي ، في الموت ، ما تزال الحياة.

La cultura es lo que, en la muerte, continúa siendo la vida

4 Comentarios

  1. andresrosiquemoreno

    1imagen…soy un señor spanglish …..(cordoba city of dreams)…..
    2imagen….san luis….. misuri…..don secreto…..
    3imagen….me lo paso muy tarantino….
    4imagen….yo estoy colgado… mi camisa tambien….vivan las caligrafias!!!!…….
    PD…..https://www.youtube.com/watch?v=q9UBnDiAsww….
    Talkin’ Loud And Sayin’ Nothing…..esto le gustaria a luis sanchez martin (necesitaria un seudonimo)…..sonrisa…..

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  2. andresrosiquemoreno

    PD2….como no….The Rolling Stones – Sympathy for the Devil – Altamont dec 6th 1969………
    https://www.youtube.com/watch?v=Yn9zOz1HU74…..personaje en el 3:24……jajajj….disturbios……

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    • Alejandro Hermosilla

      1) Recital. Benidorm. poetic way of life. 2) Camisa–homenaje secreto a Gene Vincent. 3) Danza ritual africana. 4) Preso consciente del fin. PD: Es posible imaginarse una lectura de algún poema sonando de fondo este tema. Claro que sí. Debe, de hecho, sonar.

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    • Alejandro Hermosilla

      Impresionante testimonio. Fin y ocaso de la era hippie. Charlie Manson a tope.

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Autor: Alejandro Hermosilla

Mi nombre (creo) es Alejandro Hermosilla. Amo la escritura de Thomas Bernhard, Salvador Elizondo, Antonin Artaud, Georges Bataille y Lautreamont.

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