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Better Call Saul (3)

Ene 12, 2024 | 2 Comentarios

Dejo a continuación el último avería dedicado a Better Call Saul. El cual recomiendo leer escuchando el delicioso tema de Dave Porter que cierra el último capítulo: «Saul done».

 

Better Call Saul (3)

En la historia reciente de las series de televisión hay unos cuantos finales que han marcado un hito: el de Los Soprano, el de Twin Peaks 3, el de A dos metros bajo tierra o el de Mad Men. Cada uno por motivos distintos provocaron fuertes reacciones en los espectadores. Llantos, sorpresa y por momentos, incluso cólera. Pero nadie puede negar la originalidad de todos ellos. Su excepcionalidad.

Precisamente, el de Breaking Bad no se encuentra ni de lejos entre los más destacados. El final de Walter White fue vulgar y tópico. Efectista. Digno de una película de acción normalita. Casi de serie B. Algo extraño porque varios de los episodios anteriores eran auténticas bombas televisivas. Metralla de la que dañaba.

Creo que Gilligan y Gould eran conscientes de este hecho y tenían claro que esto no se debía repetir en Better Call Saul. Que tenían que cerrar su maravillosa serie con un final a la altura de todo lo que había sido.

¡Dicho y hecho! He llorado muy pocas veces viendo una película. Si he de ser sincero, casi siempre, ha sido por razones estéticas. Recuerdo cuando era adolescente y vi Taxi Driver o Terciopelo azul. Se me saltaron las lágrimas no tanto por lo que ocurría en la pantalla sino de ser consciente de todo lo que Scorsese y Lynch habían logrado introducir en sus obras maestras: esa tensión, ese onirismo, esos soplos de verdadera vida, esa otra realidad que superaba a la nuestra.

Pues bien, hace una semana, tras ver a Kim salir de la inhóspita prisión ADX Montrose dirigiendo su mirada hacia Jimmi McGill (quien se despide ella realizando el clásico gesto de Saul Goodman) y luego perderse para siempre, comencé a llorar como si se hubiera muerto un familiar. ¿Por qué? Por la enorme sensación de tristeza que deja una historia cuyo final no por más previsible deja de doler. Precisamente porque todos intuíamos que en el momento en que Jimmi dejase a Kim ya no habría un límite para su ego y fechorías, tal y como habíamos comprobado en Breaking Bad. Finalmente, sí, el mago de los juzgados, era una vícticma de sí mismo. Un hombre herido y perdido.

En cualquier caso,  al menos en mi caso las lágrimas surgieron por esa tremenda, hiriente soledad que se percibe y casi que se puede tocar en una desoladora y mágica escena que tanto recuerda a las clásicas del cine negro, pero que al menos a mí me remitió a mi propia soledad, a rememorar viviencias íntimas con personas muy cercanas que ya no están a mi lado sea por decisiones propias, el propio ritmo de la vida o porque ya dejaron este plano. 

Hay algo cierto y verdadero en esos últimos minutos. Algo muy profundo que precisamente todo el desfile habitual, de trajes, palabras embaucadoras, droga y dinero intentan ocultar. Del que la publicidad y los abogados se aprovechan para engordar sus cuentas bancarias. Hay algo en esas escenas que refleja algo muy íntimo que sólo guardamos para nosotros. Cuando nadie nos ve. En los escasos momentos en los no tenemos que fingir ni relacionarnos forzosamente con nadie. Ese tedio, esa tristeza que es en el fondo miedo a la muerte, a la generosidad, al amor, a la vida. A reconocer lo que es un ser humano.

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Sí, (anque parezca mentira) esa soledad total que nos remite a un fracaso eterno queda plasmada en ese inolvidable final.

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Lo de los últimos episodios de Better Call Saul es de traca. Obviamente, cualquier espectador es consciente de que Jimmi (o Saul) es un listo. Un timador. Yo al menos no quisiera tener nadie como él cerca. Pero es tan inteligente, pose tanto talento y sabe mentir tan bien (como el capitalismo, al fin y al cabo Better es una maligna fábula sobre el capitalismo) que resulta casi imposible resistir a su encanto.

Jimmi es un magnífico embaucador. Aunque fuera por quitármelo de encima, le compraría cualquier cosa que me vendiera. Jimmi encarna el renovado espíritu de los vendedores de crecepelo. Es el hombre que está detrá de nuestro amigo empresario que fue a la cárcel, de tres o cuatro conocidos que fueron condenados por apuestas fraudulentas o de la casa que han embargado al vecino.

Jimmi es un cínico. Es el gran escapista. El Houidini de las leyes. Es un showman. Un charlatán. El tipo que nadie quiere encontrar en un bar cuando llevamos dos o tres copas de más. Pero aún así, (gracias a Kim, la envidia de su hermano Chuck, la codicia habitual de los abogados con los que se relaciona y el talento de Gilligan y Gould) logra caernos simpáticos. Eso mismo que Jim (o Saul) provoca en sus clientes y conocidos, lo logra con nosotros.

Jim se convierte casi en un modelo a seguir porque logra tener éxito, ganar dinero y juicios imposibles en una sociedad en la que lo que importa es precisamente el dinero y el éxito. Así que, cuando lo vemos convertido en Gene Takovic, sin glamour y mostrando su verdadero e impiadoso rostro sin ambages, la conmoción es total.

No sé ni cómo pero Gilligan y Gould, de repente, logran convertir algunos de los tramos finales de Better Call Saul en algo parecido a La casa de Jack, el filme de Lars von Trier. Jimmi no llega a matar a la anciana que lo delata ni al pobre hombre al que le roba unos relojes. Pero por momentos, percibimos que podría hacerlo, que sería perfectamente capaz. Su última conversación telefónica con Kim daba asco. Y cada uno de sus movimientos escondido tras una nueva identidad (Gene Takovic) producían una mezcla de pena y tristeza.

De repente, nos damos cuenta de que hemos estado toda la serie (horas y horas) siguiendo las andanzas de alguien parecido a un psicópata. Un tipo realmente peligroso. Un puto enfermo. De hecho, las escenas en que es arrestado por la policia nos recuerdan a las imágenes de tantos asesinos que provocan una especie de curiosidad malsana y repugnancia. ¿Este tipo insignficante, este señor con aspecto de jubilado fue el causante de la ruina de aquella familia? ¿Este tipo vulgar con aspecto de desorientado profesor de primaria fue el que asesinó a aquella pobre anciana meses atrás? ¿Ese pedazo de escoria era ni más ni menos que el exitoso abogado Saul Goodman?

Ese es un enorme mérito de Giligan y Gould: cambiar de registro sin traicionarse. Lograr que comprendamos que el mismo encanto que hacía sucumbir a todo tipo de colegas y clientes durante el transcurso de la serie es el mismo que nos ha hecho adorar a un personaje despreciable, (al que únicamente Kim salva de la quema porque lo comprende profundamente y le hace conectar con una parte rebelde de ella).

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Otro enorme mérito de Gilligan y Gould radica en que, llegados a un punto, Walter White o Jesse nos den igual. Cualquier otra serie habría explotado hasta la extenuación su aparición en Better Call Saul. Pero lo mejor de todo es que pasan desapercibidos. Quedan totalmente fagocitados por el huracán Goodman.

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Creo que no hay mucho que añadir a esta última fotografía. Como el mágico fundido en negro de Los Soprano o aquel desgarrador grito de Laura Palmer en Twin Peaks 3, esta instantánea quedará para siempre grabada en la historia de la televisión. Porque aunque parecía imposible, Gilligan y Gould logran dar un último y delicioso giro final mostrándonos el lado humano de Jimmi.  Alguien que, a pesar de todo, era humano. Tenía un corazón. No era seguramente ni ese mágico showman que aparecía en los anuncios de la televisión ni ese despreciable enfermo apresado por la policia. Era simplemente un ser humano con más sombras que luces (pero también con luces).

Esa es la mágica ambiguedad de este personaje inolvidable. Alguien que desde su primera aparición en Breaking bad llamó la atención del espectador. Hizo saltar todas las alarmas. Alguien que ha tenido el honor de protagonizar una serie con la que tengo la impresión que se cierra un ciclo abierto hace más de dos décadas con Los Soprano. Lo que venga después, tal vez sea igual de bueno, (no sé si mejor), pero probablemente será distinto. Shalam

العقل القلق بشأن الأحداث المستقبلية هو بائس. يعاني.

La mente que está ansiosa por los eventos futuros es miserable. Sufre.

2 Comentarios

  1. andresrosiquemoreno

    1imagen…con sombras se puede intentar hacer «sombrismo» jajaj
    encuadre de guapisimo nivel…..
    2imagen…del cubi son visibles la cara techo,la cara izqd, la cara donde se apoyan… hay dos que se intuyen y la cara suelo es virgen para imaginar……
    3imagen….la portada del ultimo lp de los beatles «let it be»…..
    4imagen….en un catre bowie en el «blackstar»(en los ojos dos botones)….
    5imagen…aunque tenga las orejas tapadas soy un espia (- 43º)…
    6imagen…han quedado en un mausoleo con texto en las paredes
    (que dicen estos textos?)…..
    7imagen….soy un vaquero moderno (abejas, tomad lo que os mereceis)….puff-puff.
    PD: https://www.youtube.com/watch?v=DbKPZd5oihc&list=PLeV1mJs_wDvo6P53zkogBRHYTS_MW2TxY&index=8…..i´ve got a feeling..1970….

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    • Alejandro Hermosilla

      1) Un retro anuncio de la agencia Magnum. 2) Aparece en un edificio parisino una fotografía perdida de Cartier-Bresson. 3) Luego ven que había más fotografías de Cartier. Toda una serie. Al parecer era para un anuncio que nunca se llegó a terminar por problemas no esclarecidos. 4) Un viejo actor porno que ya sólo encuentra satisfacción en sus recuerdos y en el onanismo. 5) Imitación de Pluto. Una comedia sin gracia norteamericana 6) Yo soy la ley y si no , la retuerzo. ¿Te queda claro? 7) sin palabras. PD: tema muy interesante. Blues y proto hard rock frente a frente. Tendrían que venir Stogges y su Raw power para arrasar con todo eso.

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Autor: Alejandro Hermosilla

Mi nombre (creo) es Alejandro Hermosilla. Amo la escritura de Thomas Bernhard, Salvador Elizondo, Antonin Artaud, Georges Bataille y Lautreamont.

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