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Asesinatos virtuales

May 1, 2024 | 2 Comentarios

Últimamente estoy absorto con la lectura de los ensayos históricos de Francisco Gijón. No creo que sea el momento de escribir en avería sobre ellos. Todo tiene su tiempo. (Será precisamente el tiempo el que los ponga en su lugar). En realidad, si los he traído a colación es porque no recuerdo en cuál (tal vez en Esclavirtud, Una conspiración sin teorías, El momento Mussolini o acaso en alguno de sus vídeos) leí (o escuché) una reflexión que me parece muy pertinente traer a colación.

Hace años escribí en avería sobre cómo el constante trasiego de protestas y quejas en internet tenía como principal objetivo desactivar las revueltas en las calles. También, por supuesto, en la medida de lo posible, orientar el voto o el nuevo objeto a consumir pero, sobre todo, convertir la calle en un desierto. Un filme perpetuo de Antonioni.

A este respecto, el lúcido e incansable escritor madrileño hacía alusión a un hecho que complementa perfectamente este proceso. Supongo que a estas alturas pocos tendrán dudas de que el uso (y abuso) de las redes sociales ha propiciado que cada vez tengamos menos contacto social. Lo que provoca que hablemos diariamente con muchas personas que realmente no conocemos. Y también, claro, que las observemos, que las leamos. Que las estudiemos y si es necesario, las analicemos.

Ocurre que, en la vida real, cuando tenemos a alguien frente a frente podemos percibir con mucha mayor claridad qué le hace daño, cómo siente e identificar sus posibles traumas o amores. Cuando tomamos una cerveza en un bar o cruzamos unas palabras con los compañeros de trabajo no resulta difícil tomar conciencia de que estamos junto a seres humanos similares a nosotros. Personas imperfectas que, obviamente, cometerán errores y entrarán en contradicciones antes o después, pero a los que, por encima de todo, queremos porque nos reconocemos en sus errores. En sus vacilaciones, dudas y frustraciones.

Sin embargo, con las redes sociales se produce un fenómeno diferente. No olemos ni sentimos el aliento de las personas que tenemos enfrente. No vemos sus ojos llorosos emocionados por un gol, un amor o el recuerdo de sus padres. No. Tampoco, por lo general, los escuchamos hablar. La mayoría de las veces ni siquiera tenemos un contexto biográfico de ellas y mucho menos sabemos el momento personal por el que están atravesando. Tan sólo vemos unas letras.  Tal vez una fotografía, unas consignas, unas frases y punto. Así que, finalmente, conocemos a las otras personas por sus gustos y afinidades, por sus filias y fobias. Las conocemos por el partido político que dicen votar, por el equipo de fútbol que apoyan, por los escritores que leen y por su mayor o menor ingenio en el uso del lenguaje. También por los lugares que visitan o las comidas que les gustan. Nada en principio negativo más allá de la superficialidad, ¿no?

Pues bien, es ahí precisamente donde nos confundimos. Es ahí precisamente donde el neoliberalismo nos convierte en presas y víctimas.

En realidad, repito, no tendría nada de malo conocer a alguien por sus gustos a no ser por un motivo muy concreto: es imposible estar de acuerdo al cien por cien con alguien. Yo mismo, antes o después, voy a decir algo que a algun lector de avería no le va a gustar. Y es muy probable que si toca alguna fibra sensible suya no sólo me deje de leer sino que incluso me considere un posible enemigo.

Precisamente, el saber cómo piensan o qué les gusta a los demás gracias a las redes sociales no nos ha unido más sino que ha acrecentado nuestra separación. Me queda claro que ese era el objetivo (o uno de ellos). Porque todos somos algo. Todos somos fachas, rojos, madridistas, pintores, franquistas, puteros, falangistas, artistas, lectores, feministas, seriófilos, catalanes, raperos, progres, sociatas, moteros, budistas, cinéfilos, cristianos, etc.  Y, por tanto, todos somos susceptibles de ser señalados según disponga la consigna social predominante. Lo que ha provocado en muchos casos que tengamos miedo de hablar y ha incrementado nuestro aislamiento que es algo que, desde luego, tanto los políticos como los ingenieros neoliberales desean, les beneficia, como tan bien queda expuesto en la siguiente viñeta de El roto.

Al final, sí, la araña es el sistema y las víctimas nosotros. Insectos. Kafka. ¿A alguien le queda duda?

A su vez, el uso irreflexivo de las redes, nuestra inexperiencia en la utilización de las mismas, retroalimenta perfectamente ciertas pautas psicopáticas del sistema de control social, como pudimos experimentar durante los meses de confinamiento por el COVID (Se buscaron un nombre cool ¿eh?, ¿no suena el virus a dj de techno-pop?).

En cualquier caso, no hay que irse tan lejos para ejemplificar la psicopatía, que ha pasado a convertirse en indiscutible atributo para el éxito social (y a veces también cultural). Tal y como Gijón afirma, el bloqueo es, en cierto sentido, una especie de asesinato virtual. Disparar (metafóricamente) al que no piensa como nosotros. Y las discusiones y (no digo ya los linchamientos) favorecen precisamente nuestro mutismo y no esa tan añorada libertad de expresión de la que, aun pudiendo estar equivocados en nuestra creencias, hacíamos uso hace no tantos años en bares, restaurantes, conciertos e incluso, sí, (aunque parezca mentira) en las aulas. Antes de la era de la propaganda. Antes de que nos convirtiéramos internamente en personajes de 1984. Antes de que interiorizáramos completamente las reglas de este Neo-Mundo en el que todo fenómeno humano (religión, juego, cultura, filosofía, política, sexo) se pone al mismo nivel. Una confusión típicamente globalista (de la que nos advertía prematuramente el célebre tango de Discépolo) que  contribuye a convertir la vida social, cualquier reunión, cualquier conversación, cualquier manifestación espontánea de nuestras creencias y sentimientos en trampa. Shalam

لا يمكن أن يكون هناك سوى خير واحد في الشر: الخجل من ارتكابه

Un solo bien puede haber en el mal: la vergüenza de haberlo hecho

2 Comentarios

  1. andresrosiquemoreno

    1imagen….recordemos al patito feo…..
    2imagen….uso directo de la memoria ……
    3imagen….viaje al mundo en 80 dias…..
    4imagen….»la estrategia de la araña»…b.bertolucci-1970….guapa….
    PD….https://www.youtube.com/watch?v=hsBo3rN6Z1M………
    romanzo- novecento1900-b.bertolucci-1976…..morricone….mucha gente……………..

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    • Alejandro Hermosilla

      1) Esta es mi bandera. La bandera de la nada. 2) La libertad y la igualdad. Dentro de poco también la fraternidad y el amor. 3) Rocky Balboa del globalismo. Vences a la información. 4) ¿Será la araña que picó a Spider-Man? PD: Germinal. Zola.

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Autor: Alejandro Hermosilla

Mi nombre (creo) es Alejandro Hermosilla. Amo la escritura de Thomas Bernhard, Salvador Elizondo, Antonin Artaud, Georges Bataille y Lautreamont.

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