Es curioso. Con los años tengo no tanto la impresión de que la vida es corta sino de que es breve e intensa. Fulminante. Que se puede resumir en un segundo y tal vez sea comparable a un efímero rayo solar. Puede que la sensación que experimenta Meursault en El extranjero sea parecida y por eso reacciona acabando con la vida de un desconocido en la playa. Un deseo desesperado de que la vida tenga algún sentido o consistencia, de no suicidarse. Meursault siente esta brevedad como un sinsentido y encuentra en esta fatal incongruencia las fuerzas suficientes para desafiar a Dios y a sus semejantes. Proclamar el absurdo de las instituciones, el trabajo, la religión y la propia vida.

Quienes también experimentaron la vida como un breve rayo fueron los surrealistas. Es por ese motivo (también, obvio, por unos cuantos más) que acabaron enfrentándose a la realidad. Pretendiendo abolirla. Su arma principal, eso sí, fue diferente a la de Meursault: la carcajada total, absoluta. En gran medida, los artistas surrealistas decidieron luchar contra las instituciones riéndose de ellas. Destruyéndolas, violentándolas por medio del arte y de la risa.

El mayor error que cometieron algunos de ellos fue acabar tomándose en serio a sí mismos. En ocasiones, como es el caso de André Breton, me atrevería a decir que demasiado. Tanto que al final se hizo necesario para muchos surrealistas de espíritu acabar riéndose de su padre. Para ser coherentes con el movimiento, el trono del Papa del surrealismo no debía ser ocupado por persona alguna. Como mucho, podía deslizarse en su respaldo un traje vacío de torero y un báculo en cuya voluta apareciera el rostro de un actor bufo. Shalam

الحياة لها شيء واحد فقط ، مشكلة واحدة: أن تعيش الحياة ليس لها جواب.

La vida no tiene respuesta. La vida tiene una sola cosa, un problema: vivir