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Unas cuantas canciones de amor

Feb 16, 2023 | 2 Comentarios

Dejo a continuación un nuevo avería sobre uno de esos discos que muchos melómanos tienen en un pedestal, levantan unas cuantas nubes de pólvora a su paso y provocan todo tipo de comentarios (por lo general, positivos). Me refiero al incombustible 69 love songs de The Magnetic Fields. El cual recomiendo leer escuchando una de mis canciones favoritas del mismo: «I don’t want to get over you».

 

Unas cuantas canciones de amor

Prácticamente casi todas las personas que han escuchado 69 love songs se identifican personal, sentimentalmente con alguno de sus temas. Creo que eso es lo grandioso de la monumental obra de The Magnetic Fields.

Hay álbums que nos tocan intelectualmente, con los que conectamos cerebralmente. Pienso, por ejemplo, en algunos de Bob Dylan que forman parte de mi acervo cultural. Hay otros que nos encandilan. Aparecen como llamas, visiones proféticas y alucinógenas ante nosotros. Pienso, en este caso, en los primeros de Jane’s Addiction. De todas formas, esto no significa necesariamente que conectemos emocionalmente con ellos. Es decir, que alguna de sus canciones nos describa o bien a nosotros o a una situación en concreto que estamos experimentando. Ni tan siquiera el mismo Stephin Merritt lo ha logrado en muchas ocasiones. Sin ir más lejos, a pesar de ser un álbum muy brillante (mi favorito de su banda), Get Lost sonaba muy distante. Era una novela protagonizada por jóvenes románticos. Un filme intelectual tremendamente bello que contemplábamos a lo lejos. Nada que ver, repito, con 69 love songs. Una obra en la que cualquiera puede encontrar un tema que lo defina. Alguna canción que hable de él en concreto.

En realidad, creo que esto se debe a que, a la hora de crear el concepto del álbum, Merritt se inspiró en los musicales. Un género cinematográfico que, debido al nivel de complejidad que requiere, suele simplificar el argumento al máximo. En un musical tanto los números de baile como el vestuario o las canciones que lo integran suelen estar cuidados hasta el mínimo detalle. Sin embargo, la historia de amor suele ser sencilla. Muy concisa. Ojo, no digo que sea floja sino que necesariamente (frente al resto de componentes de la obra) ha de ser escueta y comprensible puesto que el objetivo es que los espectadores puedan empatizar e identificarse con los personajes rápidamente. Algo que tenía muy claro Merrit cuando compuso este Lp. Esto es; que podía utilizar diversos estilos (country, soul, indie, punk, Doo wop o pop Bubblegum) pero en todas las canciones la trama debía ser diáfana. Incluso cuando era una composición que reproducía las indirectas que se suelen soltar los amantes despechados, estas indirectas deberían ser muy claras. No quedar en penumbra. Así que es muy fácil que cualquiera de nosotros no haga suya una composición de este increíble muestrario. Yo, sin ir más lejos, recuerdo terminar con una novia y cantar a gritos «I think I need a new heart» cuando me dirigía a cumplir con un trabajo de repartidor de pizzas que, durante un tiempo, ejercí. Y también me recuerdo con alguna copa de más entonando a voz viva algunos de los pasajes de la triste y cruenta «I don’t believe in the sun».

Se nota, se percibe que Merritt pensó mucho en Cole Porter a la hora de dar forma a este disco. No tanto porque la mayoría de las canciones remitan al estilo de este compositor sino porque o bien pretendía actualizar su herencia o bien tomar su legado como inspiración para crear una obra libre y total. Quería, en cierto sentido, hacer un musical (metafórico) sobre el amor (y el desamor) en el siglo XXI.

Obviamente, el peligro de un álbum como 69 es la dispersión. En cualquier caso, creo que esa es también otra de sus grandes bazas. Porque resulta difícil no encontrar una canción que a uno le guste. También es verdad que si el Lp no hubiera sido triple y hubiera sido sencillo, el nivel del mismo hubiera sido espectacular. Nos encontraríamos ante una obra maestra indiscutible. Una de esas que ni sus detractores pueden obviar. Pero, en verdad, creo que su amplitud le beneficia. Porque, al fin y al cabo, si se trata de hablar de amor, el límite es el infinito. Y está claro que Merritt deseaba que cualquiera pudiera sentirse identificado con sus canciones. Quería ver a jóvenes y adultos tatareando alguno de sus temas por las calles de Nueva York. Así que 69 se encuentra lleno de melodías pegadizas, otras más ariscas, alguna incluso bailable, varias paródicas y unas cuantas parecidas a cigarrillos negros y a fotonovelas que tienen algo en común: lo fácil que es recordarlas. Lo directamente que golpean el corazón. Lo sencillo que resulta imaginarse entonándolas mientras caminamos por un escenario de ensueño novelístico o cinematográfico.

De hecho, ese es uno de los grandes méritos logrados por Merritt en 69. Haber logrado grabar un álbum tan personal como popular. Una obra de culto y a la vez comercial. Un disco que podría gustarle a un viejo fan de Serge Gaingsbourg y que podría sonar en bucle en un elegante bar o en un sucio antro a altas horas de madrugada pero que también podría enamorar a una adolescente que comienza a frecuentar los cafés y discotecas de su ciudad. Verdaderamente, puedo imaginarme a un fan de Grease escuchándolo con cierta curiosidad y también haciendo lo mismo a un joven solitario y soñador que no encaja con nadie.

Lo más probable, en cualquier caso, es que cualquiera que se introduzca en este amplio reportaje de historias de amor se vuelva adicto a él durante un tiempo. Conozco mucha gente que perdió la cabeza con este disco. Algunos vivimos en él durante semanas porque había en su interior algo trascendente y, al mismo tiempo, pasajero. Era un chicle y un cigarrillo. Por momentos, era arisco y duro. Casi una novela de Albert Camus. Pero en ocasiones, también era divertido y evanescente. En resumen, podía sonar tanto en medio de un filme de Louis Malle como en aquella deliciosa y nostálgica película de George Lucas: American Graffiti. Shalam

البريء هو الذي لا يحتاج إلى شرح نفسه

Inocente es quien no necesita explicarse

2 Comentarios

  1. andresrosiquemoreno

    1imagen …los ojos de un dibujo animado…..(no conocia a «magnetic fields»…..)…..
    2imagen….lo busco en youtube y esta todo el «69»(las 69 temas)…lo voy escuchando….
    3imagen….leo lo de la hiperacisia de stephin merritt…comprendo mejor el sonido de su 69…..(acustico)…
    4imagen…obra pop art (la repeticion)…los muelles del soumier…
    ..sonrisa
    5imagen….oye hablando de amores he leido que lucien freud(el pintor, nieto, leyenda) tuvo 500 amores….joder…mol fort…jajajj
    PD….https://www.youtube.com/watch?v=msgrmgJ7itI….homenaje a averiadepollos….jajajj…(un poco sweet jane, no?)….
    PD2…https://www.youtube.com/watch?v=LrMLt9bMd_I….louuuuu

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  2. Alejandro Hermosilla

    1) Parece un trozo de un lienzo de Kandinski. 2) Cada una de las fotografías mira a un lado diferente. Como una descripción o bien del desamor o bien del deseo que nunca termina de canalizarse. El amor que no llega y se ansía. 3) Terenci Moix en otra vida metido a músico de cabaret. 4) Sí. Obra pop art. También celosía del siglo XX que al mismo tiempo parodia las celosías del siglo XIX. 5) Tuvo que ser desgraciado (o afortunado) para tener 500. jja. Esta foto me hace rememorar algunas sobre los discos de Gaingsbourg que he visto por aquí y por allá. PD: genial esa portada y esa música. Candidata a avería. La portada me recuerda a las creaciones de Roland Topor. Tengo ganas de escuchar a Kevin Ayers. Sí.

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Autor: Alejandro Hermosilla

Mi nombre (creo) es Alejandro Hermosilla. Amo la escritura de Thomas Bernhard, Salvador Elizondo, Antonin Artaud, Georges Bataille y Lautreamont.

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