AVERÍA DE POLLOS: Inicio E Filosofia E Vientres

Vientres

Oct 5, 2015 | 0 Comentarios

¿Existe algo más importante que el sexo? Gran parte de los más grandes libros que se han escrito, no hubieran salido a la luz si su hacedor hubiera estado fornicando diariamente. Y muchas de las mejores líneas que se han escrito, han sido redactadas probablemente bajo un síndrome de abstinencia. En un estado sexual nervioso o alterado. Bajo el ritmo de frecuentes masturbaciones, sudoraciones, idas y venidas al cuarto de baño que se correspondían con ondulaciones argumentales. Fragmentados textos bifurcándose a través de personajes ambivalentes y alargadas, resbaladizas frases como el esperma, deslizándose a través de unos senos bañados en aceite.

Al leer a Thomas Pynchon, por ejemplo, no importa lo que hagan sus personajes, se siente e intuye que la sexualidad del escritor no estaba del todo completa. Tal vez tuviera una compañera o compañero de juegos sexuales mientras realizaba El arcoiris de la gravedad, pero no importa. Probablemente, su mente fantaseaba todo el tiempo con las más diversas opciones sexuales y puede que hasta deseara escribir varias partes de su libro, contemplándose a sí mismo desnudo en el espejo golpeando la máquina de escribir, o que saliera frecuentemente a clubs y pagara por ver a dos chicas desnudas besándose frente a él. Su sexualidad, como anuncian las incandescentes frases parecidas rayas de cocaína y vaginas alargadas de sus novelas, se amplificaría y desbordaría constantemente, casi elásticamente, influyendo determinantemente en la estructura de una escritura adiposa. Una literatura llena de párrafos que se derriten, en la que los cuadrados se transforman en círculos y los pensamientos, o bien vuelan o bien se sumergen en zonas pantanosas, limítrofes entre la cordura y la locura, donde todo es posible. Lo que es sinónimo de una búsqueda perpetua del placer. El deseo de levantar una entrópica y caótica república sexual.

En el caso de J.D. Salinger, sin embargo, lo que intuyo es cierta tendencia al onanismo y una irresistible atracción por las adolescentes. Más que nada, por los intensos monólogos de El guardián entre el centeno y los despreocupados (y sumamente inquietantes) diálogos de muchos de sus relatos. Textos que parecen resucitar el aleteo de mariposas en el estómago de los enamorados y al mismo tiempo, provocan espasmos. Rememoran esa angustia y temor que muchos niños sintieron al intuir los secretos de la vida adulta. De hecho, sus frases parecen a veces florecer como rosas, provocar retortijones de felicidad y otras poseen un tono monocorde cuya repetición y letanía es casi una preparación para un acontecimiento evanescente y revelador. Probablemente, el despertar sexual. Shalam

ما حكّ جْلْْْْْدك مثل ظْفرك

A pesar de ser pequeño, un gorrión posee todas las vísceras

0 comentarios

Enviar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Autor: Alejandro Hermosilla

Mi nombre (creo) es Alejandro Hermosilla. Amo la escritura de Thomas Bernhard, Salvador Elizondo, Antonin Artaud, Georges Bataille y Lautreamont.

Contenido relacionado

Videoaverías

Averías populares

Dementes

A las naves de locos que recorrían los canales de media Europa durante la Baja Edad Media les dedicó Foucault un célebre ensayo de su Historia de la...
Leer más
Share This