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US Open

Ago 28, 2023 | 2 Comentarios

Esta semana debutan los favoritos en el Abierto de Estados Unidos. Un Grand Slam en el que suele ser tan espectacular lo que ocurre en las gradas como en la pista. Un torneo (obviamente, estoy exagerando) en el que es tan importante el tamaño de la hamburguesa que se come un famoso en un asiento VIP como un majestuoso drive de un tenista y en el que es imposible que se haga un silencio total durante los partidos. El ruido de fondo, de hecho, es parte de la banda sonora habitual de una competición donde, por momentos, parece tan importante comprobar cómo alguien echa ketchup a las patatas fritas que un slice.

El Abierto de Estados Unidos tiene esta característica especial. No es un torneo donde se pida excesiva corrección ni a los tenistas ni al público. Lo que se les pide es que den espectáculo. Que diviertan. Que contribuyan a transformar el tenis (un deporte tradicionalmente elitista) en una actividad popular del gusto (y al alcance) de las masas. El US Open es, en el fondo, el escenario ideal para los fardones anuncios de Nike y muchos de los molones comerciales de los 80 que han quedado en nuestra retina. Es el único lugar donde, por momentos, el tenis se pone al nivel de la NBA. El mensaje que los organizadores y patrocinadores desean dar se acerca más a un populachero «Sé tu mismo» escuchado a ritmo de rock and roll que al clásico «Que gane el mejor» y no digamos ya al olímpico, equitativo y marcial «Lo importante es participar». En el US Open si algo es esencial es divertirse. Convertir tanto la pista como las gradas en un emocionante caldero de sensaciones y olores. Un reflejo de la ciudad más viva y enérgica que existe (Nueva York) y de un país (EE.UU.) que nació con vocación de ruptura con el viejo Imperio y sus arcaicas tradiciones.

Roland Garros y Wimbledon son dos templos clásicos. Uno de estilo dórico y otro jónico. No son inamovibles pero lo parecen. Recuerdan a esos edificios que han aguantado en pie tantos siglos que ya nadie sabe si son elementos naturales o construcciones humanas. Wimbledon y Roland Garros van sufriendo cambios pero lo hacen lentamente. Los aficionados tienen tiempo de sobra para digerir estas modificaciones y prepararse mentalmente. Más que nada porque es precisamente en su clasicismo y su respeto por las tradiciones que Roland Garros y Wimbledon adquieren su prestigio. Ambos torneos, repito, son dos museos antiguos que, a pesar del apogeo del arte contemporáneo, todos los visitantes saben que deben conocer para dar por amortizado su viaje.

En gran medida, lograr una victoria en el torneo francés y el inglés supone pasar a la historia. En el US Open no tanto. De hecho, pareciera que lo que el torneo norteamericano ofrece a quien lo gane es más bien un viaje a DisneyWorld con todos los gastos pagados, la posibilidad de colocar su nombre en una estrella de una calle comercial o de protagonizar decenas de anuncios e incluso un corto en Hollywood. Resumiendo, la experiencia de ganar Roland Garros o Wimbledon podría ser comparable a la de un artista contemporáneo que tuviera ni más ni menos que la posibilidad de colgar uno de sus cuadros en una sala del Louvre. Por eso Nadal ha sentido cada victoria en París como una ratificación enorme de su grandeza. Porque a medida que conquistaba Ensaladeras su nombre y leyenda se vinculaban a la de los más memorables artistas de la historia. Se aseguraba una parcela hecha a su medida en la eternidad. Y, por contra, las que ha conquistado en el US Open le han servido para aumentar su número de Grand Slam y convertirse en un icono popular en el país norteamericano pero en muy poco han contribuido a elevar su estatura de mito.

El US Open es tan norteamericano que, a pesar de tener una larga historia, (comenzó en 1881) cambió de superficie sin complejos, como si tal cosa, en beneficio del espectáculo. Durante unas cuantas décadas se celebró en hierba (hasta 1974), por tres años lo hizo en tierra batida (del 75 al 77) y, finalmente, pasó a disputarse en pista dura. No sólo porque el rendimiento de los tenistas norteamericanos sea mejor en esa superficie sino sospecho que porque sus organizadores entendían que el cemento garantizaba los golpes más potentes y la rapidez del juego. O lo que es lo mismo, lograba hacer más televisivo este deporte que si fuera por los norteamericanos podría jugarse incluso en la calle con tal de que las audiencias y los sponsors aumentaran y todo el mundo pasease con sus respectivas camisetas con el rostro de sus tenistas favoritos.

No me extraña por todo lo dicho anteriormente que el US Open sea el torneo que más sorpresas ha deparado en las últimas décadas. El más imprevisible. Básicamente porque, además de jugarse casi al final de la temporada, (cuando las fuerzas flaquean y ciertos automatismos ya no se miden y regulan como a principio de año) es una competición que, repito, no convierte a quien la gana en un mito del tenis, no lo hace entrar en el Partenón de los dioses sino que más bien, lo transforma en un deportista famoso.

No sé si se entiende la diferencia. Los Wimbledon de Federer y Djokovic son parecidos a novelas de Kipling o a relatos de Homero. Cuando los ganaron alcanzaron un puesto en la historia. Alcanzaron ese prestigio que sólo dan ciertas batallas históricas: Trafalgar, Waterloo, Peloponeso o Adrianópolis. Sin embargo, ganar el US Open, sobre todo, les dio popularidad y dinero. Básicamente, porque es un Grand Slam en el que los famosos se mimetizan completamente con el resto del público hasta parecer gente normal, las patatas fritas que se venden casi que se pueden oler e incluso podríamos imaginarnos a los jugadores disputando los partidos en pantalones vaqueros cortos. Es el vivo reflejo de la patria de los Burger King, los McDonald’s y los Hot dogs. ¡Que comience el espectáculo! Shalam

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2 Comentarios

  1. andresrosiquemoreno

    1imagen….este estadio en ojo de pez parece de otro deporte no de tenis……(negocio)…..(el futbol femenino?)……sonrisa politica…..
    2imagen….mas negocio…..
    3imagen….sensacional anfiteatro 2023…….
    4imagen….esta gente como se publicita con tanta facilidad?
    PD…..https://www.youtube.com/watch?v=YNn8gonV8Zk…………. .madona…material girl…..(espero que le guste a beyonce-jay z)…..

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  2. Alejandro Hermosilla

    1) Podría pasar perfectamente por ser una nave espacial de las que aparecen en Battlestar Galactica. O una escena apocalíptica antes de la llegada de los marcianos. 2) Aquí realmente el importante es el de la gorra que es ni más ni menos que Mouratoglou. Uno de los entrenadores mitos de este deporte y además uno de los que da declaraciones más contundentes. 3) Circo romano a lo norteamericano. 4) Glober Troters. La búsqueda de un deporte que sea mitad tenis, mitad fútbol, mitad baloncesto. Todo por la pasta. PD: fenomena compilación de momentos Material. Felicito al que la haya realizado.

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Autor: Alejandro Hermosilla

Mi nombre (creo) es Alejandro Hermosilla. Amo la escritura de Thomas Bernhard, Salvador Elizondo, Antonin Artaud, Georges Bataille y Lautreamont.

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