Estas palabras pronunciadas por Otto, el enigmático cartero magníficamente interpretado por Allan Edwall, en una escena de Sacrificio han estado resonando sin cesar en mi cabeza durante las últimas horas.
No creo por hoy necesario añadir mucho más. El cine de Andrei Tarkovski continúa emitiendo certeros diagnósticos sobre el intenso malestar del mundo contemporáneo. Ante todo, porque reniega de toda ideología. Su óptica es exclusivamente espiritual. Brota de la misma fuente que nutrió las raíces del árbol de la vida. Y debido a ello se ha convertido en un sagrado evangelio. Un libro de imágenes simbólicas y mensajes proféticos al que mirar de tanto en tanto para no perder el rumbo y en el que es necesario profundizar una y otra vez para no olvidar qué es el amor: el alimento de todo arte perdurable. Shalam
الأبواب مفتوحة فقط لأولئك الذين يديرون المقبض
Las puertas sólo se abren para quien gira la manilla
0 comentarios