En fin, concluyendo ya, creo necesario aludir al tercer hijo de Adán y Eva. Al hermano de Caín y Abel: Set. Pues existe un claro componente simbólico en el hecho de que haya nacido el último. Tras la violencia rebelde (Caín) y la del poder (Abel), su llegada podría interpretarse como la necesaria toma de conciencia que debe alcanzar el ser humano para unir en su interior a estos dos hermanos y trascender sus posturas y visiones en pos de una convivencia armónica y sabia. Algo absolutamente necesario si tenemos en cuenta, entre otros muchos ejemplos que podríamos citar, que un continente como el americano se encuentra poblado en su gran mayoría por antiguos emigrantes; la nación española se forjó gracias al poso que un crisol inmenso de culturas dejó en la Península Ibérica con el paso de los siglos; Roma era una síntesis de Grecia y Egipto y de muchos otros pueblos; no es posible encontrar en el mundo civilizado una tierra que se encuentre incomunicada de otra y, por tanto, sea absolutamente pura; las lenguas son elaboraciones conjuntas y mestizas que reflejan en su evolución las constantes migraciones e intercambios de diversos pueblos; una ruta tan importante como la de la seda no sólo tenía un interés comercial sino que, a la vez, era un canto a la migración y al posible entendimiento entre pueblos diferentes; son nuestras diferencias las que nos enriquecen; y probablemente, si como enseña el mito gnóstico, somos almas arrojadas a la materia, nuestra tarea debería consistir en ayudarnos mutuamente a realizar ese viaje interior del que el exterior es sólo un reflejo. Insistir en contruir ese «ser humano nuevo» que debe surgir de las tinieblas ocuras del siglo XXI si no queremos soportar una nueva escala de dolor, barbarie y rencor. Shalam
الصبْر مِفْتاح الفرج
Cada pájaro se junta con los de su especie
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