¿Qué es el humor? Suelo realizarme esta pregunta cada vez que contemplo un vídeo de Pantomima Full. Más que nada porque básicamente lo que hacen Alberto Casado y Rober Bodegas es imitar muchos de nuestros gestos cotidianos así como una gran cantidad de tópicas frases y palabras que soltamos a diario. Sus cortos parodian los típicos sketches televisivos donde cada persona resume su identidad e intereses en menos de un minuto. Prueba posiblemente de que nuestra personalidad actual es un producto prefabricado y mucho menos compleja de lo que en principio pensamos de nosotros mismos. De hecho, tal y como demuestan Pantomima Full, casi todos estamos compuestos por una ensalada de tópicos más o menos indigestos y elaborados. Somos resultado de nuestras identificaciones y modos de vida y no de nuestras libres reflexiones.

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Pantomima Full han sublimado el arte de la imitación, demostrando que nuestra originalidad es un producto social. Que, en el mejor de los casos, es el inconsciente colectivo es el que habla por nosotros y que nuestras palabras son casi siempre fruto de la norma social. Esa que dicta modas y tendencias.

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En realidad, el humor de Pantomima Full es tan sencillo como sutil. Es por, así decirlo, estructuralista. Parte de la base de que cada gremio y afición fabrica su propio lenguaje y modo de ver el mundo (los profesores hablan y piensan como profesores, los periodistas hablan y piensan como periodistas y los traders hablan y piensan como traders) y exprime esta visión al máximo.

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No sería justo con Pantomima Full si intelectualizara mucho este avería. En realidad, posiblemente sus geniales sketches se les ocurrieron en una noche de fiesta o tomando un café. Yo mismo me recuerdo grabando cortos junto a unos amigos en los que imitábamos (y parodiábamos) los debates cinematográficos de José Luis Garci, los videoclips contemporáneos o las actuaciones musicales televisivas. Todo eso, obviamente, fluyó de manera natural. Sin previo análisis intelectual.

Por mucho que la posmodernidad nos repita una y otra vez que el humor posmoderno es una sublimación de ingenio, perspicacia e inteligencia, en realidad, es mucho más sencillo que eso. No es más que un reflejo de todas esas personas que necesitan mostrar ingenio, perspicacia e inteligencia (y también desgana y ánimo crítico) para no encontrarse con su propio vacío.

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Si hay algo actualmente que nadie está dispuesto a ceder es a su necesidad y deseo de diferenciarse de los demás. Paradójicamente, en una de las épocas donde mayor manipulación y borreguismo existen, también se produce el hecho contrario: la mayoría de individuos creen ser completamente libres y diferenciarse del resto de sus congéneres. Una ficción a la que los miembros de Pantomima le sacan todo el rédito posible. Probablemente porque han sido capaces de otear que, a día de hoy, lo que nos distingue de los demás son la ropa y los sloganes (la forma) pero en el fondo todos estamos de un modo u otro confundidos. Igualados en la confusión.

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Lo mejor del humor de Pantomima Full es que, como el gran humor, no se puede explicar. Se pueden hacer intentos, sí, pero en la mayoría de los casos palidecen frente a un sketch. Realmente, me cuesta elegir uno solo entre todos los que han grabado. La mayoría suelo verlos varias veces aunque intento no gastarlos demasiado para volver a disfrutarlos en el futuro. Así de primeras, me quedaría con los dedicados al running, a los gimnasios o a los cinéfilos. Pero la verdad es que hay tantos deliciosos que tendría que exprimirme al máximo para lograr hacer un canon.

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Me gustaría saber por cierto qué frase colocarían Pantomima en un vídeo a partir de lo que acabo de escribir: eso de exprimirme al máximo para lograr hacer un canon. Me imagino que tal vez algo como: «Convierte las risas en una competición cultural».

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Es difícil no haber sido en algún momento de nuestra vida un personaje de Pantomima Full o poder serlo en el futuro. Todos lo hemos sido, lo estamos siendo o lo vamos a ser. Esa es otra de las grandezas de su humor. Que cualquiera podemos aparecer en él. No sólo los paletos o los poderosos sino el vecino del quinto o el camarero del bar. Todos somos protagonistas de sus sketches. Probablemente porque no contribuimos a crear la realidad sino que somos resultado de ella. Todos somos, en mayor o menor medida, una estampa.

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Pantomima Full no sólo han conseguido transformar la vida de media España en un sketch de Tik Tok y el documental fake en una radiografía sociológica sin igual. Sobre todo, han logrado (a la manera de Los Simpson) convertir cualquiera de esos momentos cotidianos modernos que, ya sea por pereza o por egoísmo, consideramos trágicos dramas (un paquete de Amazon que no llega a tiempo, una multa de tráfico, una copa de vino mal servida) en pura cultura pop. Ese es, repito, el gran mérito de Pantomima: convertirnos a todos en héroes pop, personajes de fotonovela. Absurdos protagonistas de una comedia sin gracia que forma parte de una trama mucho más amplia que nunca conoceremos.

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Alberto y Rober son indivisibles. Ese es otro de sus grandes méritos. Si veo varios sketches protagonizados por Alberto enseguida echo en falta a Rober y viceversa. En este caso, se produce una de esas mágicas conjunciones que, de tanto en tanto, se dan en el arte. Obviamente, no resulta extraño pensar en Laurel y Hardy (El Gordo y el Flaco). Una pareja en la que era imposible decantarse por uno u otro puesto que ambos eran imprescindibles para el funcionamiento del espectáculo y el éxito de los gags.

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Hay un aspecto que me parece muy interesante y sintomático del humor de Pantomima Full. En realidad, su humor podría ser comparado con el del absurdo. Podría citar a Arniches o a Mihura al mencionarlos. Incluso podría aludir a las greguerías de Ramón de la Serna pero, en realidad, no creo que sea adecuado porque Pantomima apuntan directamente a la banalidad y no tanto al extravío (que también, sí, pero de pasada). Y es precisamente por eso mismo por lo que no sé si dentro de un tiempo nos seguiremos riendo con ellos como lo hacemos con los grandes maestros del humor: por la lucidez con la que han captado la banalidad contemporánea. Una banalidad tan ridícula e insulsa que no sé si podrá ser entendida en otras épocas donde el ser humano posea otro orden de prioridades en su vida.

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Creo que lo esencial del humor de Pantomima radica en que es pasajero. Refleja perfectamente estos tiempos en los que tras contemplar una obra maestra de Coppola, no tardamos ni medio minuto en pinchar en una página web para informarnos del resultado de un partido de fúbol u ojear los mensajes que tenemos en facebook o whatts. En este sentido, el vídeo quincenal de Pantomina es ya un clásico. Ha conseguido introducirse en nuestra vida con la misma facilidad que las máquinas de cafe preparado, las televisiones de plasma o la cocina de inducción. Probablemente porque, siendo ficción, refleja la realidad diaria con mayor exactitud que los periódicos, telediarios y una gran parte de las obras de arte contemporáneas. Es más verdad que lo que dicen que es verdad y además, te hace reír. Shalam

لا شيء في الحياة يُخشى ، يُفهم فقط

Nada en la vida debe ser temido, sólo comprendido