No soy yo un gran admirador de Roland Barthes. Me gustan mucho Mitologías, Fragmentos de un discurso amoroso y su peculiar autobiografía. No me interesan tanto sus disertaciones críticas. No obstante, reconozco que, al bucear en sus libros, es a menudo posible encontrar reflexiones que definen lúcidamente nuestra época como la siguiente: «Vivo en una sociedad de emisores (siendo yo mismo uno de ellos): cada persona con quien me encuentro o que me escribe, me dirige un libro, un texto, un balance, un prospecto, una protesta, una invitación a un espectáculo, una exposición, etc. El goce de escribir, de producir, apremia a todos; pero como el circuito es comercial, la producción libre sigue atascada, enloquecida y como desesperada; las más de las veces, los textos, los espectáculos van allí donde no se los reclama; encuentran, para su desgracia, «conocidos», no amigos, y mucho menos compañeros; lo cual hace que esta suerte de eyaculación colectiva de escritura, en la cual podría verse la escena utópica de una sociedad libre (donde el goce circularía sin pasar por el dinero), está encaminada hoy hacia el Apocalipsis». Shalam

يمكن أن يقتل كلبان أسد

Dos perros pueden matar a un león