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La torre

Dic 12, 2019 | 0 Comentarios

Hace varios días realicé un avería dedicado al doom metal.  Hoy lo voy a hacer sobre algunos de los discos que más he disfrutado de este estilo durante el último año. Cinco obras que son explosivos océanos y rocas. Viajes ancestrales. Épicos gritos surcando el cosmos que describen el Apocalipsis cotidiano con absoluta crudeza.

Ahí van:

Inter Arma. Paradise Gallows: Paradise Gallows es una caverna. El grito del Capitán Ahab al ser devorado por los océanos. El rugido de la ballena Moby Dick al ser herida de muerte por una bomba. Inter Arma combinan de manera magistral el caos con el lamento. Me fascinan cuando se tranquilizan y se comportan como vikingos navegando en mar calma pero también me gustan cuando emerge furia de su vientre y la arrojan a todas partes. El grupo de Virginia no da ninguna concesión. Pero aún así logra extraer poesía del caos. Describe la caída de los dioses y el mundo oscuro en que vivimos como el guerrero que libra una cruenta batalla en un valle. Como si estuvieran cortando cabezas con acero y no extrayendo ruido de sus guitarras.

Paradise Gallows es fuego penetrando la piel de un condenado. Un castigo. Una obra sin aristas que no da ninguna concesión. De esas que impone su normas y ritmo sin piedad. En realidad, no habla sobre el fin del mundo sino que es el fin del mundo. Una incursión en la boca del diablo. En el centro del corazón de Odín.

Sub Rosa. For this we fought the battle of ages: For this we fought es el disco que debería haber grabado Sonic Youth de haberse formado hace un lustro. Tal vez también hasta PJ Harvey de presentarse en sociedad actualmente. Una obra que da una vuelta de tuerca más tanto al noise como al doom metal. Arisca y frágil. Severa y compleja. Rock rabioso que mezcla el punk con los himnos sombríos de brujas. Combina medievalismo y caos contemporáneo. Exprime la paleta de sonidos rocosos para crear poesía. Belleza un tanto extraña y fuera del tiempo.

For this we fought es una de esas obra mayores que dialoga con el pasado para dar un paso adelante. Un disco crudo. Un disco reptil. Un disco que viola al oyente. Lo revuelca en el suelo. Convierte el dolor en conjuro y la vida cotidiana en un lamento eterno. Es un violento aullido musical que transforma las cicatrices en heridas y la locura y el miedo en aliados artísticos.

Wolf People: Ruins. Ruins no es exactamente un disco de doom metal sino de doom psicodélico. El cigarrillo de marihuana que fuma un guerrero magiar tras una batalla. Más exactamente, sería una mezcla entre el folk metal y el rock progresivo. Entre Jethro Tull, Tool y Pink Floyd. Entre el mundo de Woodstock y el postapocalíptico actual. Un cruce rabioso y épico de estilos y épocas que no obstante da resultados muy armónicos. Funciona perfectamente. De hecho, lo que asombra de Ruins es su regularidad. Lo compacto que es a pesar de que posee algunos riffs de guitarra que recuerdan a Jimi Hendrix y otros parecen salir de una cámara frigorífica. De una jaula de metal.

Ruins es un disco que remite a los 60 y al siglo XXI. Al oscurantismo y al flower power. A Grateful Dead y al aislacionismo. Es una deliciosa anomalía musical que extrae petroleo de las contradicciones del mundo contemporáneo. Una espada de acero girando constantemente sobre sí misma apuntando a decenas de enemigos.

Spidergawd: Spidergawd III. Spidergawd III es una orgía de sonidos. Una fiesta de instituto en la que se homenajea a Hankwind y otros tantos grupos macarras y psicodélicos de los 70. Un cruce entre Jimi Hendrix y Motorhead con sabor ancestral e instantáneo. Un disco que mezcla épica y punk. Suicidio y diversión.

Spidergawd no sólo permiten rememorar las exploraciones sonoras de los grupos más intensos y divertidos del prog rock del pasado siglo sino que incluso componen canciones pegadizas. Singles de la era nihilista ideales para escuchar haciendo pogo o corriendo por una montaña. Los componentes del grupo noruego son bestias. Componen temas parecidos a caballos sin riendas que lo mismo remiten a la naturaleza que al bar. Al alcohol y a la adolescencia que a la dureza de la vida adulta. En definitiva, Spidergawd III es una de esas obras que hace creer en el rock a pesar de que hace tiempo que hayamos perdido la confianza en el estilo. Un trallazo musical que nos pellizca recordándonos cómo nos sentíamos a los quince años.

Elder. Reflections of a floating world: Reflections es un disco emocionante y compacto. Un viaje al país de las maravillas contemporáneo de la mano del doom. Una excursión por la soledad que tiene tanto de terrestre como de celeste. Apunta al cielo pero también al infierno. En realidad, a pesar de que bebe del rock progresivo de los 70, el disco suena totalmente actual. Como si el estilo se hubiera inventado hace unos días. De hecho, aunque sus canciones prácticamente no bajan de los 10 minutos son tan intensas y se encuentran tan bien enlazadas que parece que en realidad duran 3 minutos.

Reflections se encuentra lleno de épica. De momentos memorables. De melodías inolvidables que aparecen y desaparecen entre continuos estallidos y metrallas. Remite a la guerra pero también a la paz. Y en cualquier caso, es tan consistente que es difícil no pasar a formar parte del club de fans de Elder al escucharlo. Yo al menos, de haberlo hecho cuando era adolescente, tendría muy claro que sin ver a la banda al menos una vez en directo, mi vida no estaría completa. No tendría sentido. Shalam

من الأفضل أن تكون غير سعيد وتعرف ما هو أسوأ من أن تكون سعيدًا في جنة الأحمق

Es mejor ser infeliz y saber lo peor, que ser feliz en el paraíso de los tontos

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Autor: Alejandro Hermosilla

Mi nombre (creo) es Alejandro Hermosilla. Amo la escritura de Thomas Bernhard, Salvador Elizondo, Antonin Artaud, Georges Bataille y Lautreamont.

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