AVERÍA DE POLLOS: Inicio E Música E I/O

I/O

Ene 14, 2025 | 3 Comentarios

I/O

La primera impresión que tuve al escuchar el último álbum de Peter Gabriel es que era más de lo mismo. Así que no le presté demasiada atención.

Gabriel ha sido uno de mis ídolos del pop. Si no ha llegado a la altura de Bowie fue posiblemente por el giro humanista que dio a su trayectoria a partir de So. En realidad, yo amo So y Us. Los he escuchado decenas de veces. Todavía hoy les continúo encontrando detalles que me habían pasado desapercibidos. Aún me continúo emocionando con varios de sus pasajes. Pero, a decir verdad, estos discos estandarizaron demasiado la figura de un Gabriel que, de repente, parecía empeñado en convertirse en la conciencia del mundo. Un hecho muy loable que, sin embargo, le hacía perder misterio y peligrosidad. Algo que Bowie, a pesar de sus dislates, de la laca, de sus trajes rojos o de sus devaneos por el mundo de colorines pop, no perdió nunca.

Bowie sonreía, se desnudaba y pensábamos que llevaba un disfraz. Que había truco encerrado. Bowie era Aladino. Era difícil concebirlo sin una lámpara maravillosa cerca.

Toda la locura y esquizofrenia que transmitía el primer Gabriel, todo ese misterio insondable que rodeaba su figura, esa teatralidad indomable, casi diabólica, se comenzó a normalizar a partir de la popularización de «Biko» y la publicación de So. Hasta el punto de que Gabriel parecía el padre de las cabezas bien pensantes de Europa más que un músico.

A decir verdad, llegó un momento en el que escuchar So o Us, mencionar a Gabriel, era casi como dar dinero para el Domund. En un momento dado, el músico inglés parecía más un misionero que un imprevisible artista. Gabriel sonreía y parecía nuestro tío. Un pariente que había vivido extraordinarias aventuras en países extranjeros, en lugares remotos, había sobrevivido a caníbales y había hablado con extratrerrestres, y que ahora, ya maduro, se conformaba con ver crecer a sus hijos y nietos en paz. Dar algún consejo y mantenerse a una distancia prudencial de los peligros y aventuras.

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Sé que lo que estoy apuntando no es exacto. Estoy mezclando muchos temas. Estoy tirando de tópicos y prejuicios. Pero creo que también hay algo (aunque sea poco) de verdad. So, Us y Up son, de hecho, joyas del pop. Referencias ineludibles. Son incluso, en ciertos momentos, un hito. Me puedo pasar horas escuchando US. Tal vez le dedique un avería a esa maravilla. Pero, aunque todos esos Lps me gustan mucho, la locura y la distorsión, esa sensación alienante, casi esquizofrénica que transmitía el primer Gabriel ya no estaba allí. Se había ido.

Supongo que en eso todos estaremos de acuerdo.

Gabriel pasó de ser un artista inabordable a un ciudadano admirable. Pasó de ser un artista que se adelantaba a las modas y las creaba, alguien que iba más allá de sí mismo, a convertirse en un personaje público cuyo lugar era el centro justo del pop. Consolidaba tendencias pero no las creaba. Expandía a nuevos límites lo ya conocido pero ya no era un águila que vislumbraba nuevos territorios.

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A que en principio no le prestara demasiada atención a I/O contribuyó el decepcionante Scratch my back. Un disco de versiones que sorprende por su atonía. De Gabriel se podría esperar cualquier cosa menos que aburriera. Más aún teniendo ante sí un banquete de inmejorables canciones. Clásicos de Bowie, Magnetic Fields, Talking Heads, Lou Reed, Neil Young (entre otros) que Gabriel no deformaba ni cambiaba. Tampoco interactuaba exactamente con ellos. Los interpretaba respetuosamente y poco más. De hecho, les restaba peligrosidad y fantasía. Algo que explica perfectamente el poco alcance de un disco que el Gabriel joven habría podido expandir hacia dimensiones pocas veces entrevistas.

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En fin. Si he realizado esta introducción es porque mis prejuicios eran muchos. Lo que hizo Gabriel en Genesis y en sus primeros discos en solitario fue una odisea. Un viaje espacial. Es imborrable. Pero desde Up, Gabriel ha generado muchas dudas. Recuerdo que vi un concierto suyo en México. Foro Sol, marzo, 2009. Un muy buen concierto. ¿Cómo no? ¿Era posible otra cosa? Pero, a decir verdad, un concierto previsible, sin peligro, sin riesgo. Un concierto perfecto el concierto añorado por cualquier fan, pero un concierto indoloro. Un concierto tan profesional que no había vida allí.

Estoy seguro que ese día Gabriel conquistó a varios miles de mexicanos para su causa. Pero a mi me perdió durante unos años. Yo quería locura y Gabriel me dio pop y World music. Yo quería experimentación y Gabriel me dio un sonido de lujo y para de contar.

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Dicho esto, llevo escuchando sin cesar I/O desde principios del año. Lo que quiere decir que me ha terminado fascinando. Obviamente, no está a la altura de sus cuatro primeros discos pero es que eso era imposible y, por supuesto, tampoco es deseable.

Diría que es la síntesis perfecta entre So, Us y Up. Está más cerca de Up en cuanto a inspiración, melodía, letras y atmósferas. Pero algunos temas poseen esa producción expansiva, afroglobal (sin dejar de lado tonalidades siderales, frías), que caracterizaba a US. Y hay dos o tres composiciones que, con otros arreglos, podrían entrar en So. Tal vez no en el álbum pero sí que podrían participar de su grandeza como caras B de los singles.

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Resulta difícil realmente explicar un álbum como I/O. Hace poco, en avería, hablaba del último disco de The Cure. Decía allí que había que darle al menos cinco escuchas para comenzar a sacar conclusiones. Pues bien, no quiero pecar de exagerado, pero mentiría si no dijera que es necesario escuchar al menos diez veces I/O para saborearlo como merece. Gabriel ha estado muchos, muchísimos años retocando sus temas y eso se nota. No tanto porque se encuentre sobreproducido (que no es el caso) sino por un sinfín de detalles que creo que un oído normal sólo comienza a captar con el paso de los días.

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A estas alturas, pretender que Gabriel sorprenda es un anacoluto. Así que cualquier persona que busque experimentos aquí saldrá decepcionada. No es que no haya experimentación en I/O pero no es ese el fundamento del disco. Tal vez Gabriel publique más álbums pero hay algo en I/O que suena a testamento. Creo que es por ahí por donde la obra puede ir calando. No tanto como una colección nueva de canciones (que también) sino como uno de los últimos testimonios de un artista visionario sobre el estado del Occidente contemporáneo y el del pop.

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Suena a tópico lo que voy a decir. Lo sé. Soy consciente. Pero I/O es un disco hecho a contracorriente. Por eso hay que escucharlo muchas, muchísimas veces para que cale. Porque su jugo está al fondo. Cuesta acceder a su savia. Pero cuando se logra llegar al interior, el esfuerzo se ve recompensado. Poco a poco las baladas, los tonos tristes, los sinuosos sintetizadores, los acordes ligeros se van pegando a nuestras vidas. Y van refulgiendo las vibraciones de sonidos en ocasiones coloridos, en otras distantes pero, por lo general, llenos de humanidad, de un sentimiento que (supongo que algunos confundirán con el sentimentalismo o el sinfonismo trasnochado) trasciende, de una lucidez que emociona.

Un tema como «Olive tree» suena, por ejemplo, a deja vu. Es pura marca Gabriel. Se lo hemos escuchado muchas veces desde So. Pero cuando se pincha varias veces, termina por convencer. Más que nada porque ¿quién va a grabar un tema similar en 2024? ¿Steven Wilson? ¡Venga ya!  Digamos que cuando uno escucha «Olive tree» tres veces lo primero que piensa es, ¡vale, esto ya me la conozco! Pero a la sexta o a la séptima, se emociona. Dan ganas, de hecho, de irse a vivir a los estudios Real World. Volver a revivir aquellos hermosos viajes de Gabriel por África. De repente, todo merece la pena.

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Gabriel tiene más de 70 años. Y eso es, en el fondo, I/O. La obra de un hombre maduro, todavía no un anciano, pero casi. Alguien que fue un vanguardista pero ya no lo es. Tal vez no se encuentre muy lejos de su fin. Y, a estas alturas, no se va a poner a jugar. No va a volver a subir el Himalaya. Pero precisamente por su experiencia exige a los oyentes paciencia para entregarles su tesoro. Tanta he tenido, tanto me ha gustado I/O que he de reconocer que hasta que he acabado disfrutando y comprendiendo por qué ha publicado dos versiones (en realidad, hay tres) del disco: la Dark y la Bright, que se diferencian apenas por pequeños matices, detalles, sonidos o texturas.

Creo que lograr reconocer esas diferencias y disfrutarlas es un premio. Algo inusual en estos tiempos.  Pero es lo que da sentido a nuestro amor por la música. Incluso, a decir verdad, he vuelto a escuchar Scratch my back, su célebre disco de versiones, y he comenzado a comprender mejor qué intentó Gabriel hacer allí. He logrado disfrutar de algunas de sus interpretaciones. Algo que me parecía imposible dos semanas atrás.

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La mayoría de discos actuales intentan, necesitan desesperadamente recabar la atención del oyente, ganar la partida, en un minuto. Gabriel es un mito y se puede permitir dejar que pasen mil para conquistar el trofeo. Ese es el misterio y el secreto de un disco como I/0.

¡Merece la pena esperar! Shalam

التعقل هو الالتزام

La cordura es un compromiso

3 Comentarios

  1. andresrosiquemoreno

    1imagen…madre mia! un perro andaluz……
    2imagen….ver el interior del cerebro (panoptico)..otro 1984 (george orwell)…..
    3imagen….con la cara lavada y recien pintado…….
    4imagen….intento de abrazar a la señora dentro de un cubi con el suelo hecho de ramas de ciruelo rojo…..
    5imagen….los androides en «thx1138» (george lucas…1971….)….
    6imagen….rothko no solo en apaisado y en vertical….la huella de solaris es un agujero con forma de puerta……
    7imagen….seguro que me convierto en una soga…las pirindolas se fabrican con pan…..
    PD…https://www.youtube.com/watch?v=Pu5MgvCn6V8….thx113 end music….futuro indeterminado…i/0……

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    • Alejandro Hermosilla

      1) Me estoy volviendo loco por no creer en Dios. Portada que dialoga con la de Peter Gabriel II. 2) Hamlet. Soy el fantasma del panóptico. El padre nos persigue siempre. 3) Un buen ser humano. Deseos de ser un buen ser humano. 4) El amor a los fantasmas es señal del mundo de internet. Gabriel ya lo vio. Ja, ja, ja. 5) Sí. Puro Coppola. Por cierto.. lo que se oye al principio de «The downward spiral» de Nine inch Nails es un sampler de esa película. 6) Soy el sacerdote del ecumenismo. Iglesia humanitaria. «Lay your hands on me». 7) Así ven los espíritus el agujero vaginal. Nueva vida. 8) No sé si sabes que esta obra es de Nick Cave. Me sorprende gratamente su versatilidad. Aunque para ti es impostado. PD: Impresionante banda sonora. Impresionante película. Cuando la vi en Buenos Aires, quedé fascinado. Inolvidable.

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  2. andresrosiquemoreno

    olvide la 6imagen….mi nombre es grillo, pepito grillo….(soy vuestro eco)…ja,ja,ja…..(olvide la formula para fabricar el cristal (corazon de cristal-1976-w.herzog)……

    Responder

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Autor: Alejandro Hermosilla

Mi nombre (creo) es Alejandro Hermosilla. Amo la escritura de Thomas Bernhard, Salvador Elizondo, Antonin Artaud, Georges Bataille y Lautreamont.

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