Llevo varios días escuchando «Estranged»; una de las canciones más extrañas y majestuosas de la historia del rock. ¿Tienes estribillo? Podríamos decir que sí pero no exactamente lo que todos conocemos con esa denominación. A veces tiene tono y ritmo de canción japonesa, otras parece puro rock sinfónico y posee también momentos de puro hard rock californiano y deslices orquestales. Si alguien, antes de escucharla, me hubiera asegurado que se podían juntar todos los estilos que suenan en ese viaje de casi 10 minutos no lo hubiera negado, pero le hubiera respondido que lo más probable sería que el resultado fuera monstruoso. Y, sin embargo, «Estranged» funciona perfectamente. Tiene el sabor peligroso de los gunners clásicos y el carácter épico de muchas de las canciones de los Illusions. No sabría realmente cómo describirla. Es envolvente y reconocible pero no cesa de planear. A mí me recuerda a un vuelo en parapente. O para entendernos mejor, a una de esas canciones imposibles que Queen componían en las que no se sabe cómo la vertiente operística, oriental, kitsch, rockera y pop combinaban mágicamente.
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Griezmann es un producto de nuestra frívola época. El clásico futbolista egocéntrico y caprichoso que vive en una burbuja y utiliza los mass-media a su antojo. Estoy realmente cansado de escuchar declaraciones de su entorno sobre Messi o sus suplencias. Que un futbolista como Griezmann, tras reírse del F.C. Barcelona en aquel estúpido documental llamado La decisión, acabara fichando por el club catalán es otra prueba más de la nefasta gestión de Bartomeu y de sus secuaces. Nunca en la vida ese señor debería haberse puesto la camiseta blaugrana. Por supuesto que es un muy buen futbolista, pero hay valores que están por encima de las cualidades deportivas de las personas. ¿Qué se podía esperar, en cualquier caso, de quienes se escudaron tras el club cuando fueron juzgados por todos sus errores y desfalcos cometidos durante el fichaje de Neymar; otro de esos jugadores que tampoco tuvo jamás que enfundarse la misma camiseta que Ladislao Kubala?
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Cuando hay libertad, no suele haber consenso político. El consenso es necesario para vivir en sociedad pero no para tomar decisiones políticas. El consenso nace del miedo; del miedo a perder privilegios. Por eso los partidos políticos hablan y hablan sin cesar de consenso. Porque lo necesitan para mantenerse en el poder. No para articular mejor la sociedad.
Tengo la sensación por cierto de que nadie ha retratado mejor que Buñuel la comedia política. Los pactos consensuados. Hace años, creía que El ángel exterminador, El fantasma de la libertad o El discreto encanto de la burguesía eran películas que criticaban la racionalidad y a los burgueses. Ahora creo que son películas profundamente revolucionarias. Artística pero también políticamente revolucionarias. Muestran con claridad la falsedad del consenso y el crimen contra la libertad que se produce cuando las clases privilegiadas y los políticos pactan ajenos a la voluntad del pueblo.
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Creo que tanto la ciencia como la técnica tienen que ver con la realidad. Básicamente, con la vida. El arte tiene una parte de ciencia y técnica pero, a diferencia de las matemáticas o la arquitectura, hay una parte difusa en su devenir, completamente misteriosa, que tiene que ver con la fantasía, con lo incognoscible. Esto es; con la muerte. Shalam
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