Pasé ayer el día en Cuautla (Morelos) cerca de donde nació Emiliano Zapata y se comenzó a forjar la, tal y como la denominó acertadamente Adolfo Gilly, revolución interrumpida mexicana. Otro de esos acontecimientos que ponen de manifiesto la imposibilidad de levantar democracias verdaderas hasta el punto de que las justas reivindicaciones de los ciudadanos terminan convirtiéndose en utopías. No creo que los seres humanos consigamos vivir en paz y dichosos nunca. Sí que podríamos acercarnos tal vez a un grado de convivencia más o menos armónico. Es realmente difícil pero por ello merece la pena intentarlo. Lo fácil es ni siquiera pensarlo o darlo por perdido. Eso sí, no tengo en absoluto claro que se pueda llegar allí a través de la política o al menos, sólo de su uso y manejo. Sobre todo, mientras no exista una separación de poderes dentro de los estados. Habría que contaminar la política de espiritualidad, por ejemplo, aunque suene demasiado angelical. También, por supuesto, habría que hacer que los seres espirituales y más o menos cultivados pudieran acercarse a la política. En fin. No sé qué sucederá en España, México y el mundo en general durante los próximos años y no creo que nadie tenga absoluta certeza de ello. Ni tan siquiera el gran Adrián Salbuchi, creo que podría afirmar con total seguridad qué es lo que ocurrirá. Al pasear por el Distrito Federal, se encuentran Oxxos casi en cada esquina y esto no es en absoluto agradable como tampoco la continua manipulación de los mass-media. La globalización se impone en el mundo y no sé si finalmente, las poblaciones y los estados nacionales podrán conservar su autonomía. A grandes rasgos, creo que a día de hoy, son las grandes empresas y corporaciones las que manejan como títeres, con ayuda de organizaciones como el FMI, a los presidentes y partidos políticos de las distintas naciones. A éstos se les da un sueldo importante para que trabajen al servicio de los intereses de las empresas y no de los ciudadanos y luego se los jubila.
¿Qué quiero decir con estas reflexiones hilvanadas probablemente con excesiva rapidez? Que los intereses políticos del mundo se encuentran supeditados a los monetarios. Los presidentes de los grandes consorcios empresariales necesitan sociedades derrotadas, personas con la mente vacía y sin capacidad de respuesta o rebeldía pero siempre y cuando consigan instalar sus empresas en medio mundo, se darán por satisfechos. Digamos que si consiguen el cierre de decenas de miles de pequeños negocios y que sus gigantescas empresas, además de beneficiarse por reducciones fiscales, se implanten donde lo deseen, los consorcios empresariales habrán cumplido su principal objetivo y no presionarán mucho más. De hecho, pueden utilizar esta aparente pasividad como un arma de manipulación, haciendo creer que han sido los ciudadanos, los grandes vencedores de este momento histórico, presentándose a ellas mismas como perdedoras cuando, en realidad, sí habrán obtenido lo que ansiaban. Que no era tanto el control político sino el económico. Tener el dinero suficiente para controlar en la sombra a los países.
Sinceramente, esta es mi opinión a día de hoy. Los agentes globalizadores desean en cierto modo, acabar con la clase media porque es la que hace de puente entre la alta y la baja. La que ejerce de puente socializador con los desfavorecidos además de tutelar a los privilegiados. El mundo de las corporaciones desea un mundo de esclavos económicos donde la mayoría de personas trabajen para ellas. Este es el futuro diseñado. Y para ello necesitan que, en la medida de lo posible, las transacciones de dinero se realicen por medio de tarjetas y no a través de moneda real y de los políticos y los manipuladores y publicistas que tracen las vías y pautas a través de las que implantar este imperialismo. Como ya he indicado, creo que la batalla actual se libra entre empresas y ciudadanos. Una guerra que nace manipulada y con un claro favorito porque, ¿cómo es que combatirán los seres humanos y obreros contra los estamentos empresariales que les dan sustento económico?
Muy desequilibrada, repito, parece esta lucha en un mundo donde prácticamente no hay democracias representativas que aseguren la trascendental separación de poderes y el consumismo campa a sus anchas. Tanto, que si estuviera vivo, no resulta difícil imaginarse a Emiliano Zapata entrando en un Oxxo diariamente a comprar unas chocolatinas con unas zapatillas Nike en sus pies. Shalam
كُنْ ذكورا إذا كُنْت كذوبا
La pereza viaja tan despacio que la pobreza no tarda en alcanzarla
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