Dejo a continuación un nuevo avería que recomiendo leer escuchando el siguiente tema de Bon Jovi: «Lay your hands on me».

Coros

Hace unos días, durante un trayecto en autobús, sonó Bon Jovi en la radio y no pude evitar comenzar a realizar una serie de reflexiones. En realidad, nunca fui un fan de la banda norteamericana. Aunque debo reconocer que su discografía hasta New Yersey me parece muy respetable y que su primer LP, Runaway, todavía hoy me sigue gustando. Aquel primer disco, de hecho, era un dulce juvenil muy apetitoso. Su estilo era predominamentemente AOR aunque poseía los suficientes toques de hard rock y unas cuantas sutiles gotas de glam como para pretender encasillarlo en un género determinado.

Runaway era rock americano de FM pero también de taberna. Era una obra fiera y melosa, salvaje y sensible, que generaba una irresistible sensación de vitalidad. Un pedazo de plástico ideal para escuchar en una carretera norteamericana o en un instituto, tan lleno de sensualidad que no me extraña que sedujera a miles de adolescentes necesitados de emociones fuertes en su vida.

En cualquier caso, no era mi intención hablar hoy específicamente de la banda norteamericana. Si la he traído a colación es porque revisando sus LPS de los 80 es muy fácil detectar que tenían como objetivo componer hits que llegasen al corazón de la gente común. Obligándoles a levantar los brazos y entonar sus estribillos a coro. «Livin on a prayer», «You give love a bad name» y muchos otros hits eran temas que podían disfrutarse en solitario pero que estaban hechos para ser cantados en masa. En estadios llenos a reventar. Eran composiciones que mostraban lo mejor de sí cuando las tatareábamos en voz alta mientras nos abrazábamos con los colegas. Una tendencia bastante habitual por otra parte en los 80. Una época en la que muchos músicos soñaban con golpear directamente el corazón de sus fans y cantar sus composiciones entre multitudes.

No es esa, sin embargo, mi sensación actualmente. Creo que, salvo excepciones, los grupos y solistas de pop que copan los charts no hacen música para corear sino para ser disfrutada individualmente. Digamos que el objetivo de Bon Jovi era que hicieses el amor con tu pareja o probases alguna vez, antes del previsible matrimonio, el sexo en grupo. Pero la música de hoy en día me da la sensación de que está hecha para masturbarse con un desconocido detrás del ordenador. Es música que se disfruta más en privado que en compañía y se difuminaría totalmente de interpretarse en un estadio. Tal vez, como mucho, pueda sonar bien en un club o una suntuosa discoteca.

Obviamente, puedo estar equivocado pero esa es actualmente mi impresión. Los músicos de blues deseaban que su público sintiera la tristeza que embargaba su corazón. Cada uno de sus temas era un vaso de whisky que nos transportaba el pasado. Por otra parte, los jazzistas intentaban capturar los espíritus que fluían alrededor del escenario en el que tocaban. No estaban tan interesados en el futuro o el pasado como en el presente. Iban a su aire. Intentando reflejar musicalmente la inspiración de donde brota la libertad. Por contra, el objetivo de los artistas pop a día de hoy no creo que sea tanto acabar con la soledad sino incidir en ella hasta cotas enfermizas. El sueño al que aluden en sus canciones tiene más que ver con la posibilidad de hacer el amor con un avatar que con una persona de carne y hueso. Shalam

العواطف لا تنتمي لأحد

Las pasiones no pertenecen a nadie