Resulta difícil entroncar una literatura tan original como la de Franz Kafka con otras anteriores, pero no imposible. Me encuentro a mitad de una relectura de El proceso. Y lo que en esta ocasión más me está llamando la atención de su avasalladora novela no es tanto el opresivo y enigmático funcionamiento del sistema judicial sino la claridad y sencillez de la prosa del escritor checo y, sobre todo, el comportamiento ingenuo de Josef K. Un personaje tan inocente y plano que no he podido evitar compararlo repetidas veces con Cándido y el príncipe Lev Nikoláievich Myshkin. De tal modo que ahora mismo vislumbro esta clarividente inmersión en la justicia metafísica y divina como, entre otras cosas, una reelaboración expresionista de las creaciones de Voltaire y Dostoievski. Una vía más en cualquier caso de las infinitas que existen de abordar una obra que, como todas las grandes, es absolutamente inagotable. Un misterio constante. Shalam
في معركتك ضد بقية العالم أنصحك بأن تقف إلى جانب بقية العالم
En tu lucha contra el resto del mundo te aconsejo que te pongas del lado del resto del mundo
No suelo yo colocar muchos pasajes de libros en avería. No es ese ni el estilo ni el propósito de este espacio, pero he de reconocer que el comienzo...
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