A Serbian film es una película retro. Nos dice lo que ya sabíamos. Que la Antigua Yugoslavia fue vejada, violada, prostituida y entregada a las fuerzas del capital. Que el capitalismo y la globalización llegó allí a extremos nunca vistos para imponer su ley. Que en las puertas de Europa o mejor dicho, en uno de sus brazos, cercano al centro de su corazón, se llevó a cabo una destrucción de cualquiera de los valores de la vida humana que todavía hoy, asombra. A Serbian film, repito, nos cuenta lo que ya sabemos. Que en aquel pedazo de tierra que se desmembró finalmente en varios países, todos los ciudadanos perdieron y sólo ganó el negocio. Y que por los intereses de unos cuantos empresarios se llevó a cabo una guerra contradictoria como todas, que levantó viejas heridas, gritos nacionalistas, desgajó identidades y produjo un sinfín de equívocos que probablemente nunca quedarán totalmente aclarados. Y por todo ello, A serbian film no me parece una película tan escandalosa como enfática e insistente. Golpea una y otra vez la pantalla para recordarnos lo evidente y consabido: que en aquella guerra no hubo épica o si la hubo, quedó muy opacada porque, en realidad, fue pura pornografía. De hecho, muchas de sus más cruentas imágenes seguramente no se encuentran a disposición del público en general. Deben estar en las de unos cuantos políticos y millonarios que no sería de extrañar que suelan masturbarse, contemplando los rostros de miedo y dolor de la población en su conjunto (no importa si son serbios, bosnios, croatas, montenegrinos, etc).
Obviamente, en A serbian film no existe -al menos que yo recuerde- una sola alusión a la guerra de los Balcanes. Su trama tiene que ver aparentemente más con la pornografía, las snuff movies y la deep web (el internet oculto) que con la guerra, pero los actos dementes cometidos durante el conflicto bélico, se sienten en todo momento en la película.
A serbian film recuerda levemente a los biopics de los años 70 y 80 y al giallo italiano y puede aparentar ser un thriller de misterio pero, en verdad, es una película de post-guerra. ¿Se puede filmar una obra diferente a ésta después de las múltiples mentiras soportadas por los ciudadanos y haber visto cómo se destruía todo aquello en que creían? La realidad para las nuevas generaciones de yugoslavos es mucho más que pornográfica puesto que, desde su infancia, se acostumbraron a la destrucción de todos los tabúes. Casi todos ellos, como contemplaremos en una escalofriante escena de la película, a los pocos segundos de nacer eran violados (metafórica o realmente). Y sus padres no sólo perdieron su identidad sino que, sin quererlo, -al igual que le ocurre al protagonista del film- terminaron también por violarlos a ellos mismos en medio de una matanza televisada en medio Occidente.
Muchos de nosotros, de hecho, desayunamos o comimos, indiferentemente, casi sin prestar atención a la ola de cadáveres y heridos que, sutilmente, tras pasar su rigurosa selección, nos mostraban los telediarios. ¿Podemos esperar que de Serbia nos llegue algo diferente a esta obra? Lo que se vivió allí y las mentiras que continúan sobrevolando la guerra fue tan ignominioso que o se hace una película excesiva o no se hace; o se arrojan litros de semen al rostro del espectador o no puede comenzar a levantarse nada.
Tal vez en el futuro, Spasojević haga un cine más sosegado y reflexivo, camine por otros linderos, pero me parece bastante evidente que una opera prima serbia sea lo que es A serbian film: una complaciente, espectacular y exaltada muestra del horror cotidiano. Y ¿por qué no decirlo?, casi divertida. El escupitajo de alguien que creció entre vísceras y mentiras. Asistiendo a cómo se transgredían los límites más inimaginables.
Diariamente, se nos advierte desde muchos frentes, sobre cómo la globalización está terminando por romper la familia, aislándono e innumerables peligros más. A un serbio, un bosnio y un montenegrino común no hace falta advertirles de nada. Ellos lo vivieron en carne propia.
A Serbian film no es una película escandalosa sino hiperrealista. Bastante centrada y verídica y, a pesar de ciertas irregularidades, bien conseguida. Y, desde luego, su amoral apuesta me parece mucho más ética que la de la de esa Europa que permitió esta sangría humana. Quienes prohibieron su exhibición en los cines varios años atrás, seguramente no movieron un dedo para protestar en contra de aquel genocidio. Shalam
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