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Fuga de la muerte

Nov 29, 2024 | 2 Comentarios

Vuelvo a El ruido eterno, el magnífico ensayo de Alex Ross.

Es muy probable que muchos otros críticos ya hubieran apuntado todo lo que que el ensayista norteamericano expone en su libro (o incluso que fueran más incisivos), pero es difícil encontrar un solo tomo, un solo libro, que haga un repaso tan completo del devenir de la música clásica durante el siglo XX.

Concretamente, he estado estos días revisando el capítulo dedicado a la música en la Alemania de Hitler: Fuga de la muerte.

Un texto que me aclara una cuestión que, a estas alturas, tenemos tan interiorizada que nos resulta completamente normal. Casi natural.

Me refiero a la habitual conjunción en muchos filmes occidentales de música clásica, violencia y sadismo, que Ross expone de este modo:

«Con el paso de los años, la música clásica adquirió un aura siniestra dentro de la cultura popular. Hollywood, que había hecho en su día de los músicos los frágiles héroes de películas de prestigio, empezó a darles un aspecto sádico. En la década de 1970, la yuxtaposición de «gran música» y barbarismo se había convertido ya en un cliché cinematográfico: en La naranja mecánica, un joven matón fantasea de un modo ultraviolento con las melodías de la Novena de Beethoven, y en Apocalypse Now, los soldados estadounidenses atacan un pueblo vietnamita con la ayuda de la «Cabalgata de las valquirias» de Wagner. Ahora, cuando cualquier archicriminal de Hollywood que se precie se dispone a esclavizar a la humanidad, oye un poco de música clásica para ponerse en situación».

Leyendo el capítulo mencionado del libro de Ross queda bastante claro que la simbiosis entre música clásica y sadismo comenzó a producirse durante el nazismo. Más concretamente, debido a la perplejidad que produjo en muchos artistas que una sociedad tan culta como la alemana hubiera sido, a su vez, tan violenta. Fue, en gran medida, una consecuencia del afecto que Hitler y los suyos tuvieron siempre por las sinfonías de los grandes genios históricos. Una conexión convertida en una enorme metáfora en el Doctor Fausto de Thomas Mann, que dio lugar a la célebre afirmación del novelista alemán «de que durante el reinado de Hitler como dictador de Alemania el gran arte estuvo aliado con el gran mal».

A estas alturas, queda clara la relevancia que los nazis dieron a Wagner. Precisamente, nos informa Ross, Hitler saludó al primer «Congreso del Partido en Núremberg con una cita de Die Meistersinger de Wagner: «Wacht auf!» («¡Despertad!»). (…). No sólo a Wagner, claro: «Hans Frank, el gobernador general de la Polonia ocupada, declaró que sus compositores predilectos eran Bach, Brahms y Reger. (…) Y Josef Mengele silbaba sus melodías favoritas mientras seleccionaba a las víctimas para las cámaras de gas de Auschwitz. Hay muchas anécdotas de este tipo sobre la música en el Tercer Reich».

Aparte de los filmes mencionados por Ross, se me ocurre ahora mismo citar Alien: Covenant como otro ejemplo arquetípico de esta relación entre música clásica y sadismo. En la escena con la que se abre la obra de Ridley Scott, Peter Wayland ordena al nuevo androide que ha creado (David) que interprete al piano un fragmento de El oro del Rin, la ópera de Wagner. Concretamente, «La entrada de los Dioses al Valhalla».

Todos los que contemplamos esta secuencia, tenemos claro desde ese momento (sin necesidad de haber visto las precuelas o secuelas de Alien) que David es un ser siniestro, tal y como comprobaremos más tarde.

Una de las grandes novedades introducidas por Bret Easton Ellis en American Pshyco radicaba precisamente en que el psicópata que protagonizaba la novela (Patrick Bateman) era un fanático del pop. Adoraba escuchar temas clásicos de los 80, de la era consumista, mientras descuartizaba a sus víctimas. Probablemente no fue Bateman el primero en esto. Pero sí es bastante factible que fuera un pionero (entre los asesinos) en realizar excelentes reflexiones sobre sobre cada uno de los grupos y canciones que amaba.

En ese momento, tal vez por primera vez en décadas, el consumismo (como decía Pasolini) fue vinculado al nazismo y al fascismo, de forma indirecta. Comprar un traje caro en un filme podía hacerte tan sospechoso de ser un frío asesino como escuchar a Beehoven y a List. Eso hasta cierto punto estaba asumido en la alta cultura. Sólo hay que recordar el caso de Mr. Ripley y las novelas de Patricia Highsmith o los filmes de Alfred Hitchcock. Lo que ya era un poco más raro era que un seguidor de  Huey Lewis & The News fuera un necrófilo. Shalam

الحياة قصة ذات موضوع واحد: الفشل. والباقي حكاية نقية

La vida es una historia con un tema único: el fracaso. Lo demás es pura anécdota

2 Comentarios

  1. andresrosiquemoreno

    1imagen….es natural que los adolescentes tengan alegria………….
    2imagen….vestido de las ss el pianista-polanski-2002…..la pianista con una pierna de palo y desnuda c.denueve-tristana-1970……
    3imagen….pinocho, pinocho, pinocho…..
    4imagen….exactamente minimal…exactamente kraftwerk (energia electrica)..(un anodo un catodo)..jajajajjj…..
    5imagen….la vida de los otros….con pelo…2006…..
    PD….radioactivity…1975….kraftwerk…https://www.youtube.com/watch?v=NyXeJZJUFHE….dulce muerte, muerte instantanea….

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    • Alejandro Hermosilla

      1) Leche pura de Vaca. La tomas o la tomas. ¡Hay que crecer! 2) Arnold Schoemberg convertido en Mefisto merced a Thomas Mann 3) Violamos las muchachas como lo hacemos con la selva del fondo. Mueran las plantas. 4) The man machine. Aquí lo que tendría que haber hecho Scott es poner a David mirando a la cámara interpretando cómicamente «Autobahn». 5) El lobo de Wall Street. PD: precioso tema. Tema bonito. Convirtiendo a The Beach Boys en alumnos de Franz Schubert.

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Autor: Alejandro Hermosilla

Mi nombre (creo) es Alejandro Hermosilla. Amo la escritura de Thomas Bernhard, Salvador Elizondo, Antonin Artaud, Georges Bataille y Lautreamont.

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