Ultimamente estoy citando mucho a Adriano Erriguel. Avería no nació con vocación de monográfico. Así que, de momento, mientras no encuentre un motivo importante por el que recurrir al autor, lo dejaré de lado. Pero sí deseaba antes volver a aludir a él porque ha sido leyendo uno de sus artículos sobre Carl Schmitt que he encontrado una explicación concreta a algo que me había preguntado a mí mismo en algunas ocasiones: cuándo y por qué nace el concepto de Occidente. No tanto geográficamente sino culturamente, el uso cultural que actualmente se le da. Es decir; en qué momento Europa pasa a ser prácticamente sinónimo de Occidente aunque Occidente y Europa no sean lo mismo como tampoco, (aunque a veces parezca o se crea lo contrario), liberalismo y capitalismo lo son.

Como suele ocurrir en muchos casos, la explicación tiene que ver con la política. No suelo recurrir a la cita mucho en avería pero, de tanto en tanto, me parece que es lo más adecuado tanto porque es más directo como porque yo no explicaría mejor en ningún caso el tema tratado. Así que aquí dejo varios extractos del artículo de Erriguel sobre Carl Schmitt en los que se hace alusión a esta cuestión: la transformación de Europa en Occidente.

Básicamente lo que se sostiene allí no dejan de ser hechos consabidos. Lo importante es que están magníficamente explicados, quedan claros.

Ahí va: «Entre los años 1823 y 1917 se lleva a cabo la transición del viejo “derecho de gentes” europeo –el orden “westfaliano” de Estados soberanos– a un “derecho internacional” universalista inspirado en el constitucionalismo liberal del siglo XIX: es el ideal de una Common Law universal bajo la jurisdicción de una magistratura internacional».

¿Qué ocurre en 1917 y más tarde en 1919 para que ese proceso culmine y comience el nuevo?

«1917 es el año de la intervención norteamericana en la primera guerra mundial. La doctrina Monroe pierde su carácter espacial y adquiere una proyección universalista: los Estados Unidos intervendrán allí donde haga falta en la defensa de los valores universales de la democracia liberal y la libertad del comercio mundial. La doctrina Monroe se transforma así en “una ideología mundial superior a los Estados y a los pueblos, al servicio de un proyecto imperial que se sustrae a toda determinación de espacios y fronteras”. Estados Unidos como defensor fidei del liberal-capitalismo.

Este ideal cosmopolita tuvo en la “Sociedad de Naciones” (1919) su principal valedor, si bien los Estados Unidos –principales impulsores de esta organización– se mantuvieron en principio prudentemente al margen. Desde otro punto de vista, ambos años jalonan un cambio semántico nada inocente: Europa se transforma en “occidente”.

El “hemisferio occidental” de la doctrina Monroe era una creación dirigida contra la visión eurocéntrica del mundo. Según esta idea, “Occidente” –identificado con América– expresaba todo lo que era moral, civil y políticamente sano, por oposición a las viejas y corruptas monarquías europeas. Una oposición, sin embargo, que no lo era del todo: si por un lado Estados Unidos nacía de un rechazo hacia Europa, por el otro lado aspiraba a sucederla en el trono del mundo. Para lo cual promovía una “versión mejorada” de la civilización europea: la “civilización occidental” con América en el centro y Europa en una posición subalterna. El término hizo fortuna e impregnó los más variados ambientes culturales, como lo atestigua la famosa obra de Spengler. Los europeos se convirtieron en “occidentales”.

¿Queda claro? A mí al menos sí. Es cierto, por otra parte, que me surgen otras nuevas interrogantes a raíz de estas premisas pero creo que es mejor, si procede, dejarlas para futuros averías. Todo tiene su tiempo y su lugar. Shalam

المطلقة الزائف على وجه التحديد هو الذي سيفتح الطريق أمام الإرهاب اللاإنساني إن دين المساواة

Es precisamente la pseudoreligión de la igualdad absoluta la que abrirá un camino hacia el terror inhumano