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Dos rosas y un conejo

Sep 3, 2024 | 2 Comentarios

Es difícil encontrar libros tan bien escritos y profundos como El dios salvaje. Un ennsayo tan brillante que no he podido evitar releer estos días las páginas en las que Al Álvarez relata sus encuentros con Sylvia Plath, describe el carácter de la escritora en la intimidad más cotidiana e indaga en las posibles causas de su suicidio con talento, profundidad y perspicacia.

No sé si hay un retrato mejor de Sylvia. Creo que Álvarez la describe mejor en un capítulo de su libro que cualquier abultada biografía tanto por su talento como por haberla conocido en persona. Haber vislumbrado sus temores y deseos. El ser humano que se escondía tras esos poemas que le entregaba con ávido deseo de conocer su opinión y que Álvarez, en algún caso, le hacía leer en voz alta para captar esos leves detalles que a veces sólo es posible vislumbrar gracias a que su autor imprime a la lectura de ciertas sílabas o pasajes el tono adecuado. La acentuación necesaria en el momento preciso.

De entre todas las suculentas anécotas que nos cuenta Álvarez, me quedo con su discreto relato de una época en la que Sylvia se encontraba especialmente inspirada. Concretamente, una en la que nos relata el germen de uno de sus poemas.

Fue poco antes de su muerte. Sylvia, nos dice el escritor británico, encontraba en cualquier motivo nimio, una ocasión para escribir: «un corte en un dedo, una fiebre, una magulladura. La opaca vida doméstica se le fundió con la imaginación suntuosamente y sin vacilaciones. Un ejemplo: por esa época su marido produjo una curiosa obra para radio cuyo protagonista, mientras conducía hacia la ciudad, arrolla a un conejo, vende el animal muerto por cinco chelines y con ese dinero manchado de sangre le compra dos rosas a su novia. Sylvia se abalanzó sobre la anécdota, aisló lo central y lo interpretó adaptándolo a sus necesidades. El resultado fue el poema «Gentileza», que concluye de este modo:

El chorro de sangre es poesía,

No hay modo de pararlo.

Me entregas dos hijos, dos rosas».

No sé si existe un homenaje mejor a la secreta y sutil escritura de Sylvia que estas líneas. En ellas quedan condensadas su avidez, su sensibilidad y, sí, esa tierna inocencia que le hacía experimentar los avatares de la vida con crueldad. Sylvia identificaba belleza y violencia de manera tan visceral y sensual como contenida. Esa lucha interior fue la que tal vez la mató. No se sentía cómoda ni en el papel de lunática y poeta salvaje ni en el de mujer hogareña. Tal vez lo que nos enseña Sylvia es que ciertos poetas sólo están a salvo de sí mismos cuando mueren. Shalam

حدودك تصلبك

Tus propias limitaciones te crucifican

2 Comentarios

  1. andresrosiquemoreno

    1imagen… la primera idea es «de aquí a la eternidad «-1953 2imagen… Hollywood propone sex-simbol, te compro los derechos de autor……… PD…https://youtu.be/OnFlx2Lnr9Q?si=ddXD8fwBx2WblPYU …en 1953 dice el buscador que era la más oída….

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    • Alejandro Hermosilla

      1) Portada de life. Sylvia sin saber bien qué hacer. No es competencia de Marylin pero tampoco de Jaqueline Kennedy. ¿Quién soy?, parece decir. 2) la foto perfecta de una ávida intelectual. De una mujer feliz con un libro en sus manos y al mismo tiempo angustiada de no estar a la altura de lo que lee. Foto perfecta. PD: delicioso tema. Este le daba mucho a la botella. Y a todo. Música de cabaret que podría sonar en la casa de los Kennedy también. No en la de Nixon..jajaj

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Autor: Alejandro Hermosilla

Mi nombre (creo) es Alejandro Hermosilla. Amo la escritura de Thomas Bernhard, Salvador Elizondo, Antonin Artaud, Georges Bataille y Lautreamont.

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