Nunca he logrado entender del todo por qué se suele decir que lo mejor que pueden hacer los artistas es no hablar sobre el significado o sentido de sus propias obras. Puedo comprender que este prejuicio se aplique (por determinados motivos) con algunas (incluso con muchas) en concreto pero no con todas.
He de reconocer que yo mismo (más por pereza intelectual que por otro motivo) fui durante un tiempo partidario de esta idea que creo que tiene mucho que ver con una concepción romántica del arte. Esa que mantiene que la obra debe hablar por sí misma. Ha de bastarse a sí misma. Concepción en la que ahondarían los autores simbolistas en su intento de luchar contra el utilitarismo y los incipientes abusos comerciales. Motivo por el que se empeñarían en recubrir de misterio a la pintura, la música o la literatura, cuyos frutos y atributos pasaron a considerarse mágicos y sacros antes de ser demolidos por el ateísmo industrial.
Uno de los escritores que así pensaba era Rafael Chirbes. Algo que, por otra parte, puedo entender. Si uno anota en una lista la inmensa cantidad de libros citados por Chirbes en sus Diarios se dará cuenta de que muchos de ellos eran testimonios bélicos y novelas realistas clásicas cuyo mensaje era por lo general claro y preciso. En este caso, es cierto que el punto de vista del autor era palmario, casi evidente, y de muy poco habrían servido sus palabras. Acaso un añadido redundante.
Una afirmación parecida se puede indicar acerca de las novelas de Chirbes. ¿Era necesario que el escritor valenciano nos dijera algo sobre Crematorio? El mensaje de la novela está tan claro, la certera crítica que realiza sobre la socialdemocracia española y su vacía ética es tan evidente que Chirbes pensaría con razón que para qué añadir una sola palabra más. De hecho, estoy convencido de que la mayoría de entrevistas que se vería obligado a realizar incidirían en las cuestiones más superficiales de sus novelas. No profundizarían en sus textos y, en muchos casos, serían reportajes a mayor gloria de esa sociedad del espectáculo regida por el dinero y la especulación que con tanto vigor denunciaba en sus libros. Casi siempre le harían preguntas sin fuste que o bien serían un masaje al ego o querrían ahondar en detalles que estaban perfectamente perfilados en las páginas de los libros. Así que, muy inteligentemente, Chirbes se diría que para qué añadir nada al respecto. Más teniendo en cuenta las acostumbradas frivolidades propias de nuestra época que tienden a convertir a los autores en carnaza y a sus obras en un amasijo desechable sobre el que todos opinan.
Si he de ser sincero, en eso estoy totalmente de acuerdo con Chirbes. Los escasos textos críticos que he leído sobre sus libros no me han dicho nada que no supiera de ellos y no creo que una conversación privada con el autor me hubiera aportado demasiado al respecto, más allá de los típicos chismes como si determinados personajes pudieran encontrarse inspirados en un famoso constructor levantino, en un político de tal o cual partido o en una tertuliana.
No obstante, sí que pienso que hay obras que se benefician en mucho de las palabras de su autor. Hace unos días realicé un avería sobre Saló. Una película contundente cuyos alcances no obstante quedan bastante más claros cuando escuchamos las palabras de Pier Paolo Pasolini y descubrimos sus intenciones. El director italiano, de hecho, consideraba la entrevista como un género literario mayor y eso se nota. Así que sus declaraciones siempre estaban tan bien medidas como bien pensadas. En ocasiones poseían una clarividencia absoluta. Animo a cualquiera a que rastree sus explicaciones sobre las distintas partes (Círculo de las Manías, Círculo de la Mierda, Círculo de la Sangre) de su último filme y que me diga si tras ellas, no ha llegado a vislumbrar con mayor profundidad los alcances de esa obra de arte en concreto.
Para alguien tal vez esas palabras no serán necesarias pero es indudable que completan lo que vemos. Como también lo hace saber la época y circunstancias históricas donde se desarrollan la obras. Una obviedad tan grande que casi que me da verguenza mencionarla por más que la confusión propia de nuestro tiempo me ha animado a hacerlo.
En realidad, creo que lo que ocurre en muchos casos es que los autores se encuentran tan confundidos como los personajes que describen en sus obras. Resulta muy habitual encontrar novelas esquizoides que el autor tiene auténticos problemas de explicar porque en el fondo su texto no sólo es consecuencia de su época sino de su imposiblidad de entender las causas de que nuestra sociedad tenga comportamientos disonantes, entre la psicosis y la esquizofrenia. Así que no alcanzará a formular palabra alguna coherente sobre su libro porque el mismo es más síntoma de la enfermedad (por más bien escrito, brillante o sagaz que pueda ser) que crítica a la enfermedad. Algo que, en cierto modo, se puede afirmar, a su vez, de una de las modalidades artísticas (ojo, con esto no pretendo criticar sino más bien describir) más acomodaticias que existen: el arte abstracto.
Lo más probable, por tanto, es que ese autor termine siendo, en contra de su voluntad, un autor inofensivo cuyas obras sean en el fondo guiños superficiales a su época y lo más lógico es que o bien se sienta frustrado o bien ahonde más en una deriva que disocie cada vez más sus creaciones de la realidad. Adaptándose a la perfección a lo que exige el poder de los alegatos de los intelectuales modernos: que sean reflejo de la desorientación social, contengan cierta frivolidad enmascarada o bien de cultura pop o bien de diversión, un significado difuso y nula crítica política. Y, por supuesto que, en caso de existir una crítica, siempre sea dirigida por la mano invisible del poder contra el chivo expiatorio que toque en cada momento. Hacia aquello que, veladamente o no, se nos diga que sí está permitido criticar sin sufrir consecuencias. Shalam
andresrosiquemoreno
el febrero 10, 2024 a las 1:15 pm
1imagen….pasa por el aro!….y despues comeras,, jajaj…..la strada-1954…
2imagen….harem en matrix (las mujeres de argel-delacroix-1834)
3imagen….chirbes se tunea su camiseta color desierto (la mancha tapa la publicidad que hay debajo, no le gustaba de quien era)….
4imagen…. ella se pavonea…(se habria aburrido del desnudo?)….
PD…https://www.youtube.com/watch?v=B3zzK9ujgOQ…..guapisima
PD2…ayer vi la pelicula «ven y mira» del ruso elem klimov-1985- antibelica y muy didactica……al final se puede exterminar todo menos a los niños…..
Alejandro Hermosilla
el febrero 11, 2024 a las 1:25 am
1) El director de cine como metáfora del domador de circo. 2) Fantasía árabe. Debussy. Las 1001 noches. 3) Queda claro que durante la semana comeré la paella correspondiente. Casera. Me la hará mi compañero. 4) Fantasía surreal con cierto feísmo. Hay que excitar sin desnudar. PD: La Strada es la película donde más cerca han estado Pasolini y Fellini. Una buena radiografía del pueblo italiano. No conocía el filme de Klimov. Bien.
1imagen….pasa por el aro!….y despues comeras,, jajaj…..la strada-1954…
2imagen….harem en matrix (las mujeres de argel-delacroix-1834)
3imagen….chirbes se tunea su camiseta color desierto (la mancha tapa la publicidad que hay debajo, no le gustaba de quien era)….
4imagen…. ella se pavonea…(se habria aburrido del desnudo?)….
PD…https://www.youtube.com/watch?v=B3zzK9ujgOQ…..guapisima
PD2…ayer vi la pelicula «ven y mira» del ruso elem klimov-1985- antibelica y muy didactica……al final se puede exterminar todo menos a los niños…..
1) El director de cine como metáfora del domador de circo. 2) Fantasía árabe. Debussy. Las 1001 noches. 3) Queda claro que durante la semana comeré la paella correspondiente. Casera. Me la hará mi compañero. 4) Fantasía surreal con cierto feísmo. Hay que excitar sin desnudar. PD: La Strada es la película donde más cerca han estado Pasolini y Fellini. Una buena radiografía del pueblo italiano. No conocía el filme de Klimov. Bien.