Dejo a continuación un nuevo avería dedicado a uno de los discos claves del punk español: Salve. El cual recomiendo leer escuchando uno de sus temas: «Tope Bwana».

Salve

Salve es uno de los más gloriosos escupitajos musicales que se han emitido jamás contra la farsa del sistema político y social español. Una rabiosa cornada a la socialdemocracia.

Tal vez el mejor disco de las tropas de Evaristo sea el segundo, Revolución, pero Salve fue sin duda el más impactante. El más árido y salvaje. Cuando sacaron Salve, La Polla Records no era un grupo de punk, eran una banda de ingeniosos y desaforados trogloditas que parecían ser capaces de suicidarse en un escenario. En realidad, más que canciones parecía que fabricaban pólvora que hacían estallar en los escenarios.

La Polla tenían alma. Eran un grupo punk completamente nihilista y peligroso pero también era molón. Lo que explica en parte por qué conectaron tan rápidamente con todo tipo de jóvenes y adolescentes que, a pesar de la violencia de la mayoría de sus temas, tatareaban sus melodías como si fueran la familiar sintonía de un anuncio de televisión. Salve, por ejemplo, se encuentra lleno de himnos («Los siete enanitos», «Come mierda», «Salve») de esos que resumen una época y son tan instantáneos como momentáneos pero también apuntan a clásicos porque, además de su capacidad de sorpresa y de golpear el hígado, poseen un halo inmemorial.

Hay algo muy especial en Salve. Un disco en el que La Polla recogió fundamentalmente el furioso espíritu de los Stooges, los Sex Pistols y decenas de nocturnos grupos de punk británicos pero, a su vez, supo añadir diversos matices a su música que que le dieron un tono sarcástico e ingenioso al disco que incluso permite entenderlo mejor hoy que cuando fue publicado. De hecho, aunque parezca mentira, hay pasajes de Salve que suenan a Golpes Bajos y en los que La Polla hacen en cierto sentido pop urbano y hay otros en los que, además de tirar de estribillos facilones parecidos a dardos arrojadizos, parecen parodiar las sintonías de dibujos animados con (obviamente) perversas intenciones.

De todas formas, si Salve continúa siendo un hito del punk español no es únicamente por sus canciones parecidas a puñetazos, sus melodías tan amables como violentas y cortantes o el mérito de haber logrado mezclar con suma inteligencia el rock de los suburbios y el extrarradio, el de las cavernas y las barricadas con el funk callejero y el pop de barrio sino por su lúcida, áspera y exacta radiografía de la sociedad española. Por la increíble exactitud con la que la mayoría de sus dardos críticos dieron en el blanco.

Nada quedaba fuera de la órbita destructiva de la Polla Records. Desde las estrellas del rock que morían por ser número uno en los 40 principales, la alimentación ultraprocesada, el egoísmo moderno, la esclavización en el trabajo hasta la iglesia, los nuevos ricos, la deshumanización ciudadana o, por supuesto, los políticos y su ritual habitual de capciosas mentiras. Por todo ello, Salve no es sólo un testimonio franco y directo del punk español sino un incisivo retrato de un país que presumía de democrático cuando tan sólo le había realizado un lavado de cara al franquismo. Un hecho que lo conducía sin frenos ni pausa al pozo capitalista, a la estupidización y a la frivolización. Todos esos cánceres contra los que levantaban la voz Evaristo y sus compinches en un disco visceral. Un grito descarado contra la manipulación y el adocenamiento como muy pocos se han grabado en el rock español. Shalam

 التضامن تقليد

La solidaridad es imitación