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River

Nov 23, 2020 | 2 Comentarios

Siempre he considerado soberbia la interpretación llevada a cabo por River Phoenix en My own private idaho. Pero lo que no sabía (aunque debía haberlo leído distraídamente en algún artículo) es que probablemente lograra alcanzar un nivel tan excelso no únicamente por su talento sino debido a que el chapero que encarnó tenía mucho que ver con su propia vida.

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Los padres de River, enamorados de la cultura hippie, formaron parte de Los hijos de Dios; una famosa secta religiosa. Según parece, su líder obligaba a sus integrantes a participar en rituales sexuales y River perdió la virginidad en su temprana infancia. Durante años, la implicación de sus confiados y crédulos padres con la organización fue tan grande que viajaron a diversos países a trabajar como misioneros. Sin embargo, durante su estancia en Venezuela su situación llegó a un punto límite porque no recibían ayuda económica alguna. Así que, a pesar de sus muchos esfuerzos, se sintieron abandonados y se vieron obligados a mendigar para comer. River de hecho, solía tocar la guitarra junto a su hermana tirado en la calle. Toda esta odisea terminó cuando, tras ser acogidos por un sacerdote católico, pudieron regresar a Norteamérica escondidos en un carguero.

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Obviamente, la vida de River se vio marcada para siempre por estas experiencias que habrían destruido a la mayoría. Pero su espíritu estaba marcado por el signo de lo excepcional y, gracias a su excelso talento artístico, se abrió paso en el mundo televisivo y cinematográfico hasta el punto de convertirse en la nueva promesa de Hollywood. Una nueva estrella.

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Si he hecho referencia a estos hechos es porque hace unos meses volví a ver My own private idaho y reconozco que tuve que detener el aparato en varias ocasiones. No porque la película no me estuviera convenciendo (aunque me gustó menos ahora que en su fecha de estreno) sino por la crudeza de las escenas interpretadas por River Phoenix. Y cuando digo crudeza no me refiero tanto a lo que allí acontece (no hay sangre ni peleas o asesinatos) sino a la verdad que esconden esas imágenes. River transmite perfectamente la desorientación de aquel desgraciado chapero incapaz de encontrar a su madre. Su expresión durante todo el viaje a Italia es un poema y cuando, finalmente, la joven Carmella le sugiere que su búsqueda está condenada a fracasar, resulta muy difícil no ser golpeados por su cara de angustia.

River comunica el sentimiento de orfandad como en pocas ocasiones se ha hecho en el cine. Las escenas de sexo homosexual que protagoniza, a pesar de estar aparentemente cargadas de glamour y, en algún caso, de sentido del humor, son la tristeza en carne viva. La pura desolación. Y también su forma de mirar, caminar, vestir y hasta de hablar. Todo es tan triste y caótico que resulta difícil no deprimirse contemplándolo actuar. No sufrir también esa sordidez, desgana y vicio que imperan en cada una de sus apariciones en el filme.

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En realidad, el narcoléptico interpretado por River (Mike) es casi el emblema de toda una época. Se convirtió rápidamente en un símbolo de aquello que se conoció como Generación X. Pero pronto salió de ese foco porque era demasiado real como para encajar en ninguna categoría. Tras cada una de las intervenciones de River en la película se encontraban grabadas las vivencias y recuerdos de aquella secta de la que formó parte. De aquel experimento que pudo destruir su alma. Y por eso provocan tanto escozor esas imágenes. Porque River no interpretó. Dejó salir a su yo real que contamina cada una de sus intervenciones hasta decir basta. A River no había que darle un premio sino un abrazo tras la película. Ofrecerle toda la ayuda posible. Porque pocos actores han sido capaces de mostrar tan crudamente la aridez del alma humana. Y eso es porque formaba parte de él. La llevaba pegada a la piel desde las desafortunadas experiencias mencionadas tras las que también es obviamente posible vislumbrar la violenta y apabullante interpretación que su hermano Joaquin realizó décadas más tarde del Joker y otros tantos personajes trasnochados y desorientados como es el caso del Freddie Quell de The master.

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Desgraciadamente, la interpretación de River fue tan verdadera que, en gran medida, se hizo realidad. Tan sólo dos años después del estreno de My own private idaho, tras ingerir varias drogas, moría en un club nocturno entre convulsiones y llamadas de auxilio desesperanzadas de Joaquin en una escena que desgraciadamente recordaba demasiado a las experimentadas por su personaje en el filme de Gus Van Sant. De hecho, en cierto modo, su fallecimiento ya había sido predicho en los segundos finales de la película. Aquellos en los que, tras caer en una carretera desierta debido a uno de sus frecuentes ataques de narcolepsia, dos desconocidos robaban la mochila y zapatos de Mike y huían. Y a continuación, aparecía una persona sin identificar que lo recogía, lo subía a su coche y se alejaba hacia no se sabe bien dónde conforme se escuchaba una música de nana y aparecían los títulos de crédito. Shalam

إذا كنت مرتاحًا لإجراء المقابلات ، فلن أعرف ما هو شكل الإنسان.

Si me sintiera cómodo haciendo entrevistas, no sabría lo que es ser humano

2 Comentarios

  1. andresrosiquemoreno

    1ºimagen:……cualquiera sabe donde voy…….solamente voy………
    2ºimagen:……si fuera j.m.basquiat cogeria la salsa la esparciria encima de la mesa y restregandola con la mano haria un retrato para la camarera claire forlani……………..(sonrisa)….
    3ºimagen:……walter de maria ……….art-land………….

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    • Mercader

      Oye. Walter de Maria le va perfecto a la imagen. Casi que pienso que Gus se inspiró en sus composiciones. No vi Basquiat en el cine. Veo que Forlani aparece en el filme. Esa fotografía de River me fascina. Es moderna y antigua. Atraviesa estilos. La primera fotografía es exactamente: adónde voy. Ni lo sé ni le importa a nadie.

      Responder

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Autor: Alejandro Hermosilla

Mi nombre (creo) es Alejandro Hermosilla. Amo la escritura de Thomas Bernhard, Salvador Elizondo, Antonin Artaud, Georges Bataille y Lautreamont.

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