Resulta difícil no realizar algún comentario a raíz del reciente bulo sobre la muerte de Noam Chomsky. Teniendo en cuenta la lógica de nuestra época, lo extraño es que despropositos de este tipo no se produzcan con mayor asiduidad. A estas alturas, lo natural sería que quienes se hicieron eco de la falsa noticia acabaran discutiendo por internet con la esposa de Chomsky imprecándola por mentir. Supongo que habrá unas cuantas refriegas parecidas por internet. Centenares de internautas asegurando que, en realidad, Chomsky está muerto y la esposa miente. Ese es, al fin y al cabo, el signo de nuestros tiempos.

Hace años tuve una novia periodista que cuando aparecía en redes la muerte de algún personaje, no filtraba la noticia hasta asegurarse de que era cierta. Tenía al menos esa prevención que supongo que ya se ha perdido porque lo que saben muy bien los internautas y muchos periodistas es que si desean sobrevivir y ser bien considerados actualmente en su profesión es más importante tener visitas que realizar investigaciones veraces.

En realidad, lo de ayer es básicamente una ratificación más de lo fácil que resulta manipular a las masas informadísimas de hoy en día, de que los libros de Noam Chomsky (otra cosa es el personaje) ya no le interesan a prácticamente nadie y de que la realidad social hace muchísimo tiempo que es una gran mentira. Motivo por el que es tan difícil de analizar o dialogar sobre ella con nuestros semejantes. Básicamente porque cuando se habla de política, fútbol, arte, economía o de distintos eventos sociales, la inmensa mayoría están convencidos de que Noam Chomsky ha muerto. No tienen ninguna duda al respecto. Shalam 

أنا حر ولهذا السبب أنا ضائع

Soy libre y es por eso que estoy perdido