Dejo a continuación unas cuantas citas de varias lecturas realizadas ayer.

Leo la siguiente confesión de Tom Waits en un viejo número de la revista Ruta 66: «Mis hijos están empezando a darse cuenta de que soy un poco diferente a los otros padres. «¿Por qué no tienes un trabajo normal como todo el mundo?», me preguntaron el otro día. Les conté esta historia:

«Había en un bosque un árbol torcido y uno recto. Cada día, el recto le decía al torcido: «Mírame, soy alto, recto y guapo, mientras que tú estás torcido y caído y nadie quiere mirarte. Y crecieron juntos hasta que un día aparecieron los leñadores. Y el jefe les dijo: «Cortar sólo los árboles rectos y dejar el resto». Así que los leñadores derribaron todos los árboles rectos para convertirlos en madera, palillos y papel. Pero el árbol torcido sigue ahí, creciendo y creciendo, más fuerte cada día que pasa».

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Me encuentro con un breve artículo muy interesante (realmente para enmarcar) de Carlo Fabretti en un número reciente de Jot down. Se llama «Reivindicación del pensamiento único. La cantante calva y la paloma de Kant«. Allí el teórico italiano señala: «el poder, sin renunciar por completo a la oscuridad y el silencio, está optando, cada vez más, por la estrategia complementaria: la del deslumbramiento y el ruido. Si no puedes ocultar la verdad, fragméntala y revuelve sus trozos en el molino/caleidoscopio mediático, e interpreta cada fragmento de una manera, de varias maneras distintas e incluso contradictorias, con lo que, además, darás una imagen de tolerancia y pluralismo. Porque la verdad solo es revolucionaria cuando es toda la verdad y nada más que la verdad; cuando el poder la trocea, la muele, la criba y la adereza para su consumo masivo, el alimento de la mente se convierte en comida basura, como cuando el trigo se convierte en bollería industrial».

Por eso, añado yo, no hay democracias avanzadas o líquidas o retrasadas o distantes ni plurales. Hay democracia o no lo hay. Si hay separación de poderes y representatividad, hay democracia. Si no, no la hay. Esa es la verdad que la mayoría de gobernantes ocultarán a los ciudadanos.

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En el mismo artículo citado con anterioridad, Tom Waits declara lo siguiente: «Estaba una noche en un bar de Hollywood Boulevard, cerca de Vine Street, cuando entró una señora llevando en brazos un animal muerto. Obviamente había estado durmiendo en la calle. Se dirigió hacia el camarero y le dijo que iba a sufrir un ataque al corazón allí mismo. Este le respondió que muy bien, pero que saliera y lo tuviera en la calle. Pensé que aquello era escalofriante, y reabuticé Hollywood Boulevard llamándole Ataque-al-corazón en mi álbum Heartattack And Vine».

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Dice Juanma Bajo Ulloa en una entrevista del diario Vozpopuli: «Los sistemas de control de las masas han conseguido que el propio espectador sea un censor. Se le ha dado al espectador un parapeto, que es la ideología, y ya nos encontramos con gente que censura. Lo que antes era gracioso, ahora no tiene gracia; lo que antes era aceptable, ahora es ofensivo; lo que antes era simplemente sexual, ahora es sexista. La perversión del lenguaje es absoluta».

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Indica Alberto Olmos en su lúcido y divertido «Nuevas masculinidades. Cómo convertir a un tío en tu mascota«: «Isabel Coixet ha contado hace poco que ella sugirió en Hollywood no sé qué para una película y no le hicieron caso, y que cuando Clint Eatswood sugirió eso mismo sí le hicieron caso, porque era «un señoro». Es conmovedor. Un (hombre-mascota) le dirá a Coixet que tiene razón, que tiene talento, que muy mal. Un novio que conservara aún su condición antropomórfica le diría que Clint Eastwood no es un ‘señoro’, que es el puto Clint Eastwood».

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Vuelvo a Fabretti: «Al igual que los surrealistas (también ellos hijos pródigos de Marx y de Freud), algunos posmodernos pretenden librarse de todas las ataduras, de todas las reglas; pero, al contrario que los surrealistas, no quieren admitir que eso solo es posible en el inaprensible mundo de los sueños, en un paraíso trivial y regresivo en el que el pensamiento confunde la independencia con la incontinencia y, para poder creerse libre de decirlo todo, acaba por no decir nada».

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Leo en La ira es energía, la biografía de John Lydon, lo siguiente: «las chicas que venían a los conciertos se inventaban su propia ropa. Muchas empezaron a ponerse bolsas de basura antes de que la prensa se hiciera eco de ello. Debido a las huelgas, había mucha basura en la calle, así que era natural que pasara algo así. Las autoridades se habían quedado sin bolsas de basura negras y empezaron a hacerlas verde y rosa fosforito. Colores alucinantes y perfectos si no podías permitirte el punk «de primera»: te envolvías en una de ellas, unos cuantos cinturones, otros tantos broches y, ¡hala!, ¡listas!.  «¿Dónde están los chicos?».».

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Vuelvo a Fabretti otra vez: «Si todo es relativo, también lo es el relativismo, luego no todo es relativo.».

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Concluyo citando la misma entrevista de Bajo Ulloa: «el amor (…) se ha convertido casi en una palabra revolucionaria, que no aparece ya en ningún sistema de educación». (…) ¿Quién habla ahora de amor? Nadie». Shalam

يكفر الشر في العالم الآخر ؛ لكن الغباء في هذا

La maldad se expía en el otro mundo; pero la estupidez en este.