AVERÍA DE POLLOS: Inicio E Música E Odelay

Odelay

Ago 27, 2024 | 4 Comentarios

Dejo a continuación un nuevo avería sobre un célebre álbum de Beck: Odelay. El cual recomiendo leer escuchando uno de sus singles: «The New Pollution».

Odelay

A mediados de los 90 (y a finales) era difícil encontrar alguien más cool que Beck. Un hipster moderno años antes de que ser hipster se convirtiera en requisito para ser moderno. Años antes de que el calificativo se desvinculara del jazz y se relacionara con las revistas de tendencias. A Beck, en cualquier caso, por su aspecto, podíamos imaginarlo protagonizando un filme de Gus Van Sant, Larry Clarck o Jim Jarmush. Beck pegaba tanto en una limusina como tirado en medio de la calle comiendo un sandwich de queso y tocino mal hecho con unas cuantas rebanadas de mantequilla. Beck parecía desplazarse por las calles de cualquier ciudad moderna en patinete eléctrico décadas antes del primer patinete eléctrico. Era la imagen perfecta de la Generación X. Un tipo ambiguo y confundido, sin historia ni futuro, que desconfiaba de la política y probablemente tenía aversión por la contaminación pero que, a la vez, jugaba frívolamente con las debilidades del sistema. No sufría los desgarros emocionales de los músicos grunge pero surgía de un lodo parecido.

Beck era cínico y cuando sonreía parecía hacerlo muy a su pesar porque, en el fondo, era irónico. Beck era el artista posmoderno prototípico. Descreído, mutante y evitativo. Tan difícil de definir como de comprender. Tímido pero extravagante. Serio pero divertido. Beck aspiraba a ser el Bowie de su época. No tenía, por supuesto, su talento pero sí el suficiente como para que la comparación no diera risa. Pudiera ser aceptada (o más bien comprendida) desde cierto punto de vista. De hecho, su recorrido parecía responder afirmativamente a la pregunta de la célebre canción de Aladdin Sane: «Life on Mars?». En cierto sentido, Beck podía pasar por un joven marciano aunque, en realidad, era un folkie descreído. Mi disco favorito suyo es Mutations porque creo que es el más sincero. El Beck más real es el que únicamente tiene en las manos una guitarra acústica y se expresa como le viene en gana. Hay algo en su faceta acústica que me hace pensar en el célebre andariego interpretado por John Voigt en Midnight Cowboy. Sin cacharros ni máquinas detrás Beck se ve más confundido y perdido que nunca pero también más real y sincero.

Beck sería una mutación nacida de mezclar el mentado personaje del filme de Schlesinger, los cantautores tradicionales de los 60, un graffiti, el electro y el rap. Una puta locura que llegó a su máximo apogeo en Odelay.  Una obra que es la demostración de que en la competición por ser más cool en los 90, Beck no tenía rival. Cuando los demás estaban yendo, él había vuelto y estaba tomándose un cigarrillo de marihuana con sus colegas negros en la pista de breakdance. ¡Ja!

Ya en serio, Odelay es un disco tremendo. Pero no tremendo por consistente (como los de Accept, como los de los Stones) sino por fluido, por intransitivo (si se me permite el adjetivo). Odelay es un disco lleno de virajes y sorpresas, de canciones que son como un compendio de ritmos modernos y scratches que provocan continuos sobresaltos. Por momentos, Odelay es un viaje por el país de las maravillas del sampler (debido al sobresaliente y continuo uso de los mismos), otras es una charada esquizoide, otras una obra de folk nihilista, a veces parece un compendio alocado de pop psicodélico e industrial y en ocasiones una nana posmoderna.

Odelay es un disco inclasificable. Ese es su punto fuerte. Posee una inmensa variedad de estilos (a veces incluso en la misma canción) y continuos cambios de registro que no permiten que caigamos nunca en una zona de confort. Odelay es un carrousel de sonidos imparables y a veces inclasificables. Nunca, por más veces que lo escuchemos, sabemos por dónde va a salir. Hay que dedicarle mucho tiempo para convertir todos sus temas en reconocibles. Odelay es un disco aéreo, no posee gravedad, está volando todo el tiempo. Es un flow interminable. Y ese es precisamente también su punto débil. Pues a veces el incansable casino experimental abruma un poco y no permite que le sigamos la pista con la concentración adecuada.  En cualquier caso, Odelay es un disco callejero. Es una mezcla rara, muy rara, entre algo que tal vez podría ser definido como Bebop y el rap. Es un disco para escuchar mientras caminamos por una gran ciudad o jugamos un partido de basket al aire libre.

Odelay es, obviamente, un disco trabajado hasta la extenuación en estudio. Es un disco casi irreproducible en directo. Así que es lógico que hubiera un elenco enorme de productores durante sus grabación, entre los que destacarían, por supuesto, The Dust Brothers. De hecho, me atrevería a decir que los cocreadores de este montón de heno industrial son The Dust Brothers. Sin ellos, Odelay sería mucho menos complejo, extravagante e indefinible. En realidad, creo que si Beck no ha vuelto a lograr una obra tan original es por no tener a los Dust a su lado y seguramente por no querer repetirse. Por querer páginas siempre inéditas y llenas de colorido en su álbum de recuerdos.

En cualquier caso, es a Dust Brothers sin dudas a los que debemos el impresionante despliegue (y el buen uso) de samplers que hay a lo largo de Odelay. Y también esos ritmillos electro que convierten momentos y melodías aparentemente banales en algo mucho más trascendente: puro flow de las ciudades modernas.

Todos los que han seguido la trayectoria de Dust Brothers saben que ellos son los responsables de Paul’s Boutique. Tal vez el mejor disco de electro y rap de la historia y sabrán encontrar la enorme influencia de este disco en Odelay, que en temas como «High 5 (Rock The Catskills)» se convierte por momentos en abusiva. Tengo la impresión de que «High 5» podría ser intercambiado sin problemas con gran parte de los cortes de Paul’s Boutique al igual que las bases de tantos y tantos de los que aparecen en esa Biblia mutante del sampler llamada Odelay.

En fin, Odelay es un disco importante por muchos motivos. Entre otros, porque es tan extremo en lo que propone que marca perfectamente una línea entre la música de los 90 y la de anteriores décadas. Odelay es fruto y síntesis de una época y marca distancia con otras. Por un lado, es parecido a un vacilón silbido distorsionado y por otro, a un chillido entonado melódicamente. Es un disco que, como los de Brian Eno, en el pasado tal vez sería mejor definirlo con un cruce extraño de sílabas (struch, crackstu) que con las palabras habituales y eso habla bien de él. No es para todos los días porque es insólito y disfuncional. Es un disco posmoderno. Concretamente, de esos que nos llevaron a creer durante unos años que el pop posmoderno sería un páramo de creatividad inagotable e imparable. Shalam

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4 Comentarios

  1. Andrés de la Orden

    Tomo nota, maestro.

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    • Alejandro Hermosilla

      Muchas gracias. No sé si es tu estilo pero tal vez te guste.

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  2. andresrosiquemoreno

    1imagen… hándicap , ejercicio práctico de sustitución asociativa (en el pajar está la aguja )……………….. 2imagen …uno de los protagonistas de «haz lo que debas «..spike lee..1989..(el del doble de queso y la casete en el hombro )….jajajj …….. 3imagen …a los toros !(alegre)..(de los toros !) triste ).
    4imagen…. Kevin ayers (aspecto y concepto musical parecido al de beck) (verdadero pastiche)…… 5imagen… por el lado siniestro y medio a oscuras…… 6imagen…. trae paca’ que le voy a cantar las 40…..
    PD..Kevin ayers …
    https://youtu.be/Xc9w_7OhmwI?si=v2WivZKZuA7Nb0rc

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    • Alejandro Hermosilla

      1) Menudo perro parecido al heno. ¿Salta o posa? ¡Buen fotógrafo! Disparate como el disco. 2) Cowboy posmoderno. Voy de pobre pero tengo dinero. En vez de una guitarra..llevo un cassette y canto encima y también llevo un tarjetero. 3) Los colores no hay que combinarlos como los sonidos. Los colores tienen que chillar. 4) Quisiera que mis discos sonaran como lo hace la música de las tragaperras en los casinos. 5) Si dos actores nos interpretaran, seríamos más guapos. Uno parecido a Tarantino, otro a un actor porno retirado. 6) La música del futuro saldrá de un teléfono. No de un radiocasette. Mira, escucha. PD: El gran Kevin Ayers. Hay distancia con Beck. Inspiración. No copia..jajaj

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Autor: Alejandro Hermosilla

Mi nombre (creo) es Alejandro Hermosilla. Amo la escritura de Thomas Bernhard, Salvador Elizondo, Antonin Artaud, Georges Bataille y Lautreamont.

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